Globalízate
Ya que yo no escribo, les traigo el enlace a una página conocida, de denuncia, centrada principal pero no exclusivamente en cuestiones medioambientales relacionadas sobre todo con la economía sin escrúpulos (que digo yo que habrá otra).
Como saben de lo que hablan y en qué mundo viven, aunque los abusos de cierta forma de globalización cosechan casi todas sus críticas ellos se llaman Globalízate. Porque ese camino, o muy mal se pone la cosa (vuelta a encender fuego con dos palos, y así) o ya no se va a recorrer de vuelta, y de lo que se trata es de recorrerlo bien.
Además, les dejo el último de sus artículos recogido por NáN en su blog. Trata del acaparamiento de tierras. Un ingrediente más de la violencia estructural que no deja de hacer daño.
Mientras, sin ir tan lejos, seguimos observamos con calma y aparente indiferencia cómo se ríen de todos nosotros.
Es casi todo cierto, pero no creo que se rían de nosotros: no llegamos a ocupar tanto lugar en su conciencia como para hacerles gracia. Para ellos no existimos, o tan solo como un producto a consumir.
ResponderEliminarTampoco creo que nos consideren lo más mínimo!
ResponderEliminarPero si el sentimiento de que se están riendo de nosotros está tan extendido, entonces el sentimiento debe referirse a nosotros mismos. A los que tienen un referente imaginario de que los de arriba deben ser honestos y velar por los de abajo, comprobar lo contrario les debe parecer una burla.
En todo caso, imaginemos que surge con una fuerza convincente, la del "ideal que mueve el mundo", la necesidad de unos gobernantes que lideren la regeneración de los asuntos de la tierra.
Ya tenemos el ser y el no ser de Hamlet. El ser, esta última postura, y el no ser, la que desconfía de que el poder se constituye contra los de abajo. Y es la oscilación entre las dos, propia de nuestro tiempo, la que al dominarnos, nos está inabilitando para la acción política, lo cual nos va a conducir a la tragedia, si no conseguimos salir de esa duda paralizante.
La cosa debe de estar mucho peor de lo que creemos, cuando hasta el Papa renuncia?! Algo que no se había visto en 600 años.
ResponderEliminarY al igual que dicen por ahí: "esa no era la dimisión que yo esperaba, para intentar volver a salir a flote. Este barco se va a pique y ahora no nos salva ni la divina providencia" :) :) :)
Jejjeje, 1730, me ha hecho gracia tu comentario con que no nos salva ni la divina providencia, y claro esta la divina mundial providencia, tambien tiene deudas, tambien tiene grupos de poder, tambien hay una mafia bendita en su cupula, y hace dimitir hasta el mas santo, como diria un amigo mio, en todos lados se cuecen habas!...
ResponderEliminarNos queda juntar las manos y ponernos a rezar, ¿ a quien?, pues no lo se, porque supongo que Dios estará ocupado con esto que su representante en la tierra esta dando semejante estallido dentro de la Iglesia, entonces no nos mas que rascarnos con nuestras propias uñas.
Saludos
Mis felicitaciones por los enlaces, a los que he acudido a informarme, en ese maravilloso artículo he puesto mi pequeña aportación referida a la rural Galicia. Muchas gracias PortoRosa, esto es lo que hace falta, información... aunque al final todo siga lo mismo pero, por lo menos que no queda oculto... esto es lo bueno de esta Democracia el derecho a la "información y al conocimiento".
ResponderEliminarSin llevarte la contraria, Taliesín (porque creo que lo que tú expones explica más profundamente todavía las razones de lo que yo digo), a mí lo que me paraliza es el desánimo provocado por la absoluta falta de fe en las posibilidades de cualquier reacción nuestra.
ResponderEliminarClaro que esas nulas posibilidades vienen dadas por mi previa falta de fe en que una reacción medianamente generalizada sea factible.
Estamos resignados, esperando no sé qué o no sé a quién. Cuando no va a venir nada ni nadie que no esté ya.
Buenos días.
Gracias por la difusión, Porto. Y quiero creer que no te las doy como Nán, sino como un "nosotros" en el que estoy integrado.
ResponderEliminarYa leí, Manolo, tu aportación, que me parece muy pertinente, porque lo global actúa localmente. La ventaja de la visión global (ya que el ataque lo es) es que en cierta medida hacemos nuestra la desesperación de los campesinos filipinos y, también, extrapolamos al futuro el hambre que les asolará.
Es necesario, Porto, aclarar bien las palabras para saber en que podemos estar de acuerdo y en que no. Para ello discrimino dos planos, el de arriba y el de abajo. Fe en lo de arriba, en los ideales o en el Poder, no tengo. Pero si tengo fe en lo de abajo. Aquí parece que podemos aparentemente diverger. Si lo de abajo es la voz de las necesidades que nos son comunes y la organización para hacerla valer, yo si tengo fe. Cuando en una movilización con los deshaciados grito, "sí se puede", esa fe es auténtica!
ResponderEliminarCreo entender que tu falta de fe en los de abajo viene de que no entiendes como no hay más gente haciendo oir la voz de la necesidad. Y es cierto. Pero se explica aplicando los dos planos mencionados al individuo mismo. En éstos que no reaccionan, domina tanto lo de arriba (internalizado) que tapan la voz de la necesidad de cambio que viene de abajo. Y abundando más, esperar que algo surja desde abajo es algo que nos viene de arriba.
Sabiendo eso, para curarme en salud, prefiero sumergirme en las corrientes de abajo, con fe, y esperar lo inesperado.
El problema que yo veía en el anterior comentario es que souy consciente de que muchas personas actúan desde la perspectiva de modificar lo de arriba y que, a pesar de que yo no tengo fe en eso, no dejo de verle sentido. Es pues en esa división de estrategias y en las posibles dudas que generan, donde situaba mi reflexión hamletiana.
Escribí en el blog de Nán sobre la impotencia que sentía para cambiar las cosas y, Porto, creo que ésta nos paraliza.Hay que creer que se puede cambiar algo por pequeño que sea.
ResponderEliminarNán, ya leí el artículo de Maruja Torres;gracias.Parece ser que yo que no soy de gritar voy a tener que hacerlo.
B.