Carlos me preguntó esta semana cuándo íbamos a ir a Vicedo. Ya habían pasado dos meses desde la última vez. Y volvimos. Paula, el viernes, de camino, me contó que se había levantado súper contenta al acordarse.
Fue solo un día y medio, no hizo buen tiempo y estuvimos bastante en casa, pero aun así estuvo muy bien. Ellos están siempre contentos en casa; incluso Carlos me decía, el sábado después de comer, "Bueno, nos iremos, ¿no? Que no vamos a venir aquí para no estar nada en casa...". Además, pudimos dar un paseo por el muelle, ir un rato a un parque y comer fuera. Y solo salir a la puerta y mirar el mar ya hace que el viaje valga la pena.
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Mi frugal comida |
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O Barqueiro, enfrente |
El sábado por la mañana fuimos al café de siempre. Me encanta que nos saluden; y sobre todo con la alegría con la que lo hace Oliva. Tomamos algo, jugué al Gordo para comprarme nuestra casa, y estuve más de media hora hablando con ella: de cómo le salen los calamares, de cómo se hace el bonito y de los hijos. Para mí fue un verdadero placer.
El único elemento disonante, como de costumbre, lo puse yo, que me enfadé demasiado con ellos, por tonterías y sin razón.
Paciencia: ¿por qué no tendré más paciencia, en las distancias cortas?
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Hay muchas formas de ir a la playa |
¡¡¡Pero que buenos están el colesterol, los triglicéridos, el ácido úrico y la glucosa¡¡¡.
ResponderEliminarSi es que los médicos sólo nos quieren amargar.
Después de semejante festín está prohibido enfadarse.
Seguro que después de ese fugaz viaje, disfrutando del entorno y su gastronomía, con la mejor de las compañías. De esta forma uno debe de comenzar la semana con ilusiones renovadas, y proyectos conseguidos!!!.
ResponderEliminarSin duda alguna, ha de ser la mejor de las terapias.
Lo es.
ResponderEliminarJuan, no te preocupes, que yo a diario me cuido mucho, y tengo el colesterol (literalmente) bajo mínimos.
Besos y abrazos.
¡¡Qué bien pinta todo!!
ResponderEliminarhttp://madredemarte.wordpress.com/
No te enfadarás tanto cuando van encantados contigo ¡y les gusta sentirse "dentro" de esa casa! Eso último dice mucho y muy bien de cómo os lleváis.
ResponderEliminarAdemás, los hijos que no son un poco regañados se sienten un poco preteridos, como si no se les prestara atención: ¡bien saben ellos que a veces dan el coñazo porque les apetece darlo!
Quiero ir ahí para comer unos huevos tan bien fritos, con las patatas y el chorizo. (y para ver el mar y estar con vosotros, claro).
Sería maravilloso tenerte aquí, NáN, ya lo sabes.
ResponderEliminarLa verdad es que, quitando alguna inoportunidad mía, fueron un par de días estupendos, Madre.
Buenos días.