Tarzán y las Navidades
Uno de los mejores regalos de estos Reyes ha sido una caja con doce películas de Tarzán; de Johny Weismuller. Me las pedí yo mismo con la certeza de que me depararían otras tantas horas de placer con mis hijos, que hace unos meses conocieron con gran sorpresa y entusiasmo al Tarzán por excelencia.
Han estado varios días en mi casa; mañana será la última noche de estas vacaciones que duerman aquí. Normalmente, y por suerte, compartimos mucho tiempo, prácticamente todas las tardes de la semana, pero muy pocas noches. Puede decirse que estamos muchísimo tiempo juntos pero viven poco conmigo.
Y a veces son tantas las ganas de tenerlos y de aprovechar esas oportunidades que no me sale bien. Me noto muy tenso; tan ansioso que acabo estropeándolo. Mi afán por que esos momentos sean maravillosos se convierte en un obstáculo. A veces, porque ellos parecen no disfrutar; otras, porque descubro que soy yo el que, ay, lo hace poco, y no me lo perdono. Al final, falta normalidad, la normalidad necesaria para que las cosas fluyan.
Sé que es una sensación que muchos padres y madres compartirán, cada uno por una razón diferente. Y que detrás está el miedo. Y sé que en todos esos casos el consejo es olvidarse un poco del mar de fondo y dedicarse a vivir el momento, dejando que los buenos ratos, si llegan, lleguen solos y sin empujones; olvidarse de la perfección, de expectativas superlativas, y, aunque se hagan planes para aprovechar bien el tiempo, no obsesionarse con un resultado que demasiado a menudo surge donde uno menos se lo espera y depende más del cómo que del qué.
El caso es que acaban estas Navidades y me dejan una sensación agridulce, pues creo que he estropeado un poco estos días.
Hoy Carlos llegó dormido a casa, de ver por primera vez, feliz, la nieve. Le puse el pijama y lo acosté. Paula y yo tuvimos un par de horas a solas, de mayores, estupendas. Y cuando empezábamos a ver al hombre mono apareció medio asustado, con su oveja bajo el brazo, en la sala. Se creía que ya era por la mañana y dijo que había dormido mucho. La acabamos de ver los tres juntos y les encantó. Luego los acosté. Él tardaba en dormirse y le estuve cantando; me tumbé a su lado y no dejaba de abrazarme y sonreírme.
Anticipar, querido, es vivir antes de que esté la vida.
ResponderEliminarSolo lo sorprendente nos puede prender. Pero es impreparable.
Por eso entre lo mejor se cuenta el azar de que Carlos, fuera de todo plan, se durmiera, mayorearas con Paula y Carlos reapareciera para el fin de fiesta.
Y es que de las películas de Tarzán, lo mejor es Chita.
Pues esa imagen final es la normalidad de la que hablas...¿non sí?...y salió sin planear.
ResponderEliminarLo mejor que tenemos los padres es que nuestros hijos nos van regalando nuevas oportunidades día a día.
Take it easy. ;)
Bicos.
LLS.
Quédate con esta frase tuya:
ResponderEliminar"demasiado a menudo surge donde uno menos se lo espera y depende más del cómo que del qué."Es importante.
Como diría Whitman; "coged las rosas mientras podáis"
Y un ilustre maestro:
"Aprovechad el momento chicos..."
Un beso fuerte. ¡Seguro que han disfrutado un montón !
Donde menos te lo esperas, sin proponértelo, fabricas recuerdos imborrables. Mi enano que tiene ya 26 tacos, se acuerda de cosas que me hacen flipar.
ResponderEliminarAmigo portorosa. Siempre es un placer leerte, especialmente cuando las entradas tratan sobre tus hijos. Te escribo para decirte que he vuelto. Con cierto temor, pero he vuelto. Creí oportuno decirtelo. Ya ves.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
¡Ismael! ¿Oportuno? ¡Oportunísimo!
ResponderEliminarMe he acordado muchas veces de ti, y todavía hace poco volví por allí a ver si habías reaparecido. Me alegro mucho de que hayas vuelto.
Un abrazo.
Mis días con mis hijos están llenos de momentos alucinantes. Algunos se los he contado. Es solo que a veces pretendo que todo sea así, y el miedo me hace ver un síntoma en cualquier bajón. El miedo, ya digo.
Pero bueno, solo me vuelvo loco a veces; normalmente soy bastante normal :)
Besos y abrazos.
(Oye, Ismael, ¿pero vas a dejarnos mudos, a los lectores?)
ResponderEliminarDe momento, sí. Ya sabes que nunca he tenido abierta la opción de comentarios. Discúlpame, portorosa, pero creo que así seguirá siendo por ahora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ay, es verdad, ya no me acordaba. Recuerdo ahora que era una protesta recurrente mía. Pero acepto, acepto...
ResponderEliminarLos abrazos y sonrisas de Carlos deberían disipar todos tus miedos.
ResponderEliminarPor motivos distintos a los tuyos yo a veces siento pánico de no estar aprovechando los momentos al máximo, y que despúes no haya marcha atrás; de que esos valiosos minutos hayan sido desaprovechados para siempre. Y al final siempre llego a la conclusión de que los momentos que paso con él son los mejores de mi vida y que probablemente para él también lo son, y que eso al final es lo único que me importa.
Anyway, me alegro de que hayáis pasado unos días inolvidables, de novedades y descubrimientos. Ellos seguro que no los olvidarán.
Me gustó mucho ayer esta entrada; me ha seguido rondando todo el día: te agradezco que la hayas escrito.
ResponderEliminarGracias, Ángel. Me alegro.
ResponderEliminarLast, un beso grande.
¿que serían aquellas tardes de sábado sin las pelis de Tarzán?, en las que siempre se morían los mismos porteadores cuando trataban de subir por aquella montaña...., y decían con cara pavorosa "wuana yuyu"; o cuando tarzán decía "andagua chita".... Un día podemos quedar y ver alguna.
ResponderEliminarPor cierto te perdiste la cara de P. cuando vio mis preciosísimos zapatos rojos......jajajajaja....
Bicazos. Mamen.
¡Hola, Mamen!
ResponderEliminarPues les encantan. Han sido todo un éxito. A Paula, por todo, y a Carlos en un 90% por los animales. La verdad es que están muy bien (yo estoy asombrado de algunas escenas con animales, de lo bien que están).
Un beso.
¿normalmente bastante normal?¿sólo se vuelve loco a veces? bueno todo depende de lo que uno considere como normalmente o como a veces.
ResponderEliminarMuchas veces las grandes decepciones o desengaños en nuestra vida vienen motivados por que esperamos más de las personas, de los momentos, de las situaciones, de los viajes, de las tardes con nuestros hijos, nuestros padres, nuestros amigos, etc.. , decía que esperamos mucho y a veces el resultado nos decepciona.Tendemos a idealizarlo todo y eso es lo que puede hacer que no seamos capaces de disfrutar y de darle verdadero valor a las cosas, a los momentos, a las personas,etc.
Hagame caso disfrute de cada momento, pero no planee que todo será maravilloso, si así fuere la vida sería demasiado aburrida.
Por si la silla está coja: opalazon.blogspot.com
ResponderEliminarNo sé por qué tienes miedo si se ve que tus niños te adoran.
ResponderEliminarPor cierto, muchas gracias por acordarte siempre de mi, y por supuesto tambien te deseo lo mejor para el 2010.
Un besazo.
Roxana
¡Roxana, qué alegría saber de ti! Veo que te dieron el recado, qué bien.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario y por los buenos deseos. Espero que te vaya muy bien, de verdad.
Un beso.
Bienvenido, O., y suerte con el libro.
ResponderEliminarMuy buenas de nuevo, Porto.
ResponderEliminarMmm, sí esas ansiedades producen una sensación muy desasosegante. A veces uno quiere atrapar el tiempo tan fuerte entre las manos que pasa como cuando uno lo hace con la arena de la playa: Que se nos escapa ievitablemente entre los dedos. Y entre las ansiedades porque ese tiempo se nos pasa y/o porque las cosas no transcurren como las habíamos idealizado, no disfrutamos plenamente, completamente.
Sí, para los que ya andamos cerca de los cuarenta aquellas sobremesas de los sábados con las películas de Tarzán eran estupendas. Supongo que ahora, inevitablemente, no las visionará de la misma forma que entonces. Recuerdo la primera vez, después de muchos años, en que volví a ver un trozo de un capítulo de "Pipi Calzaslargas", y me produjo una sensación más agria que dulce. O peor, me dejó indiferente. De nuevo querer atrapar un tiempo, supongo. En este caso uno que ya no vuelve.
ay, Porto, qué
ResponderEliminarqué
qué
entrada
tan
tan
ay
aunque
¿¿por qué les pones esas pelis a los pobres niños?? mi padre me ponía cantinflas y luego se mosqueó muchísimo cuando me fui a vivir a México... ojo!
Hola, Riley. Me ha gustado tu comentario. Gracias.
ResponderEliminarPero lo de las películas no te creas, me parece que están francamente bien. Sobre todo para la época. Ya digo que la labor con los animales me parece asombrosa.
Ay, Aroíña, ay... ¿qué?
Siendo hija de padres separados, a mí lo que me da miedo, pero mucho miedo, es tu actitud.
ResponderEliminarMe imagino, Silvia, que te suena a agobios, obsesiones o algo así, pero ¿ puedo preguntarte por qué lo dices?
ResponderEliminarPues mira, es muy largo de explicar. Pero la historia es de manual.
ResponderEliminarSeparación de la madre.
Nueva novia o folla-amiga en 0'2 segundos después de dejar a la madre. O incluso antes de haberla dejado.
Tensión y agobio para estar con los niños. Que, obviamente, puede ser por querer aprovechar el tiempo con ellos, pero lo normal es que no lo interpreten así, sino "estorbamos". Y al final pensarán: "si tanto querías estar con nosotros, existe algo que se llama custodia compartida. Pero es tan cómodo, pero tan cómodo, ser un tío, tener hijos y separarte... Luego se cuenta en un blog que oh, lo que quieres a tus hijos y ya está. El mejor padre del mundo!!
Supongo que ese es tu caso, por lo que dices. Y lo siento, lo siento por ti.
ResponderEliminarPero no es el mío, Silvia. Ni en el fondo ni en las circunstancias. No deberías decirle a alguien algo así, tan grave, sobre algo tan importante, sin saber.
No deberías hablar de nada sin saber, vamos.
Pues no tengo ninguna duda de que es y será el mejor padre del Mundo.
ResponderEliminarNi todos los hombres son iguales, ni todas las mujeres tampoco.
Porto, no dejes que ciertas cosas te hieran. Es muy fácil hacer daño con la palabra.
un beso con todo mi cariño y sabes que es mucho.
Muchas gracias, Luna, eres un sol.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Yo sí sé y conozco: Silvia, la extrapolación del manual que sirve para los casos de ese manual es absurda.
ResponderEliminarEs como arreglar un marcapasos con el manual de instrucciones de una furgoneta.
Siento que tu dolor, más que razonable, te tape la visión a todos los demás. Te vuelve injusta, cuando pretendías ser justiciera.
Como tú dices ese es un miedo que tenemos casi todos los padres y madres, el saber si conseguimos que el tiempo que pasamos con nuestros hijos llega a ser maravilloso para ellos, si pasamos suficiente tiempo con ellos, si... El tiempo pasa rápido, y esos niños que no despegaban de tus piernas ni con palanca, según crecen se van soltando, y la misma obsesión que tu cuentas me ataca aunque sea por otros motivos.
ResponderEliminarHay que disfrutar cada momento como es.
Un abrazo
Un abrazo, Hit.
ResponderEliminarY otro para ti, NáN, con mi agradecimiento.