5.12.11

Vicedo, Oliva y mi paciencia

Carlos me preguntó esta semana cuándo íbamos a ir a Vicedo. Ya habían pasado dos meses desde la última vez. Y volvimos. Paula, el viernes, de camino, me contó que se había levantado súper contenta al acordarse.

Fue solo un día y medio, no hizo buen tiempo y estuvimos bastante en casa, pero aun así estuvo muy bien. Ellos están siempre contentos en casa; incluso Carlos me decía, el sábado después de comer, "Bueno, nos iremos, ¿no? Que no vamos a venir aquí para no estar nada en casa...". Además, pudimos dar un paseo por el muelle, ir un rato a un parque y comer fuera. Y solo salir a la puerta y mirar el mar ya hace que el viaje valga la pena.


Mi frugal comida
O Barqueiro, enfrente


El sábado por la mañana fuimos al café de siempre. Me encanta que nos saluden; y sobre todo con la alegría con la que lo hace Oliva. Tomamos algo, jugué al Gordo para comprarme nuestra casa, y estuve más de media hora hablando con ella: de cómo le salen los calamares, de cómo se hace el bonito y de los hijos. Para mí fue un verdadero placer.

El único elemento disonante, como de costumbre, lo puse yo, que me enfadé demasiado con ellos, por tonterías y sin razón.

Paciencia: ¿por qué no tendré más paciencia, en las distancias cortas?


Hay muchas formas de ir a la playa


6 comentarios:

  1. ¡¡¡Pero que buenos están el colesterol, los triglicéridos, el ácido úrico y la glucosa¡¡¡.

    Si es que los médicos sólo nos quieren amargar.

    Después de semejante festín está prohibido enfadarse.

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  2. Seguro que después de ese fugaz viaje, disfrutando del entorno y su gastronomía, con la mejor de las compañías. De esta forma uno debe de comenzar la semana con ilusiones renovadas, y proyectos conseguidos!!!.

    Sin duda alguna, ha de ser la mejor de las terapias.

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  3. Lo es.

    Juan, no te preocupes, que yo a diario me cuido mucho, y tengo el colesterol (literalmente) bajo mínimos.

    Besos y abrazos.

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  4. ¡¡Qué bien pinta todo!!

    http://madredemarte.wordpress.com/

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  5. No te enfadarás tanto cuando van encantados contigo ¡y les gusta sentirse "dentro" de esa casa! Eso último dice mucho y muy bien de cómo os lleváis.

    Además, los hijos que no son un poco regañados se sienten un poco preteridos, como si no se les prestara atención: ¡bien saben ellos que a veces dan el coñazo porque les apetece darlo!

    Quiero ir ahí para comer unos huevos tan bien fritos, con las patatas y el chorizo. (y para ver el mar y estar con vosotros, claro).

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  6. Sería maravilloso tenerte aquí, NáN, ya lo sabes.

    La verdad es que, quitando alguna inoportunidad mía, fueron un par de días estupendos, Madre.

    Buenos días.

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