10.1.16

Táboa Redonda: con los Beatles

Han acabado ya, desde cualquier punto de vista, las Navidades. Mañana volvemos a la normalidad. La normalidad de un nuevo año, que en parte será nueva también si así lo queremos.

Como esta semana el suplemento abría con un artículo largo sobre los Beatles, motivado por su reciente inclusión en las plataformas de música en streaming, aproveché para recuperar y reescribir un antiguo post sobre el grupo más importante de la historia de la música moderna.




John, Paul, George and Ringo

Con diez u once años empecé a entrar en nuestro salón, que como los de todas las casas permanecía impoluto, con las persianas bajas y cerrado, a poner música en el tocadiscos de mi padre. Y recuerdo perfectamente estar sentado a oscuras en la alfombra, escuchando por primera vez a los Beatles, maravillado. Si en algún momento de mi vida he tenido una experiencia artística excepcional, mística, como las que cuentan otros que les produjeron La consagración de la primavera de Stravinsky, la Sonata en La de Franck o el David de Miguel Ángel, sin duda fue aquella.
(Y, enseguida, la pregunta inevitable: ¿cómo era posible que se hubiesen separado? ¿Pero por qué?, le insistía una y otra vez a mi padre, sin comprender cómo podía haber sucedido algo, en el fondo, tan inaceptable e injusto.)
 
Ya nunca dejaron de gustarme. Todo lo contrario: los Beatles hace tiempo que entraron para mí en la categoría de mitos. De hecho, les confieso que me cuesta creer que hayan existido; el no haberlos visto mientras estaban juntos me hace sospechar que el grupo nunca fue real, sino algo así como una leyenda que hubo que inventar para dar explicación a una música que, por una conjunción de astros inconcebible (y sin duda el tándem Lennon-McCartney lo fue), había salido así; no puedo creer que haya habido gente que los vio, que fue a un concierto en el que quienes salieron al escenario fueron los Beatles.
 
El 1 de agosto de 1965, en el programa que grabaron en el Blackpool Night Out de la ABC, McCartney interpretaba por primera vez ‘Yesterday’. Yo, como cualquier inglesa de entonces, de las que gritaban histéricas agolpadas contra los bobbies, sin duda me habría desmayado viendo y escuchando a Paul con veintitrés añitos, su estrecho traje negro y su corbata, sus gestos, sus cejas enarcadas y su cara de no haber roto un plato (los Beatles adoptaron la táctica de mostrar en los conciertos una imagen de total indiferencia, de hacer como si estuviesen solos, con expresión inocente, que yo creo que contribuía a enfervorizar aun más a sus fans), cantando la canción más bonita de todos los tiempos.
 
Cuando se mitifica a alguien, las razones por las que gustaba dejan de importar; ya no se le valora por lo que hace, sino que todo lo que hace se valora porque es suyo. Pero incluso tratando (sin conseguirlo) de ser objetivo me parece absurdo descender a medirlos con nadie. Decir, por ejemplo, que se es más de los Rolling es como decir que se es más de Albinoni que de Bach, de Lope que de Shakespeare, de Dominique Wilkins que de Jordan: es comparar el talento de los mortales con la genialidad inalcanzable de los dioses.

* * *

2 comentarios:

  1. Al llegar a las páginas del suplemento dominical Táboa Redonda del Progreso de LUGO, iniciado por Marta Veiga e ilustrado por una enorme fotografía que ocupa una página del formato del diario y coincide en el mismo tema con Camilo Franco con ilustración más reducida, y con el de PORTOROSA más discreto y de fácil lectura y sin ningún gráfico añadido "John, Paul, George and Ringo" (The Beatles) famoso grupo musical británico.
    Marta Veiga titula su artículo "Os heroes da clase traballadora" en castellano: Los héroes de la clase trabajadora por su origen familiar como hijos de trabajadores.
    Abierta la Wikipedia, sitúa su inicio en 1962, mi edad eran 14 añitos de "un imberbe adolescente" y con nula capacidad económica, estoy tratando de analizar mi tardío descubrimiento del grupo, no tenía tocadiscos, tampoco magnetófono, las canciones y melodías se escuchaban en la radio y era costumbre de los socios de la emisora local la sección de "discos dedicados".
    Seis años después, a los 20 inicié la etapa laboral. Y nos visitaron, en el centro de trabajo, unos viajantes de "Círculo de Lectores" y entonces, con su insistencia, lograron varios nuevos asociados. Tras la suscripción el inevitable tocadiscos marca "Orlador", años después un magnetófono de cinta de casete.
    Eran tiempos "prehistóricos". Y mi pequeña capacidad salarial se iniciaba con un humilde sueldo, jornada laboral de lunes a sábado, vivía el ferrolano Generalísimo Caudillo de España por la gracia de Dios.
    Fui incapaz de llegar a adquirir ninguna cinta de casete o disco de vinilo o LP del grupo, tenían precio muy elevado. No estaba en disposición de adquirirlos en aquel entonces. Y no los adquirí, tampoco escuché salvo alguna canción de las más populares, en la radio y quizás en la TV en blanco y negro, la de color aun no existía, eran "tiempos prehistóricos" y de nula capacidad adquisitiva.
    Sin embargo en el London Institute, ubicado en la calle del Sol donde aprendía mecanografía, durante una de las clases de Inglés (The Lewis Th. Guirau era el método de inglés usado en el centro) Mr. Langtry nos enseñó las estrofas de Yellow Submarine y también Strangers in the night de Frank Sinatra todos en boga por aquel entonces...
    Y ahí terminó todo, tras una crisis económica me vi obligado al abandono del centro.
    Hubo algunos imitadores de bandas musical españoles que les imitaron parodiando alguna canción del grupo británico e incluso doblándolas al castellano. Los escuchábamos en la radio a válvulas.
    Apareció la etapa del transistor, y el magnetófono de cinta de casete, era extraordinarios avances, y rizando el rizo magnetófono con inclusión de radio... a pilas; con 6 u 8 pilas R6 o R14 de voltio y medio... y para última innovación técnica con cable para conectar a 22O V. (hubo un tiempo en la ciudad en que el voltaje era de 150 voltios.)
    Afortunadamente, gracias a la política y la instauración de la Democracia con Adolfo Suárez, Calvo Sotelo y el susto de "¡todos al suelo!" de Tejero,llegamos a los tiempos actuales y España avanzó enormemente...
    En la actualidad y con Internet en el hogar y en el computador, gracias a Google y Youtube, The Beatles están al alcance de un simple clic. También gracias al diario El País con su reciente colección en CD remasterizados.
    Hoy en día es muy fácil la escucha y audición con estos avances políticos y tecnológicos.
    Y no molesto más, disculpas, que he vuelto a enrrollarme...

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  2. Estos comentarios costumbristas y enciclopédicos no molestan nada, Manolo. Todo lo contrario: es un placer.

    Un abrazo.

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