Si la última noche sueñas con nocilla sin hacer muecas
Bajo este ingeniosísimo título se esconde un comentario (que no una crítica, válgame Dios) sobre los tres últimos libros que he leído.
Como muchos de ustedes habrán adivinado, se trata de Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo, Si te comes un limón sin hacer muecas, de Sergi Pàmies, y La última noche, de James Salter, que he terminado hace unos diez minutos.
El de Pámies y el de Salter son libros de relatos. El de Fdez. Mallo no se sabe muy bien, pero se supone que una novela. Les recomiendo los tres; léanlos.
Nocilla Dream es un libro raro, como podrán leer en absolutamente todas las reseñas escritas sobre él. También podrán leer cosas como que se inspira en el zapeo, que es una yuxtaposición de imágenes sueltas que van configurando varias historias, algunas relacionadas con las demás y otras independientes, entre las que se intercalan otros comentarios, generalmente breves, que no forman parte de ellas pero sí de la idea de la obra. Y eso es, más o menos.
A mí, además de original, me ha parecido muy interesante y muy bien escrita (a pesar de la mala edición, llena de erratas, como la de la tilde de Walter Benjamin en la contraportada, que ahuyentó a Conde-Duque). La verdad es que me ha gustado mucho. Las historias entremezcladas (mosaico, mosaico es otra cosa que también leerán) me parecen muy buenas y mejor contadas. Y en fin, nada, que me parece que Agustín Fernández Mallo escribe muy muy bien. Y sencillo, no sobra casi nada.
Una de las sensaciones dominantes que tenía mientras leía era que el autor debe de ser una persona muy inteligente, además de culta (cultura actualizada, a la última, además). Me llamó la atención la combinación de literatura y ciencia que hay en la novela, supongo que reflejo de la formación de Fernández Mallo.
Otra, era que me habría encantado escribir algo así. Lo cual, aunque uno querría ser escritor y, de entrada, escribir casi cualquier cosa que se venda en una librería, en realidad no es algo que le pase con todo lo que lee; ni siquiera con todo lo que le gusta.
Si te comes un limón sin hacer muecas también me gustó, pero creo que menos (dentro de un mes lo podré confirmar, cuando vea el poso que me queda de cada una).
Es lo malo de escribir relatos, creo yo (hace unos días hablaba Xavie sobre eso, sobre la eterna discusión del mérito y dificultad relativa de escribir relatos y escribir novela), que tienen que ser buenísimos, porque, si no, casi es como si fueran malos: pasan por ti, o tú por ellos, y te quedas como estabas.
Que conste que algunos de los relatos de Pàmies me han parecido magníficos (por citar uno: Brindis). Y también me ha dado la impresión de que debe de ser un tío muy inteligente y también me habría gustado escribir su libro (qué tonterías digo). Pero le veo una pega, y es que parece perseguir siempre el efecto sorpresa, el final rotundo que cierre todo. Y ya sé que eso es algo que se busca al escribir un relato, que no es nada nuevo, pero en mi opinión ese planteamiento conlleva dos riesgos: que los lectores estén, simplemente, cansados de golpes de efecto finales (es mi caso); y que, en la medida en que el autor se juega el relato a esa carta, si el pretendido final redondo no lo es tanto el resultado puede decepcionar.
No obstante, y aunque Sergi Pàmies no sabrá jamás de estas líneas, no quiero ser injusto con esto de los finales: los relatos están muy bien escritos de principio a fin. Hay alguna frase, alguna expresión, algún adjetivo, que para mí sobran, a los que se les ve el truco (y con esto me refiero a eso que hacemos todos los aficionados y que los escritores, cuando son buenos, llegan a desterrar: que se note el esfuerzo, el trabajo, que se note que queremos hacer literatura y escribir bonito), pero me parece que son contadísimas excepciones.
El caso es que tanto Nocilla Dream como Si te comes un limón... han tenido algo de mala suerte conmigo. Sobre todo el segundo. Porque inmediatamente después de acabarlos he leído La última noche, de James Salter (por cierto, tanto éste como el de Fdez. Mallo fueron recomendaciones leídas en Leyendo a la sombra, y el otro no recuerdo en dónde, pero también en un blog: los tiempos están cambiando...). Y me temo que aquí ya estamos hablando de otra cosa.
Los relatos de La última noche me han parecido una maravilla. Duros, tristes, algo desmoralizadores, y maravillosamente escritos.
Y permítanme hacer una comparación, a propósito de lo que decía antes: Salter no busca una mini-historia con principio, desarrollo y, sobre todo, final; Salter se imagina una historia, una historia larga y real, una vida, y nos muestra un trozo. Y en ese trozo, en a lo mejor unos minutos, nos dice todo lo que importa. La vida entera desnuda en un vistazo.
Creo que eso es escribir bien, y quien lo hace un gran escritor.
Conocí al físico gallego Agustín Fernández Mallo hace pocos días. Me pareció una buena persona, sencillo, cordial, directo y con las ideas muy claras. Entre otras cosas confesó su deuda con el realismo fantástico gallego, en primer lugar con Conqueiro. No he leído ninguna crítica que resalte esta dependencia. ¿Cómo lo ve usted, Señor de Portorosa?
ResponderEliminarNo he leído los dos primeros títulos, pero comparto contigo el aprecio por los relatos de "La Última Noche". Magistrales de principio a fin, me provocan una tremenda ansia de seguir aprendiendo el oficio de escribir. Proporcionan, para un aficionado como yo, recursos y herramientas que desconocía. Quizás algún día consiga manejar alguna con cierta destreza. La verdad, cuanto más escribo, menos me gusta lo escrito. Pero no cejo en el empeño. Un abrazo.
ResponderEliminar... y yo que pensaba que ibas a escribir sobre tu hija, por lo de la Nocilla.
ResponderEliminarTe admiro por dedicar tanto tiempo a la lectura, sobre todo si tienes problemas. Yo, con el problema más grande de mi vida sólo he podido leer un libro en cuatro meses.
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarMire, Gregorio, yo ahora podría intentar apuntarme un tanto relacionando cosas del libro, como un árbol lleno de zapatos colgando, con Cunqueiro; pero la verdad es que mientras lo leí don Álvaro no se me pasó por la cabeza ni una vez. Lo cual sólo quiere decir eso, claro: que yo no me he dado cuenta.
Un abrazo.
Nuca, ¿admiración? No, nada de eso, nada de admiración.
S. Maugham dijo Adquirir el hábito de la lectura es construirse un refugio contra casi todas las miserias de la vida. Yo no estoy de acuerdo, o, al menos, creo que hay demasiadas excepciones; pero sí es cierto que a veces uno busca un descanso leyendo, y con algo de suerte lo encuentra.
Bienvenida.
Rythm, un abrazo. Lo dicho, te aconsejo los libros.
Sí, la errata me hizo salir huyendo, pero al final uno acaba tragándose estos sapos sin importancia (la culpa es de los editores, no de los autores), igual que terminaré leyendo "La cosa en sí" pese al Berckeley o acabo de releer "Viajeros contemporáneos" pese al Coes (no Cees) Nooteboom de la contra. En fin...
ResponderEliminarComo dice Gregorio Luri, Fernández Mallo es una persona muy sencilla y cordial. Paseando por la Feria del Libro me topé con su cartel y su cara y le compré el libro, aunque le dije que me parecía muy mal lo de las erratas. Su dedicatoria fue comprensiva con mis manías: "Para X., pasa por alto las tildes en Benjamin. Con un abrazo fuerte, A.".
Me ha gustado, porque se lee con mucha facilidad. En eso se distancia claramente de los posmodernos.
Cuando les leo a ustedes, normalmente me callo para que no se me vea, pero hoy es un dia un poco especial: todo se ha puesto del revés en la piel, asi que, como sé que todos ustedes son unos caballeros y sé que no me lo van a tener en cuenta, simplemente quería decirles que es una gloria leerles cada mañana cuando levanto las persianas. Es que estoy segura de que se lo debía a todos. Gracias.
ResponderEliminarUn beso
Hola Porto,
ResponderEliminarMe quedo con tu comentario de que estás un poco harto de finales sorpredentes. Yo también. Y eso que los utilizo con profusión en los micros que escribo.
Creo que el microrrelato, aparte de ser un género apropiado a los blogs, acaba cansando. Aunque se tengan buenas ideas, la maldición de la estructura acaba por hacerlas uniformes.
Y me apunto los tres títulos para cuando tenga tiempo y pueda hacer algo más que leer a autores muertos.
Gracias por citar la discusión del otro día. Cada vez tengo más claro que el esfuerzo sostenido es lo más difícil de esto de escribir. Lo que comentas de Nocilla Dream me parece particularmente interesante. Ya sabes que yo apuesto francamente por la poética del clic, o del zapping, llámala como quieras. Una nueva manera de contar historias. Si no leemos igual y si los impulsos y los estímulos que recibimos son diferentes, ¿por qué seguir escribiendo de la misma manera?
Y ya que estamos con este tema, me permito recomendarte un libro de crítica (si es que tienes gana, claro) de Vicente Luís Mora, el poeta y crítico cordobés del que ya hemos hablado en alguna ocasión y que pretende sistematizar los intentos por llegar a esta nueva forma en la narrativa. Literatura pangéica lo llama. Y Fernández Mallo aparece. Y también Fresán. Y no creo que haga falta decir más.
Un abrazo y disculpa el tono pedante del comentario. :-D
Buenos días.
ResponderEliminarAh, ¿así que al final lo has leído, Conde? Bueno, ya ves, a mí me gustó; y eso que podían haber revisado una vez más la edición, ¿verdad?
Ella, por mi parte, muchísimas gracias. Eres muy amable. Y, por mi parte también, el que debe algo a alguien aquí soy yo, que escribo este blog para que me leáis.
Gracias.
Xavi, la verdad es que he pensado varias veces en ti en relación con Nocilla Dream. Me parece que te gustaría, que te iría bastante, el libro. Incluso el autor me recuerda un poco a ti, ¿sabes?
Creo que tienes razón en lo del microrrelato y los finales. Y ya, ya sé que tú recurres a ellos a menudo; y en mi opinión, bien, a pesar de que después uno pueda llegar a estar cansado, como dices, de esa estructura y de esperar ese colofón. Quizá es que es un género (¿un género?) del que no se puede pedir mucho más que el golpe de ingenio, ¿no crees? Por eso me gustó mucho más el libro de Salter, por eso me gusta Carver, o Cheever; me parece que van más allá, que sus relatos se limitan a seguir al protagonista unas horas o un par de días, y ya está; con la particularidad de que eligen las horas más significativas de su vida, o casi, que eligen el momento crucial.
Podríamos seguir hablando de esto. Yo al menos me veo capaz de seguir diciendo chorradas.
Lo dicho, creo que debes comprar Nocilla Dream. Y ya me contarás.
Un abrazo.
Y a todos.
Hola Portorosa, lo primero que quiero es enviarte un abrazo muy muy fuerte. Y después, contarte que leí hace poco el libro de Pamiés. Hice una visita a Barcelona y aprovechaba los trayectos en el metro para leer 1 ó 2 relatos. Me gustó el libro y me gustó leerlo en Barcelona. Desde siempre leo cuentos, sobre todo en periodos en los que no encuentro la concentración necesaria para leer argumentos más largos. Es cierto que busca el final impactante de forma demasiado evidente pero me encantó la ternura que desprenden sus textos. Tampoco está nada mal el prólogo del (siempre) genial Vila Matas.
ResponderEliminarOtro abrazo lleno de fuerza.
Y una recomendación (aunque es un libro triste, lo advierto): Los girasoles ciegos de Alberto Méndez. 4 relatos maravillosamente escritos. Repito, muy triste.
ResponderEliminarGracias, Princesa, por el abrazo y por la recomendación. De ese libro ya me había hablado muy bien un amigo; habrá que verlo.
ResponderEliminarUn beso.
Con su permiso me sumo a la recomendación de princesa, los girasoles es tan triste como bello. Creo que no me emocionaba tanto con prosa desde cumbres borrascosas.
ResponderEliminarHablando de Nocilla Dream, reitero lo dicho en el monasterio del Conde y de paso añado que prefiero al Fernandez Mallo poeta; su Jean Fontaine Odisea me parece de lo mejor escrito en España en lo que va de milenio.
Buenos días.
ResponderEliminarYo, Greg-eco, es que como no leo poesía... (por ahora).
Muchas gracias.
de los tres que mencionas sólo he leído a Fernández Mallo.
ResponderEliminarEl palabro que yo utilizaría para definir Nocilla dream sería "colás", en todo caso.
Lo recomiendaría sólo si se tiene una actitud abierta; no es una novela al uso.
Estoy de acuerdo.
ResponderEliminarUn saludo.
Y yo que te iba a hablar de un poeta......
ResponderEliminarSoy bienvenida Porto
Pues nada, soy un avergonzado no-lector de poesía. Pero tú háblame de poetas si quieres, que a lo mejor surte efecto.
ResponderEliminarLa Momo de Ende es chica, ya, pero no estaba seguro.
Un beso.