30.6.08

¿Qué ve usted ante sí, y por qué?

1. Tras la reciente discusión de estos días sobre realidades y percepción, no puedo ocultar que me siento bastante a gusto con esta sentencia:


La mitad de la belleza depende del paisaje, y la otra mitad del hombre que lo mira.


LIN YUTANG


Me parece que subraya el papel determinante del sujeto pero deja sitio para una realidad de partida independiente del observador. Y, aunque creo haber empezado a entender ciertos planteamientos alternativos, lo cierto es que eso recoge muy bien la idea que, intuitivamente, yo tengo del asunto.

2. Hoy me encuentro en mi agenda esta cita:


El horizonte está en los ojos y no en la realidad.


ÁNGEL GANIVET


De nuevo la importancia del sujeto en la conformación de su mundo.

Creo que esta frase, en muy libre interpretación, podría servir como ejemplo de consecuencia lejana de esa absoluta subjetividad de la que hablábamos, pero no sé si eso estará cogido un poco por los pelos, así que prefiero concretar un poco más y leerla como lo que yo creo que es: una advertencia sobre la percepción de las propias posibilidades.

La frase habla, en mi opinión, de mentalidades, de planteamientos vitales, de voluntad; y creo que afirma de manera muy clara que los límites nos los ponemos nosotros mismos, que antes que cualquier otro actor o decorado somos nosotros mismos quienes fijamos las dimensiones de nuestro mundo.

¿Esto es así?

En mi opinión, sí. Cada vez estoy más convencido de lo determinante que en nuestra vida es la actitud que tengamos, y de lo mucho (más de lo que preferimos creer) que somos capaces de decidir.

Pero entonces me acuerdo de esta otra cita, que me encanta porque me siento directamente aludido:

Es defecto propio de las personas felices, y del que nunca se corrigen, el creer que los desgraciados lo son siempre por su culpa.


E. PIERRE BEAUCHÊME



Porque, ¿cuándo nos podemos considerar dueños de nuestras vidas, y qué vidas, en cambio, hacen de semejante pretensión una bochornosa frivolidad?

26.6.08

Pluriempleo

Acabo de comprar una piscina hinchable para mis hijos. Y antes he tenido que echar un vistazo a la oferta.

Y aunque basta mirar alrededor para darse cuenta de que los responsables de marketing tienen una idea clara del comprador tipo y saben lo que hacen, es muy curioso ver a actrices porno arrodilladas en el agua junto a niños pequeños, o sosteniendo con ambas manos y su mejor sonrisa (porno) una pelota de playa o un flotador de Winnie the Pooh.

24.6.08

Realidad(es)

[Desde la Ignorancia con amor]

Yo creo que la realidad es única, tanto la física como la... social, personal, ¿humana? (física también, en última instancia, ya supongo; pero parece que, al menos mientras la biología, la química, la psicología y la sociología no la expliquen un poco mejor y le quiten toda la gracia y el misterio, cabe darle un trato diferente, ¿no?). Entre todos tejemos, consciente e inconscientemente, un entramado dinámico, en continuo cambio, en parte visible y en parte no, pero único, que a todos nos sostiene, nos cobija, nos atrapa.

Vivimos en la misma realidad.

Lo que considero múltiple es la percepción de la realidad: una por individuo e irrepetible (ya saben, las huellas dactilares, los copos de nieve...).

La cuestión, queridos todos, es qué es lo determinante, lo importante para nosotros. Creía unánimemente aceptado (unanimidad referida, claro está, al restringido y bastante rarito grupo de personas que dedican parte de su tiempo a pensar en estas cosas) que no era la realidad, sino la percepción de la realidad, lo personalmente relevante. De ahí la libertad de hablar de diferentes realidades, en lo que no es más que una metonimia que ha resultado confusa.

Y si es así, por definición (mía), la realidad percibida es única, personal e intransferible. O, en otras palabras, puede que reconciliable con la de los demás, pero sólo eso.

Habitamos en la misma realidad, pero vivimos diferentes realidades.

Todo lo cual es compatible, en mi opinión, con esa interacción, esa comunicación tanto consciente como inconsciente de la que hablaba Taliesín. Es compatible con que yo influya en los demás, con que forme parte no sólo de la realidad sino de las percepciones ajenas de la realidad. Y compatible además con saberlo, y ser por tanto responsable (y estar sujeto a la ética) de mis actos y omisiones, de mis pensamientos, mis sentimientos y actitudes.

¿Hasta el punto de alegrar unos ojos tristes con mi mirada? No soy muy optimista al respecto, pero quién sabe, puede que sí.

17.6.08

El color del cristal con el que se mira

Un matrimonio de unos 70 años se sienta. Él tiene el pantalón manchado en el culo, como de grasa, y el cuello de la cazadora metido hacia dentro. Está colorado. Mueve sin parar una pierna, subiendo y bajando el talón. Ella tiene cara de deprimida, con la mirada fija en la mesa vacía de delante de la suya, y de vez en cuando le dice algo en voz muy baja sin cambiar de postura. Él pide una cerveza sin alcohol y un zumo, también sin alcohol, y se ríe. ¿Del tiempo, el zumo?, le dicen desde la barra; sí, del tiempo, sí, y sin alcohol, y vuelve a reírse mirando alrededor sin dejar de menear la pierna.

Él camina delante con un niño de la mano, con la barbilla alta y jersey al cuello. Mira, ahí está no sé qué; mira, eso es no sé cuántos. Unos pasos por detrás va una mujer sin barbilla y de ojos tristes que mira al suelo. Le da la mano a una niña y con la otra se cierra la chaqueta de punto sobre el pecho. Van las dos calladas.

Tres parejas en una mesa. Ellos ven el fútbol y con sus barrigas y sus cañas sueltan algún pero hombre no condescendiente. Ellas hablan sobre camas para personas enfermas y hay momentos en que, todas a la vez y con ansiedad, levantan la voz para dejar claro que saben pedirlas, y manejarlas, y todo muy bien, y después vuelven las tres a apoyarse en sus respaldos con la misma expresión de profundo aburrimiento.

Un borracho ya mayor le dice algo a un chico que se cruza en la acera. Llevo las ventanillas cerradas y no oigo, pero el borracho abre los brazos y grita, se encoge y grita desesperado. Le suplica al chico, que lo esquiva y sigue andando, que le explique por qué, por qué ha sido todo así, por qué.

11.6.08

Charcos

En general en cualquier relación prolongada de pareja, y especialmente, me parece a mí, en el matrimonio, siempre llueve sobre mojado.

Por eso nunca se discute sólo de lo que se está discutiendo (bueno, ni en el matrimonio ni en ningún sitio).

Y por eso cualquier ligera llovizna puede caer como un chaparrón.

Pero lo malo, lo preocupante, es cuando hay tanta agua que unas gotas bastan para provocar una inundación, cuando está todo tan mojado que, aunque no llueva, no se puede ya dar un paso sin meter los pies en algún charco.

(Con las relaciones padres-hijos, prácticamente inextricables, y de las que entre otras cosas se podría decir esto mismo, no me atrevo.)

4.6.08

Lavavajillas

De la infancia se ha dicho ya todo, y no para de repetirse. De su pérdida, de patrias, de refugios que nos acompañan y traumas que nos lastran; todo.

Pero... es que es verdad. Si no se lo creen, psicoanalícense y verán: todo, todo, acaba en el principio.

En cualquier caso, hoy sólo les venía a contar que yo, como cualquiera, relaciono mi niñez con ciertos olores: una colonia, la crema que se ponía mi madre en la cara antes de acostarse y que yo notaba cuando nos venía a dar un beso a la cama (a fresa, olía), o el armario de la ropa de mi padre, que abría cuando él estaba de viaje.

Y así como a la señora del anuncio lo que le recordaba el hogar materno era el jabón de Marsella, a mí, entre todos esos olores, el que me recuerda a mi casa es el del lavaplatos funcionando, por la tarde, en la cocina recogida y limpia y ya vacía.

Yo entraba, seguramente a beber agua, a lo mejor en un intermedio de Primera Sesión, y notaba, además del ruido, el olor a agua caliente y a plástico que, por esos misteriosos mecanismos de la mente, tan agradable me resulta.