22.2.08

R-e-s-p-e-c-t

Como afortunadamente y a pesar de todo cada vez vamos siendo más civilizados, el respeto a los demás (a su derecho a opinar, a sus propios criterios, a su punto de vista, a su libertad para elegir camino por ajeno que nos resulte, a, en fin, su derecho a vivir su vida) es ya entre nosotros, y con independencia de que no deje de infringirse, una norma de convivencia generalmente aceptada y considerada necesaria. Y tratar con personas que la obedecen es una suerte.

Pero qué diferencia, qué salto a otra dimensión en las relaciones personales, cuando uno se encuentra con alguien que no sólo cumple dicha norma sino que se la cree, que actúa por íntima convicción, que en verdad siente ese respeto.

Y ya si uno, tímidamente, es capaz de llegar a pisar el umbral de ese estadio, cómo se despeja el horizonte, cuántas barreras se caen a nuestro alrededor, cuántos recelos desaparecen, qué cerca vemos a los demás y qué liberación sentimos.

12 comentarios:

  1. Tienes razón. Cuando se llega a ese punto seguramente se abre una nueva dimensión y se logra apreciar todo de una forma distinta.

    Sin embargo, ¡qué difícil es alcanzar ese punto! Pasar de las palabras a la s acciones, no decir sólo que "respetamos" a los demás, sino realmente hacerlo, demostrarlo y estar convencidos de eso...

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  2. Claro. Pues eso, que no respetamos, sólo nos comportamos como si lo hiciésemos (y no es poco, que conste, y es de agradecer).
    Si se llega a dar ese paso, el cambio es radical. Todo se ve de otro modo, y las cosas se vuelven más fáciles.

    Un abrazo.

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  3. Para mí la cuestión es de donde proviene el respecto. Si viene de una norma de conducta, de un código moral o de unas reglas de urbanidad, yo tengo serias dudas de que solo encontremos beneficios en una actitud respetuosa.

    Y es que todas esas restricciones civilizadas juegan en contra de lo instintivo y emocional que nos aportan la energía y la motivación para enfrentar la vida.

    Evidentemente no abogo por desconsiderar a las personas haciendo prevalecer mi necesidad de expresar mis emociones. Ni mucho menos. Pero me parece más importante la actitud de apertura y aceptación a todas las experiencias que la de de ser políticamente correctos. Y dentro de esas experiencias está lo emocional, lo que nos gusta y lo que nos disgusta: está el germen del conflicto. Y ser respetuosos para no estrar en conflicto me parece descorazonador.

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  4. Discrepo respecto de que cada vez vayamos siendo más civilizados. Que las normas de convivencia -el liberalismo político, para entendernos- se vayan incorporando al acervo cultural común "con independencia de que no dejen de infringirse", no solo no es contradictorio, sino que es una prueba de ello, es decir, de que no avanzamos en civilización. Desde luego, moverse en un compartimiento cerrado de gente tolerante es una gozada... siempre y cuando uno no pierda de vista el mundo exterior

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  5. Pero es yo creo que esa es la diferencia, Taliesin, entre el respeto de verdad y la pose de lo políticamente correcto. El que respeta de verdad, convencido, no tiene ningún conflicto emocional, no anula sus emociones ni sentimientos, no es una cuestión de autocontrol llevado a extremos. El que respeta de verdad simplemente comprende que otras formas de vivir, de entender la realidad, otros objetivos en la vida son posibles.

    En cualquier caso, yo también estoy de acuerdo con Porto en que comportarse "como si" es mejor que nada (si a alguien le perjudica ese respeto de pacotilla es únicamente al que lo practica y nunca al que lo recibe).

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  6. Me falta un "que", sorry.

    Por supuesto, con todo lo anterior no quiero decir que yo lo haya conseguido. ¡Qué más me gustaría a mí!

    Un beso Porto.

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  7. Si te entiendo bien, Taliesín, estoy de acuerdo contigo. Creo que hay que afinar lo que dices; pero creo que ya lo haces, y me parece muy interesante tu "toque de atención". Te diría lo que María, pero es que estoy seguro de que sobra, de que ya lo sabes.

    Brian, recuerdo tu afirmación de que el Hombre no mejora, que no somos cada vez mejores desde un punto de vista ético (bueno, por resumirlo mucho). Y creo que tienes razón. Pero no sé si al hablar de civismo no estaremos hablando de otra cosa; de una mera norma que sí va perfeccionándose. A mí al menos me parece que sí es un avance de la sociedad, de la nuestra, inculcar ese respeto a lo diferente, enseñar una actitud receptiva y abierta.
    En cualquier caso, confieso que me cuesta verlo con claridad.

    Quizá influya esta hora y este cansancio. En fin.

    Un abrazo a todos, y un beso a ti, Mary.

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  8. Afinando un poquito más.
    Es distinto el respecto cuando es consecuencia del manejo hábil de las emociones que el respeto como un "a priori" que regula nuestra conducta.

    En el primer caso no evitamos la experiencia y por tanto el conocimiento que puede sobrevenir de ella. Su premio es la intimidad con las personas, madurada en las refriegas de la relación.

    En el segundo caso, se trata de un respeto no abierto a los demás, que son aceptados de forma incondicional pero superficialmente. La condena es un sentimiento de soledad y falta de autenticidad.

    Sinceramente no creo que el quid sea el convencimiento sino, llamémosle así, la inteligencia emocional.

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  9. Pero bueno, qué casualidad, los tres conectados a la misma hora un viernes por la noche!

    Yo no tengo claro si el quid está en la inteligencia emocional o en la simple bondad. Aunque tal vez lo que yo considero ser una buena persona no es más que una evolución natural de alguien con mucha inteligencia emocional ???

    Empieza el desbarre, mejor lo dejo aquí y me voy a dormir ...

    Buenas noches a todos.

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  10. En el primer caso no evitamos la experiencia y por tanto el conocimiento que puede sobrevenir de ella. Su premio es la intimidad con las personas, madurada en las refriegas de la relación.

    En el segundo caso, se trata de un respeto no abierto a los demás, que son aceptados de forma incondicional pero superficialmente. La condena es un sentimiento de soledad y falta de autenticidad.


    Me parece bien.
    Creo.

    Un abrazo.

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  11. Pues cuando uno está establecido permanentemente en esa actitud, a veces es cansado el ejercicio de la relatividad continua y la apertura de mente exige mucho... pero lo que le resulta extraño a uno es que no esté todo el mundo de este lado. Quiero decir, por qué practicar la convivencia en pluralidad de opinión, si no crees en ella, por qué aceptar que otros tengan su opción distinta, si no estás dispuesto a cambiar la tuya. Casi parece ridículo, ¿no crees?.

    Además, es más divertido hablar si además se escucha.

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  12. Creo, sí, Balcius. Es, desde luego, una actitud limitada.
    ¿Pero no es, al menos de cara a una convivencia pacífica (si bien falta de autenticidad, probablemente, como señala Taliesín), preferible contar al menos con eso? Yo no creo que fuese mejor quitarse las caretas, porque la cerrazón, si no tuviera que disimular, crecería sin parar.

    Un abrazo.

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