Un provinciano en Madrid: poemas y tribunales
Salgo a las diez y media de la mañana, yo solo en el coche.
Se tarda, en ir a Madrid, pero no tanto. Voy cantando. El viaje se me hace corto, salvo los últimos 200 km, después de parar a comer fatal.
Llego y casi no despierto a NáN. NáN es magnífico; y siempre que lo veo es igual de magnífico. Como dijo Robert, yo de mayor quiero ser como él. Y además tiene una casa maravillosa, rebosante de libros, de música y de vida, donde te hace sentir increíblemente cómodo sin (claro está) ningún esfuerzo.
Y nos encontramos a Javi. Y ya estamos Malasañeando, como todos los treintañeros y cuarentones que nos rodean en una terraza al sol. Aquí no hay niños. Aunque me preguntan por los míos, y la paternidad irrumpe, extraña y echada, ya, de menos.
La lectura de poesía fue entre pocos (era 15-O), pero fue un momento muy agradable. Yo, que no leo poesía jamás, disfruté. Además, ser pocos y estar sentados alrededor de una mesa propició la charla, muy interesante. Solo sentí que faltase Lara.
Les llamó la atención, a los monolingües, que el idioma condicionase no solo el tono en que se escribe, sino también el tema. La poesía en valenciano de Robert me gustó más; gana profundidad, en mi opinión. En castellano parece no querer tomarse en serio a sí mismo.
Había quien daba por sentado el carácter urbanita de toda la poesía (y la literatura, supongo) actual. Y sin embargo, yo no estuve de acuerdo; y menos cuanto más pensaba en ello paseando por Madrid. Naturalmente, poca lírica pastoril habrá, pero la presencia de la ciudad en nuestras vidas puede darse de muchas maneras diferentes, como diferentes son las ciudades que habitamos. Y yo diría que Madrid, Barcelona y alguna capital más son distintas a todas las demás. En cualquier caso, mi ciudad no es así; mi ciudad, como tantas otras, tiene otras dimensiones, y además la naturaleza está a la distancia de un paseo, y es (el mar, la playa, el monte, incluso los animales) una presencia habitual en nuestro día a día.
A mí Madrid, cada vez que voy, al principio me abruma.
La noche acabó cuando aún tenía ganas de más. Mejor.
No deja de sorprenderme el cariño que siento en todos ellos siempre que vengo. Tengo mucha suerte.
Desayuno con NáN y nos despedimos en el portal de Aroa y David, tan bonito. Conozco a Valentín, que no es un gato. Algún día hablaré con Aroa largo y tendido; pero no ese, pues me voy a comer con mi amigo y su familia: tarde casera con niños.
A las ocho en la Latina. Javi y yo charlamos. Nos vemos poco, lógicamente, pero nos vemos bien. Es la segunda persona que, para mí, de blogger se materializó en carne y hueso, ¡hace ya casi seis años! El restaurante es el mismo al que me llevó la primera vez, La Parrala. Comemos genial, y de postre, como entonces, helado de chicle de fresa con peta zeta. En este tiempo he cambiado: aquel día, el ambiente gay me saltó a la vista; hoy, ni me entero hasta que me recuerda dónde estamos. Me cuenta de su vida, de sus ejemplares y atípicas ambiciones laborales, y de su chica (como él dice), que más tarde conoceré, me encantará, me pegará para él y desearé que sea la chica.
Y el lunes, tribunal, que para eso he venido, al fin y al cabo. Se trata del último trámite (y como tal me lo tomo) antes de poder empezar la tesis doctoral. Me siento cómodo, y disfruto respondiendo preguntas sobre un tema del que sé; y aun encima con público. Lástima que no me suela ocurrir.
Me ponen la media de todas las notas de estos tres años. O al menos el resultado es el mismo.
Y me vuelvo.
Conduzco por Castilla, ese misterio. Todo es marrón, salvo los árboles de las orillas de los ríos, tan bonitos. Cómo será vivir aquí, con esto alrededor. Cómo será caminar por Castilla.
Parece que has disfrutado la estancia en Madrid..me alegro..a ver si en la próxima nos ponemos cara.
ResponderEliminarPasear por Castilla es deprimente..te lo digo yo que la recorro todos los dias. deprimente y desolador..pero supongo que curte.
jo, ahora hasta tengo intriga de nuestra charla
ResponderEliminargracias por las gracias periodiqueadas
Pues suena muy buen tu visita a Madrid!
ResponderEliminarYo la última vez que estuve en Madrid cené en el restaurante del helado con peta zeta. Me gustó mucho.
Hoy soy yo la que está en Madrid, pero en el aeropuerto y solo de paso. Me queda un largo viaje hasta Gwangju.
Beso gordo.
María
Para la próxima seguro que nos vemos, Porto.
ResponderEliminarBesos!
Me encantan las crónicas de la capital con los ojos límpidos de los de provincias.
ResponderEliminarSaludos desde la irónica y provinciana realidad.
Me encantaría, Moli.
ResponderEliminarAy, no, Aroa, si no estoy pensando en una charla en especial; solo en hablar contigo tiempo, de una vez.
(¡Ah, periodiqueadas...! No caía :D )
Se cena genial allí, María, aparte del helado. Buen viaje, chica; disfrútalo.
Lara, eso espero. Y espero también lo que tú ya sabes. Un abrazo.
Gracias, Irónico, compañero de provincias.
Buenos días a todo el mundo.
Pues yo me acuerdo de nuestro primer cara a cara.
ResponderEliminarNo sé si recuerdas lo que me impactó tu mirada.
Anónima
jaj
Me acuerdo, si eres Luna.
ResponderEliminar¿Eres?
Si es que eres tan querible, hombre. Un pelucha de 1,90 de alto.
ResponderEliminarA Machado, Castilla no le caía muy bien.
Abrazo a ti y los otros 4.
Hace muchos años que no voy a MAdrid y tu entrada me ha hecho echarlo de menos.
ResponderEliminarSin embargo, creo que las dimensiones de Barcelona y las de Madrid no tienen nada que ver. Barcelona es paseable... Madrid... es inmensa. Siempre pienso que vivo en una ciudad grande hasta que voy a Madrid y veo lo que es una ciudad grande.
http://madredemarte.wordpress.com/
Puede ser, no sé, yo en Barcelona solo he estado un par de veces y la conozco mucho menos. En su momento hice la inevitable comparación y salió ganando (entre otras cosas, por el mar). Pero quizá la comparación sobre un poco.
ResponderEliminarA mí ahora Madrid me parece, en gran parte, paseable; al menos el centro.
Pero, en cualquier caso, supongo que hay una gran diferencia entre ellas dos y el resto, ¿no?
Un beso.
Sí, hay una gran distancia entre Barcelona y el resto. Tan grande, probablemente, como entre Madrid y Barcelona.
ResponderEliminarQue, será chauvinismo, a mí me parece que tiene el tamaño idel, el hábitat ideal, la temperatura ideal...
Y el mar, claro.
http://madredemarte.wordpress.com/
Sí, sí. Soy yo.
ResponderEliminarLuna
Besos
Pues he pensado en ti, últimamente, y (aunque no lo haya demostrado) con añoranza.
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarTe veo,os veo tan felices que me siento feliz también.
Cambié de blog, je
Besos
Gracias.
ResponderEliminarPues dímelo, anda.
Anda la leche, me había perdido esta entrada. Fue una alegría verte, como siempre.
ResponderEliminarEl poeta bilingüe ;)
Ese helado, con sabores que me remontan a la infancia, debía de estar bueno al menos diferente,..., seguro que a mis dos montruitos les encantaría.
ResponderEliminarY ahora hablo un poco de lo que conozco.... Castilla (la Nueva no la Vieja), yo creo que su tierra más que marrón es rojiza, tanto es así, que incluso la piel de sus patatas se torna a ese color. Los paseos por esa tierra son diferentes, por supuesto, a cualquier otro que realices por ejemplo en el norte... pero caminar entre sus viñedos, olivares y al pie de un cerro con molinos, no deja de tener su encanto. Y debe de ser así cuando una de las novelas más conocida mundialmente habla de ella, de su tierra, sus costumbres, su gastronomía... Cervantes así lo debió de considerar al escribir la que fue su obra más importante. Y no sigo que me emociono...
La verdad es que, yo, Castilla-La Mancha la conozco aun menos. Hablaba de la Castilla que atravieso de vez en cuando.
ResponderEliminarEsos pueblos de casas de adobe siempre me parecieron terribles.
Besos.
Ya lo sé, por eso el apunte de "la Nueva". Evidentemente en su ruta no llega a esa parte de Castilla, a no ser que decidiera continuar su viaje rumbo al sur, entonces sí que la primera comunidad en la autovia de Andalucía, al salir de Madrid sería La Mancha.
ResponderEliminarCreo que en esta Castilla que yo conozco algo más, también hay algunas viejas construcciones en adobe, e incluso algunas bajo tierra, en un pueblo de Villacañas (Toledo) visité en una ocasión estos "Silos" que así los llaman, de un familiar lejano, ... y no se imagina el ahorro energético que tienen respecto al gasto de mi hogar por ejemplo, sobre todo en climatización, manteniendo una temperatura constante y muy agradable, ni que decir tiene del bajo nivel de contaminación que en ellas se produce.
Estoy de acuerdo con usted en lo referente a la estética, si a eso se refería con lo de la palabra "Terrible", pero quízás para ellos forma parte de su identidad como para los andaluces los pueblos blancos.
Otra cosa, para mí los últimos 200 Km antes de llegar, y porsteriormente para salir de Madrid, también son interminables lo empiezo a acusar, el agotamiento del viaje, en las provincias intermitentes (como nosotros las llamamos) Segovia-Avila-Segovia-Avila....
Otro. :)
No hablaba tanto de estética como de la impresión deprimente que me causaban, siempre. Sobre todo cuando no había autopista y gran parte del viaje se hacía por la Nacional VI, y uno pasaba por ellos.
ResponderEliminarEso sí que debeía de ser terrible, hacer ese viaje por carretera convencional...:( Quizá eso marque la visión del viaje y los prejuicios y perjuicios del viajero.
ResponderEliminarAún así, no creo que sea el típico gallego al que la morriña no le deja ver y valorar el mundo más allá de Piedrafita.
Buenos días.