Un lazo fuerte
[Publicado en el suplemento cultural Táboa Redonda del domingo 8 de abril de 2018]
Un lazo fuerte
"Una noche de esta semana despedí a mi hija
Paula, que solo se iba unas horas a Viveiro a tocar en una procesión, como si
se fuera de casa, a la universidad o a vivir -porque sí, por la vida- a otra
ciudad. Creo que fue la primera vez que anticipé su futura marcha. Y la abracé,
supongo que desproporcionadamente, con unas ganas un poco fuera de lugar. Lo
curioso fue que me pareció que ella me respondía igual.
Luego me quedé de pie en el aparcamiento, bajo
el paraguas, empapándome los pies esperando a que el autobús se fuera, mirando
por las ventanas al interior iluminado, lleno de jóvenes con corbata saludándose,
y mirándola: qué pensará, qué sentirá, ella que deja ver tan poco.
Ahora atraviesa la adolescencia, tan conocida
como inescrutable. Una etapa que incluso cuando –como en su caso- es plácida y
tranquila, no puede desprenderse de ciertos elementos, el primero de los cuales
es colocarse a una misma en el centro del mundo y, por tanto, del pensamiento. Y
me pregunto cómo saldrá de ahí, cómo será ella cuando lo haga, después de
atravesar ese maremágnum de autoevaluación, de comparaciones continuas, de
dudas, altibajos de autoestima, ensoñación constante y una especie de prisa por
crecer.
Y, mientras todo eso pasa, ¿qué hago? ¿Qué
debería recibir de mí? No lo sé. Imagino que, en el fondo, lo mismo de siempre.
Por un lado, la tutela material que se nos presupone, la que nos exige el
Código Civil. Por otro, esa especie de orientación que yo llamaría, por
resumir, educación, y esperar que de nuestras referencias, adoctrinamiento y consejos
le llegue algo. Y por último y sobre todo, la base sentimental y afectiva que
le sirva de asidero, que no puede perder nunca de vista y en la que tiene que
saber que siempre se puede dejar caer, porque está allí para ella.
Hace unos cuantos fines de semana mi hijo
me trajo una ramita con flores de un arbusto que crece donde los sábados esperamos
por la furgoneta de surf. Hemos cogido alguna flor alguna vez, los dos. Me la dio
y me dijo: “Para que escribas un artículo”.
También él llegará a la adolescencia, que
no sé si será tan pacífica. Tal vez lo pasemos peor. Pero yo me pregunto si es
posible que algo así se llegue a perder, si hay adolescencias capaces de deshacer
lazos tan fuertes. Y a pesar de los ejemplos en contra me cuesta creer que, por
mucho que cambie y crezca, por muchas turbulencias que vaya a atravesar, el
niño que me trajo unas flores recogidas dos días antes pueda irse.
Confío en que no. Como Paula no se va del todo, aunque a veces
esté lejos."
* * *
Está Ud. poniendo la fábrica con el material adecuado, dele tiempo para que fragüe, con esos divinos materiales no cabe otro resultado.
ResponderEliminarEl transcurrir del tiempo irá disipando conjeturas y ese futuro esperado lo convertirá en algo estable y real acorde con sus actuales deseos…
Muchas gracias, Manolo. Que así sea. Un abrazo.
ResponderEliminarOtro enlace que acabo de ver, relacionado con los anteriores del 06-04-2018:
ResponderEliminarhttp://deferrolparaelmundo.blogspot.com.es/2015/01/cuatro-decadas-despues-dos-curas.html
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