21.7.05

Lamentablemente, continúo con lo mismo.

[Acabo de enterarme, a las 15 horas del día 21, del nuevo atentado en Londres. Espero que no estemos ante otra tragedia.
Por favor, que nadie lea esto como si hubiera sido escrito desde la frivolidad y la falta de respeto. Creo que no debería hacer falta aclararlo, pero aun así quiero insistir en que mientras lo redactaba no sabía que en ese momento había gente aterrorizada y, quizá, muriendo.
Lo que pienso, lo sigo pensando; pero, como más abajo digo, creo que hay situaciones en que uno debe estar callado. No quiero borrarlo, pero ahora mismo habría esperado para publicarlo.]

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Por desgracia, no creo poder cumplir mi promesa de dejar por una temporada los temas espinosos. Por desgracia, creo que el protagonismo del nuevo terrorismo en nuestras vidas no está sino empezando a hacerse notar, y me temo que tenemos por delante muchos años de tragedias, preocupación, miedo y tristeza; y también muchos años de discusiones, de debate, de posturas enfrentadas, de recelos contra los diferentes y contra nosotros mismos y, en suma, de tensión, que no es más que otra cara de la violencia.

Ustedes ya saben, más o menos, lo que yo pienso: hay que luchar contra el terrorismo visible con todos los medios con los que contamos (y que básicamente es lo que ya se hace, con inevitables fallos pero con muchos éxitos), y a la vez hay que estudiarlo más profundamente, desde un punto de vista más amplio, y tratar de identificar y anular las causas del apoyo que le brindan las sociedades en las que se asienta, apoyo que en mi opinión es la base de su fortaleza.

Estos días parece que no hay comentarista que no quiera opinar sobre el tema. Y, entre las opiniones que están en desacuerdo en mayor o menor grado con la manera de enfocar el problema que yo defiendo, hay básicamente tres grandes posturas:

a) "¡El terrorismo es injustificable, no se puede hablar de causas!".

b) La que comprende el razonamiento pero considera que es completamente inoportuno exponerlo y defenderlo, pues cree que así están dándosele alas a los terroristas, ya que en el fondo se está diciendo que es comprensible lo que ocurre y tienen razones para hacerlo. Esta postura suele acabar diciendo que hablar de causas objetivas deriva en decir que en última instancia nosotros (las víctimas) somos los culpables de lo que (nos) pasa. Me atrevería a decir que, al final, también creen que los que sostenemos esa postura estamos justificando el terrorismo; que no es lo que pretendemos y no lo hacemos conscientemente, pero que es lo que conseguimos.

c) Los que niegan la relacion causa-efecto y consideran que hablar de razones es una falacia, porque no existe ninguna relación entre las que se suelen dar (ya saben, pobreza, falta de democracia, ignorancia, incultura, percepción de la política internacional, sentimiento de injusticia, etc.) y la aparición del terrorismo.


Con respecto a la postura A, creo que no entienden nada; ni lo que pasa ni lo que se les dice.

La postura B, en cambio, merece todo mi respeto aunque no la comparta.
Yo ya creo haber dejado claro que lo que aquí estoy escribiendo pretende ser una reflexión lo más objetiva posible sobre lo que está pasando, y planteada siempre desde un punto de vista práctico (es decir, partiendo de la convicción de que el conocimiento del fenómeno, sus antecedentes y sus causas es necesario para la resolución del problema); y que no tiene nada que ver con lo que yo opino sobre el terrorismo, con lo que opino de los terroristas y los atentados, ni, por supuesto, con la tristeza que siento por las víctimas y el miedo por todos nosotros.
He dicho, también, que creía que en determinadas situaciones y en ciertos momentos el análisis, las opiniones críticas, las cuestiones, los peros y las matizaciones no procedían. Creo que hay momentos en los que sólo cabe mostrar nuestro apoyo, nuestro dolor y nuestra pena; y que hay que saber darse cuenta de cuándo hablar de los porqués puede ser una falta de respeto hacia las víctimas.
Pero, una vez pasado ese momento, me parece un error pensar que hay que seguir callados. Me parece un error pensar que estamos haciendo mal al pretender observar el problema objetivamente y tratar, en fin, de ver qué pasa y por qué, y qué podemos hacer para que deje de pasar.
No creo que ese análisis nos debilite (al contrario, creo que esta fidelidad a la verdad nos hace más fuertes, y que mantener la cordura y la capacidad de análisis es justo lo contrario de lo que pretende que hagamos el terrorismo), no creo que estemos dándoles argumentos (los terroristas tienen su discurso más que organizado, y argumentos a cientos, reales o inventados), no creo que haya que dejar de señalar hechos ciertos porque coincidan con alguna parte del discurso terrorista (decía no sé quién, no sé cuándo: "Franco y yo creemos que 2 y 2 son 4, y no por eso soy franquista, ni voy a dejar de creerlo"), y creo, sobre todo, que este planteamiento es el más útil en la lucha anti-terrorista.


Y, finalmente, con respecto a la postura C, que pone en duda la relación entre las condiciones de vida de la sociedad de los países islámicos y el surgimiento y fortalecimiento del terrorismo internacional, esto es lo que tengo que decir (cada vez escribo más como si importase lo que yo pensase...):

Los argumentos en contra que más oigo suelen centrarse -entre todas las características de aquellos países- en la pobreza, y vienen a decir que ligarla con el terrorismo es una falsedad por dos motivos: porque hay muchas zonas pobres en el mundo en las que no hay terrorismo; y porque muchos de los terroristas viven bien y no son pobres (para probar esto, se dan datos sobre el nivel de vida de los jeques que desde nuestras capitales codirigen la yihad, se dice -he leído- que la clase media palestina apoya las acciones terroristas en mayor medida que la clase más baja, y, por supuesto, se recuerda que Bin Laden es multimillonario).
Junto con eso, suelen decir, para acabar de desmontar la teoría causa-efecto, que no puede haber una relación entre el terrorismo y las condiciones en que se encuentran las sociedades de los países árabes y musulmanes, pues en muchas ocasiones los terroristas llevan toda su vida viviendo entre nosotros, y algunos incluso han nacido aquí y llevan vidas normales, como las nuestras, y no están influidos por las circunstanciasde de los países que han dejado atrás.

A mí esto me parece un verdadero despropósito. Y creo sinceramente que obedece (dejando aparte los casos que se explican simplemente por la incapacidad de la mayoría de nuestros columnistas de segunda fila) a que en su razonamiento parten de un juicio de valor del problema y pretenden llegar a una conclusión que sirva a sus certezas morales. Pero, en cualquier caso -insisto- voy a tratar de explicar por qué pienso lo que pienso.

1) Desde el primer momento he tratado de diferenciar las razones por las que surge un movimiento terrorista de aquéllas por las que éste encuentra apoyo social y se hace fuerte.
Entre las primeras podemos encontrar de todo, desde la mayores burradas, dignas de verdaderos tarados, hasta argumentos razonables pero que casi siempre sirven de cebo para atraer a la gente mientras en realidad la organización terrorista sirve a sus propios intereses. Pero no son esas causas las que deben estudiarse; al menos, no desde una óptica distinta de la policial, en mi opinión.
Sin embargo, las causas del triunfo del terrorismo, las causas por las que una organización para nosotros criminal es vista por buena parte de una población como su única defensa y su única arma contra los que consideran sus enemigos, las causas por las que dicha organizacion cuenta con un enorme apoyo social, ésas sí debemos estudiarlas a fondo, comprenderlas y trabajar para que desaparezcan.
Estamos hablando, por tanto, de un fenómeno social, estamos hablando de características generales de una comunidad, y no de individuos aislados (que son los que conforman la cabeza visible del terrorismo, y por tanto no entran en mi comentario). Excepciones llamativas, puede haber decenas; pero lo que importa es el perfil de una sociedad, sus rasgos principales.

Y entonces me permito afirmar lo siguiente, fácilmente comprobable: la violencia en el mundo es directamente proporcional a la pobreza, la desestructuración social (desempleo, inseguridad, desorden, inestabilidad, movimientos migratorios, etc.), la ignorancia, la incultura (en su sentido más básico), y, en fin, todo lo que hace que la población viva en la miseria y la falta absoluta de esperanza e ilusión de cara al futuro. Más resumidamente (y con menos precisión): las zonas más pobres del mundo son las más violentas, y aquéllas que gozan de mayor riqueza, y en las que ésta está mejor repartida (quedan fuera, por ejemplo, países árabes cuya altísima renta per capita teórica no refleja la situación real), son los más pacíficos, los más "civilizados" del planeta.
Esto es tan indudable que se cumple a cualquier escala: por grupos étnicos dentro de un mismo país (Estados Unidos es un buen ejemplo de desproporción de delitos por razas), por regiones dentro de un Estado, por barrios dentro de una ciudad, o por épocas dentro de la historia de un mismo lugar. Y las únicas excepciones aparentes se dan en Estados donde regímenes autoritarios impiden el crimen mediante su represión (violenta; así que la excepción no es tal).

¿Qué ocurre? Que lo que no se cumple es la relación pobreza, etc./terrorismo. No, efectivamente, lo que se cumple es la relación pobreza, etc./violencia. Y eso se ha cumplido siempre y sigue cumpliéndose en todo el mundo. Pero... si no adopta la forma de terrrorismo (y más concretamente de terrorismo internacional, pues el otro es más antiguo y no nos ha preocupado nunca, salvo cuando lo teníamos dentro), no nos importa. Mientra esa violencia no nos ha afectado directamente, no nos hemos ocupado de ella.
Pero, claro, ahora se ha manifestado de un modo que ya no podemos obviar; ahora se ha vuelto contra nosotros. Y ahora importa. Y ahora hay que estudiar las causas.

2) Las causas por las que una sociedad acoge al terrorismo son las mismas, con diferencias cuantitativas, por las que los hutus y los tutsis se masacraron durante años, por las que Centroamérica vive en guerra desde hace décadas, y por las que hay calles en las principales ciudades del mundo que están en manos de bandas de jóvenes que matan y mueren a diario.

¿Pero cuáles son las diferencias cualitativas que han hecho surgir el terrorismo, que han hecho que la violencia latente (estructural y cultural, diría Galtung) se haya manifestado de esa forma? Yo aquí me declaro incapaz de dar una respuesta, pues tendría que conocer la mentalidad del terrorista, a sus cabecillas, a sus líderes y supuestos ideólogos; y no es mi caso.

No obstante, me atrevo a apuntar dos circunstancias que no se dan en otros lugares, y que en mi opinión han facilitado el surgimiento y crecimiento del terrorismo:

- el dominio de una religión que aún está en un estadio atrasado desde el punto de vista estrictamente cronológico (y que la hace parecerse en tantas cosas al Cristianismo medieval) y que además ha evolucionado hacia corrientes extraordinariamente radicales y violentas per se (corrientes, de nuevo, que no triunfarían si no encontrasen el terreno abonado), y que ha servido de argumento principal a la hora de convencer a su pueblo ávido de respuestas, que ha llegado a identificar el terrorismo con la guerra santa islámica;

- el petróleo, o, mejor dicho, el enorme peso que éste ha otorgado a la región en la política internacional (peso que hace que la población vea a ésta como un ingrediente fundamental en su día a día y tienda a responsabilizarla de la mayoría de sus males), y, a la vez, el sentimiento de injusticia que ha contribuido a generalizar en la población, sentimiento que surge de la consciencia de que son otros quienes se aprovechan de sus riquezas (y esos otros incluyen a sus propios gobernantes, generalmente cuestionadas por el integrismo).

En cualquier caso, creo que para analizar este aspecto es preciso conocer el problema mucho más a fondo.


3) Por último, diré que creer que los musulmanes que viven entre nosotros son -socialmente hablando- como nosotros es un error.
Es iluso pensar que vivir aquí significa que comparten con nosotros ambiente, influencias, ideas, cultura, educación, información, etc., cuando la realidad es que en la mayoría de los casos estamos ante grupos que llevan una vida aparte dentro de una sociedad aparte, en sus calles, con su gente, y de acuerdo con sus costumbres (incluídas las religiosas), constituyendo por lo general guetos poco permeables a la sociedad que los rodea. Aun así, hay quienes se adaptan bien y se encuentran a gusto e integrados; yo incluso tiendo a pensar que serán la mayoría (¿?). Pero es más que comprensible que esto no sea un proceso fácil ni rápido en un alto porcentaje de inmigrantes. Y sin duda es creíble que haya casos en los que la adaptación sea nula, y el contacto con nuestra sociedad no haga más que radicalizar sus convicciones previas.

Eso por un lado. Por otro, ¿cómo puede alguien creer que incluso los perfectamente adaptados van a olvidarse de dónde vienen, de cómo se vive en sus países de origen, y de cómo siguen viviendo sus familias? Ese background (que diría un guay) lo tienen presente, los condiciona y los marca. En muchos casos para bien, pero en otros para mal.


No estoy tan loco como para creer que con esto agoto el tema, por supuesto. Pero al menos me quito la espinita de leer todo lo que leo y no comparto.
No creo que a nadie de los que defienden este plantamiento se le pase por la cabeza que la lucha convencional contra el terrorismo (y no tan convencional: el Reino Unido empieza a darle importancia al papel de la religión y a intentar influir a través de ella) deba ser sustituida por estudios a largo plazo del problema de fondo . Pero sí, que debe ser completada con ellos, y con las medidas que de ellos se deriven, para que las soluciones lleguen y sean permanentes.

Más simple e impreciso todavía: O hacemos que el mundo sea más justo y la gente viva mejor, o tendremos que defender con uñas y dientes nuestra burbuja de paz, abundancia y bienestar.
Y mientras, se matarán entre ellos como hasta ahora.

(Ya puestos a sentar cátedra...)

11 comentarios:

  1. Lamentablemente, sí, es preciso seguir hablando de lo mismo. Y qué añadir, amigo mío, cuando uno está tan de acuerdo (¿tan cuerdo?).

    Dentro de unos días, precisamente, me voy a Londres. Tengo miedo, lo confieso. Y, sin embargo, deseo zambullirme en ese caldo espeso de terror silencioso que anega la City. Quiero pulsarlo, palparlo, auscultarlo, pensarlo, sedimentarlo y, finalmente, teclearlo en mi blog para quien quiera leerlo. (No sé resistirme a esta especie de instinto periodístico vocacional, amateur, que siento desde siempre).

    Un abrazo fuerte.

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  2. Comparto en todo su opinión.
    Añadir un punto que en algún momento de la conversación (la que otros mantenemos en la vida directa) salió hace tiempo.
    El éxodo hacia el norte, hacia los países ricos sería evitable bajando ese norte al sur. Haciendo un norte a medida.
    Pero claro, esta solución (viable) entra en clara contraposición con el futurible deseable de una mezcla de civilizaciones.
    Creo que esa mezcla (enriquecedora, sobre todo para ellos)es actualmente, dadas las diferencias, inviable. Por eso la posibilidad de un norte al sur se ofrece como una solución factible.
    Respecto a su nota sobre los acontecimientos de ayer, en fin, nadie en su sano juicio (sano) puede pensar que sus planteamientos sean frívolos.
    Estudiar y analizar a la sociedad y sus enfermedades debería ser algo tan necesario como estudiar y analizar las enfermedades o los virus. Tal y como hace actualmente la medicina.
    La luz de la razón y el pensamiento crítico siempre han producido las mismas reacciones entre los fundamentalistas de cualquier origen. No hay más que analizar la historia, desgraciadamente siempre ha sido igual.

    Por cierto, su ideal de vacaciones se parece mucho al mío...pero creo que el mío es más cómodo. Una camota grande (para ir rodando por zonas fresquitas)y sólo pensar en respirar...jojojojojo.

    M.

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  3. Como le adelanté, Miranda, es usted bien venida.
    Con respecto al equilibrio norte-sur, lo cierto es que lo que he dicho de nuestra burbuja es completamente aplicable a la inmigración, por supuesto. Querer impedir, o incluso regular (es decir, lograr que la inmigración no sea masiva e incontrolada, y por tanto desestabilizadora para nosotros e insegura para ellos), la entrada de inmigrantes en nuestros países es intentar ponerle diques al mar (bueno, los holandeses lo consiguieron...). Vivimos en una isla de paz y riqueza (no lo duden: relativamente, esto es el Paraíso y Jauja a la vez), rodeados por un océano de dificultades, inseguridad y miseria, poblado por miles de millones de personas; ¿de verdad cree alguien que, mientras estén convencidos de que para salvar sus vidas y darles alguna esperanza a sus hijos tienen que llegar aquí, algo va a impedírselo?
    Mientras "su" mundo no cambie, no tienen nada que perder.

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  4. ¿Y usted que propone, Sr. de Portorosa?
    ¿Condonar la deuda externa?
    ¿No seguir mandando miles de millones de euros o dólares para que se los pulan los dictadores de todas esas islas de miseria? ¿Abrir nuestras fronteras de par en par, sin control alguno, para que participen, sin integrarse jamás, de este paraíso que disfrutamos los occidentales? ¿Entonar una palinodia cada mañana por haber nacido en Europa, en los Estados Unidos de América, Australia, Nueva Zelanda, Japón o Canada?
    ¿Organizar conciertos como Bob Geldof?
    No lo sé, la verdad, me gustaría leer algo que no fuese tan teórico y, en mi opinión, tan equivocado.

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  5. Hola, T. Entiendo que se está refiriendo a mi último comentario, el de la inmigración (aunque en realidad todo está relacionado).
    Mire, empiezo diciéndole que, por supuesto, sé que yo no pinto nada y que lo que yo diga no tiene ninguna importancia; escribirlo es sin duda un ejercicio de vanidad.
    En cualquier caso, yo sólo intento describir la situación; quizá eso ya sea demasiado pretencioso, pero la verdad es que lo intento (aunque ya en mi artículo he dejado claras mis limitaciones).
    Hablar de soluciones sí que es algo que se me escapa, y que reconozco que se me escapa, y por tanto ni se me ocurre proponer medidas concretas.
    Ahora bien, sí me atrevo a decir cuál es la dirección por la que hay que ir: más ayudas, más generosidad (¿o se cree que el único motivo por el que no llegan es su corrupción?; las cifras de gastos en ayudas al desarrollo comparadas con las demás de cualquier presupuesto nacional son ridículas); exigir en contrapartida cambios políticos (cambios que no se exigen ahora, en muchos casos, porque esos regímenes corruptos "trabajan" para nuestras empresas y nuestros intereses, dándonos unas facilidades que un Estado normal no nos daría); no limitarse a dar dinero, sino financiar proyectos concretos (como hacen tantas ONG's); no ligar las "ayudas" a la adquisición de bienes suministrados por el país donante (algo habitual, y criticado infinidad de veces, pero que no cambia); no contribuir a acabar con sus recursos naturales (importantísimos también desde el punto de vista económico); regular la situación de los trabajadores que vienen aquí, y no explotar a los que allí trabajan en fábricas de multinacionales, etc., etc., etc.
    Mire, sé que es difícil, muy difícil (no soy un utópico idealista, se lo aseguro); pero no tanto porque técnica y materialmente lo sea, sino sobre todo porque intentar eso exigiría una serie de renuncias materiales que no estamos dispuestos a aceptar. Desde el accionista millonario de una multinacional que se aprovecha del caos del país donde se instala, hasta usted (que supongo que no es ese accionista) y yo, que queremos la ropa, los electrodomésticos, el móvil y la gasolina baratos, tendríamos que dejar de vivir tan bien; y no estamos dispuestos, es cierto.
    ¿Es difícil pasar de la teoría a la práctica?; yo diría que es imposible. Pero eso no hace que sea menos cierta la situación descrita.

    En cuanto a la inmigración: no, no propongo eso, y creo que hay que intentar ordenarla en la medida de lo posible. Ahora bien, yo, como muchos de ustedes y como casi todos los gallegos, tengo familia en la emigración; y cuando ellos fueron allí nadie se lo impidió, y así salvaron sus vidas; y (aunque sé que hay diferencias) eso hace que yo no acepte que ahora que estamos en el lado bueno nosotros les neguemos una oportunidad a los que llegan (y que, además, necesitamos ya tanto).

    Y nada de esto tiene que ver con sentirse culpable de ser europeo o del primer mundo. Yo no sólo me siento inocente, sino que me parece cojonudo, no sabe usted cuánto me alegro; sobre todo después de ver el resto del mundo. ¿Por qué esa manía de entender una crítica de la situación como un mea culpa occidental? Nosotros tenemos culpa de algunas cosas, y de otras no; pero resulta que los únicos que tenemos medios que nos permitan siquiera intentar que la situación mejore somos nosotros. ¿Que nada nos obliga a ayudar, a sacrificarnos por ellos (algo como mínimo discutible)? Pues no; pero atengámonos a las consecuencias (que es lo que, en realidad, quería decir desde el principio).

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  6. A mí me parece que 'el papel lo aguanta todo' y veo su postura bastante utópica, empezando por su valoración de las ONG's, a muchas de las cuales yo obligaría a someterse a rigurosas auditorias.

    En cuanto a la permanencia en cotos cerrados de los inmigrantes, sólo me voy a referir a los autores de la matanza del 7-J en Londres. Eran británicos, educados en la universidad británica, no eran 'outsiders', y si algo es la sociedad británica es mutirracial y tolerante, su no integración me parece incomprensible e inexplicable por los motivos que usted aduce. Los mismos amigos de uno de ellos han manifestado que era un tío normal hasta que le comieron el coco dónde fuese y se fué a hacer un crminal cursillo a Afganistán. Ahí es dónde está el problema y no en su origen.

    Conozco zimbawitas, hindúes, pakistaníes y hasta chinos de clase media alta, como lo eran éstos, que son más british que la reina.

    Por último decirle que yo si veo una causa al terrorismo islamista, además injustificable, imponer su modo de vida en nuestras sociedades, no cambiar el modo de vida de las suyas. Y no creo, como usted afirma, que no entienda nada de lo que pasa.

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  7. No se en que círculos se mueve usted dentro de la sociedad británica, pero desde luego en el que yo me he movido si son más racistas estallan motu proprio.
    Es un tipo de racismo, además, que sólo he percibido con esa claridad e intensidad allí. Tal vez Austria sea comparable, pero solo se me ocurre esa comparación.
    El desprecio y hasta asco que tienen hacia "lo cobrizo" es de tal intensidad que no hace falta verse en la coyuntura de tener que responder a su actitud, por la sencilla razón de que no es tema discutible.
    Cualquiera que haya vivido en ámbitos como la enseñanza...o la medicina, podrá corroborar lo que digo.

    No es en absoluto una razón para hacerse terrorista, pero sí que lo es para no sentirse british precisamente.
    Respecto a sus conocidos que se sienten tan british, decir que todo el mundo es muy dueño de sublimar como quiere, lo que no quiere decir que los demás contemplen tus sublimaciones de la misma manera. Me ha recordado, por ejemplo, la nueva clase aristocrática de piojos resucitados que tenemos en España...y lo que piensan y dicen de ellos los que se consideran genuínos guardianes de la memez patria.

    Su opinión sobre la expansión político/guerrera del islamismo, es cuando menos peculiar. Resulta de todo punto imbécil que se vengan a imponer (a Inglaterra, España y EEUU _casualidad! según los de la foto de las Azores_) por medio de las bombas su concepto de sociedad, teniendo medios para irse a "evangelizar" continentes enteros del emisferio sur.
    Cuando vea que ponen bombas en Suiza o México, empezaré a dudar sobre la lectura del Corán y sus consecuencias perniciosas para la mente en comparativa con los conceptos de evangelización cristiana en el medievo.
    M.

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  8. T, sólo unas aclaraciones:

    1) Yo no he valorado las ONG's; de hecho, he tenido cuidado de no hacerlo, porque sé que hay muchas con bastante que callar. Lo único que he dicho es que muchas de ellas financian proyectos concretos en lugar de dar dinero, lo cual es cierto.
    2) Tampoco he dicho que usted no entienda nada; sólo he dicho eso de los que creen que hablar de causas es justificar el terrorismo. Yo a usted lo encuadraría -si me lo permite- en la postura C, la que no ve la relación causa-efecto tal y como yo la planteo.
    3) Yo mismo he dicho que esas supuestas soluciones eran, en la práctica, imposibles de llevar a cabo. ¡Por supuesto que el papel lo aguanta todo! No sé si soy utópico, pero creo que si aclaro eso no lo estoy siendo, ¿no?
    4) Con respecto a sus desacuerdos, no tengo nada más que decir. Usted no opina como yo, y ya está. Ahora bien, permítame decirle por enésima vez que yo hablo de causas por las que el terrorismo integrista islámico ha conseguido un apoyo social sin precedentes en la historia... y no de las causas por las que deciden matar; de hecho, he andado con pies de plomo al hablar de por qué en esas sociedades la violencia ha adoptado la forma de terrorismo internacional.
    Pero le diré una cosa: a mí me parece evidente que ese supuesto intento -tan comentado, también- del integrismo islámico de cambiar nuestra sociedad no es causa de nada, sino consecuencia. Ese intolerante y cínico movimiento de Re-reconquista es, en todo caso, una prueba más de lo mal que están aquellas sociedades, de lo atrasadas que están, y otra manifestación más de la violencia latente (sin querer ser pedante: violencia cultural, según Galtung) de la que he hablado; no es la causa.
    Si a usted le preguntan por qué un asesino en serie quiere cargarse a 20 mujeres por semana, ¿le parece una buena explicación decir que es porque quiere sentirse por encima de todas las hembras del mundo y vivir como un dios del Walhalla borracho de sangre? Porque yo creo que lo que en realidad habría que saber es por qué quiere sentirse así, qué le hace estar tan chalado, ¿no?.

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  9. Estamos en la misma línea de ensamiento, como ya sabemos.

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  10. Mas no por saberlo es menos reconfortante verlo confirmado, Roberto. Nunca sobran apoyos, y menos en ciertos temas. Gracias.

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  11. Evidentemente hay que combatir el terrorismo, y hacerlo con todos los medios al alcance del Estado que son muchos y, bien usados, imbatibles.

    Entre esos medios destacan dos armas nada secretas: una es la democracia, y la otra su correlato, la división de poderes. Ambas son extraordinariamente movilizadoras de la opinión pública en situaciones de crisis, contra lo que pretenden hacernos creer los partidarios del autoritarismo, y gracias a ellas se ganó la Segunda Guerra Mundial.

    Cuando un Estado empieza a legislar contra la democracia, generalmente comienza laminando la separación de poderes: es lo que está haciendo el señor Tony Blair en Gran Bretaña. La introducción de medidas similares a las implementadas por la Patriot Act norteamericana inicia en Gran Bretaña la construcción de un Estado policial articulado alrededor de un único poder real, el ejecutivo, reduciendo a los otros dos poderes al papel de meros comparsas. En un paso más hacia lo siniestro y despreciable, Blair y compinches ya hablan de la creación de tribunales secretos para juzgar terroristas.

    ¿Realmente quieren acabar con el terrorismo, o están usándolo para redifinir el régimen político británico?. Parece evidente que se trata de lo segundo.

    A partir de esa constatación, todas las hipótesis sobre el origen y funcionalidad del llamado
    terrorismo islamista quedan abiertas. Y en ese sentido, algunos datos son muy preocupantes, y apuntan inequívocamente hacia EEUU.

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