El éxito
Publicado en el suplemento cultural Táboa Redonda del domingo 13.05.18 |
El éxito
"Preguntarse por la felicidad, a mí me
parece pertinente y lógico. Desde que somos intelectualmente capaces lo hemos
hecho siempre; lo hicieron nuestros padres griegos y, desde entonces, casi
cualquier filósofo y cualquier hijo de vecino que tuviera un momento libre y se
pudiera permitir divagar un rato. Era una pregunta digna, que buscaba una digna
y necesaria respuesta, hasta que fue banalizada e infantilizada por los libros
de autoayuda primero y las tazas de Mr. Wonderful después.
Por eso me pareció muy apropiado que el otro
día un amigo me comentase que llevaba un rato pensando en qué consistía el
éxito. El éxito y no la felicidad. La felicidad se puede ir mucho por las
ramas. Mis hijos, cuando me preguntan qué pediría si me concedieran un deseo,
me aclaran que me deje de paces en el mundo y de su salud y bienestar futuros;
que concrete: algo mío bien delimitado. Y hablar de éxito es un poco más
concreto y delimitado. Digamos que, con él, nos centramos en uno de los ingredientes.
Mi amigo, que lleva en la música toda la
vida como aficionado pero apenas dos años como intérprete, acababa de vivir una
situación que le parecía prácticamente perfecta: había tocado con su grupo
delante de la gente que quiere, todo había salido bien y no había recibido más
que abrazos, besos y felicitaciones. Y me decía luego, todavía descendiendo de
las nubes, que aquello, aquel momento, si no lo era, se parecía mucho a
alcanzar el éxito en la vida. Y a mí no me cabe duda de que tenía razón.
Como siempre, para saber si hemos llegado a
nuestro destino debemos saber a dónde íbamos. Ya lo dijeron Séneca y Lewis
Carroll. Y parece lógico pensar que el éxito, esa empresa finalizada, tiene que
ver con un objetivo y unas expectativas. Por eso no hay dos respuestas iguales.
Una casa, un título, dinero, acabar una maratón o escribir en un suplemento. Por
eso, porque es tan íntimo y personal, nadie puede convencernos de que lo hemos
logrado si nosotros no lo vemos. Y por eso es un error garrafal perseguir las
metas de otros.
A veces esas
expectativas son asequibles y otras no. A veces, si uno es muy rallante, resultan
imposibles de cumplir. Yo creo que me contentaría con saber en qué consisten
las mías, y superar así esta sensación crónica de desorientación, de estar
dando palos de ciego, de buscar sin tener claro el qué. Quién sabe, tal vez un
día, después de hacer algo, después de que algo que parecía normal pase, de
repente me pare, como Fran, y le diga a quien camina a mi lado: coño, ya está,
era esto."
* * *
Como siempre, Portorosa, un articulo que llega al corazón.
ResponderEliminarEn esta ocasión a mi especialmente, y por los comentarios de mis amigos ( esas personas a las que quiero, de las que hablas ) creo que a ellos tambien.
Esa desorientacion de la que hablas, a mi tambien me resulta familiar, y me temo que lo unico que podemos hacer es continuar buscando, probablemente no sea un destino lo que busquemos, sino disfrutar del viaje y de la compañia de los demas viajeros que se suben en cada una de las estaciones que representan los pequeños destinos y que estan configuradas como titulos, casa, dinero, escribir en un suplemento o tocar delante de tus amigos y que tanto nos enriquecen.
Para mí el éxito es estar como estoy ahora: tranquila, feliz casi todo el tiempo y sobre todo tranquila... a gusto. Es una sensación enorme que no puedo poner en palabras.
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