16.11.11

Un provinciano en Madrid: trois provinciaux à Madrid

Yo para hacer el examen que les comentaba el otro día, y mis padres por motivos familiares, salimos los tres el lunes por la mañana hacia la capital del Reino, en coche.

No por querencia a lo de toda la vida, sino porque no dábamos con ningún La Pausa ni similar que invitase mínimamente, salimos de la autovía en La Bañeza para comer. Preguntamos, nos aconsejaron, fuimos y comimos bastante mal. Eso sí, rapidísimo.

A partir de ese momento conduje yo.

Este viaje, y la vuelta al día siguiente, han sido como una mini-reconciliación estética con Castilla, creo yo. Al menos con la Castilla otoñal. Las filas de árboles cerca de los ríos, que no sé por qué solo conservaban las hojas de la parte superior de las ramas más altas, muy amarillas, y los colores en general, me encantaron.

Tuvimos una pequeña retención entrando en Madrid, y atasco ya llegando a nuestra calle. Si yo digo que al principio siempre me siento algo abrumado, de mis padres ni les cuento. Según mi padre, si llega a tener que conducir él le da un infarto, además de no llegar al destino jamás.

Esta vez íbamos a zona bien, a la calle Castelló, al piso de una amiga suya. Veo entrar en los marmóreos portales de al lado a niñas de rubias trenzas y pulcros uniformes. Y además de lugares comunes como cuántos mundos hay y hasta qué punto nuestros puntos de partida dificultan nuestros encuentros, una vez más pienso en el mérito que tienen algunos por ser capaces de salir de su burbuja y ver más allá. Y no me refiero a vencer las dificultades, que eso ya se sabe que tiene mérito, sino a ser capaz de superar las propias ventajas.

Resulta que el piso, que es monísimo, no tiene una sola mesa alta, así que al cabo de un rato salgo en busca de un sitio donde cenar algo y cómodo para dar uno de esos últimos repasos de última hora que tantas veces me han salvado la cabeza. Mis padres no vienen, dicen que la sola idea de salir a esa vorágine se les hace insoportable. Y recalo en el VIP'S de Velázquez, donde hay sandwiches y cosas tan guays que no sé qué elegir; y donde compro un regalito para los niños y para C. Después del sandwich me tomo un café con brownie y helado, y decido que al día siguiente me pondré a dieta.

Por la mañana, para un trayecto previsto de 20 minutos salgo con una hora y media de antelación. Voy guiándome por el Google Maps (no tengo navegador, no) y solo me pierdo dos veces. La primera, en la M-30, me da tiempo a decir "Anda, esa era la salida que tenía que coger"; la segunda creo hacerlo todo bien, pero cuando salgo de nuevo de la M-30 descubro que estoy justo en el lado contrario de donde debería; y a la tercera salgo de una rotonda por donde no quiero y resulta que acierto y llego. He tardado un hora.

El examen me parece muy difícil; sobre todo la prueba de audición. Llevo un mes escuchando Radio France International con un nivel de comprensión creo que aceptable, pero las grabaciones que me ponen son la leche, y las preguntas descienden a un nivel de concreción que exige entender to-do. Las pruebas escritas me salen bien, y la conversación, pues lo típico, mucho peor de como hablo cualquier otro día, pero ya veremos.

Como acabo enseguida salgo pitando para el campus de la Complutense en Somosaguas. Y ni me pierdo ni nada (porque me volví a equivocar y gracias a eso acerté...).

En una rotonda veo a Mourinho, el entrenador del Madrid, en un todoterreno Supermiriafiori que conduce una tía que le saca la cabeza: va con cara de cabreo.

Hablo con mi director de tesis, y como con él en el comedor de profesores, o algo así, y eso me hace sentir, por vez primera, en el otro lado. Salgo de la comida encantado por las posibilidades que me sugiere, y bastante animado. Veamos a dónde me lleva este camino. Pero sin olvidar que lo fundamental en este proyecto es disfrutar del paseo.

Y me piro, de vuelta a casa. No he podido ver a mi hermano.

Me llaman mis padres. Han ido a Chamartín en metro, y a la compra, y se encuentran tan agotados y sobrepasados que no piensan salir de casa en toda la tarde. Los veo vulnerables, con menos capacidad de adaptación en ciertos aspectos de su día a día, supongo que algo... ¿mayores?

El viaje empieza muy bien, estoy contento. Aunque en una gasolinera me quedo perplejo cuando oigo hablar en la radio del caso de los seres irregulares en Andalucía. Pienso en expedientes X y en Lovecraft, hasta que separo bien las sílabas.

Continúo tras un café; pero hete aquí que conforme va oscureciendo voy dándome cuenta de que no veo un carajo. Sigue anocheciendo, quito y pongo las luces cortas y confirmo que no hay ninguna diferencia con las de posición. Que los demás coches no deben de verme, y que en breve yo tampoco lo haré, salvo que vaya cegando a todos con las largas. Así que me armo de valor y entro en Tordesillas. Qué poco se imaginaban los Reyes Católicos y Juan II de Portugal, cuando se repartieron el Mundo, que cinco siglos más tarde iba a estar yo paseando por allí buscando un cajero.

Sigo mi camino con dos luces nuevas y 30 € menos. Pero algo ha sucedido, la parada me debe de haber roto el ritmo, porque desde ese momento empiezo a sentirme cansado, cansado, hasta hacer los últimos kilómetros verdaderamente agotado. Todavía me faltan 300 km cuando ya estoy hasta las narices. Me parece que no voy a llegar nunca. Y la pierna derecha, que ya no sé cómo colocar (el coche no tiene control de velocidad de crucero), me duele desde los dedos del pie hasta el glúteo. Por un momento hasta creo que el dolor me llega al lado derecho de la cara, pero trato de razonar y me digo a mí mismo que eso no tiene ningún sentido.

Llueve y hay tramos de muchísima niebla. Entro en Galicia, todavía, y el tiempo, curiosamente, empeora... Llamo por teléfono a los niños, porque ya no me va a dar tiempo a verlos. La última media hora, además, voy luchando contra el sueño.

Y llego al fin al fin.

Menos mal que la acogida es cálida y cariñosa.


8 comentarios:

  1. Sí que es raro, sí. Que te pierdas en Madrid y que en Galicia el clima empeore.

    ¡¡¿A ver si vas a ser gafe?!!

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  2. A proposito Fer, perdiste 30 euros por que el cajero no te los dio o no habia cajero...Y por ultimo en Tordesillas en siglos de cristo bendito, no que fue alli en que se firmo un tratado?.

    Y aun mas, gracias a ese tratado segun consquistaron america, a partir de Colon, fue como se repartieron el mundo.

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  3. Ya, NáN, eso pensé yo.

    No, Ro, 30€ es lo que me cobraron en el taller.
    Sí, claro, el reparto del mundo, por el que en Brasil se habla portugués y ahí castellano.

    Bonjour tout le monde.

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  4. Lorsque tu fasses l'amour avec ton amoureuse, dis-les des mots pasionales en frances.

    Bons dias même aqui, segun la répartition du monde voulu ami

    "Eu prefiero el galego, no me preguntes por que?"

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  5. trois = un. Ese francés...

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  6. En está nueva entrada se confirman varias de mis premisas...

    Que Castilla no es solo marrón, en esta época los tonos ocres y amarillos, sobre todo por las médulas son de cuadro, cuando quiera le mando unas cuantas fotos de hace unos 15 días de la zona en nuestro último viaje.

    Que hay gente que necesita muebles a medida para encajar con el entorno...

    Y sobre todo, nunca salgas de viaje a Madrid en coche sin ir bien preparado, revisado y equipado, el coche... Luces de repuesto por favor, Señor mío... Yo hace 7 años cuando volvía de las vacaciones de Navidad, perdí esos 30€ (sino más) en cadenas en la Bañeza, de poco nos sirvieron porque unos pocos KM más adelante nos quedamos atrapados entre los dos puertos (Manzanal y Piedrafita) ambos cerrados y nosotros en medio, con un bebe de 3 meses y un lindo gatito.....Previsión amigo conductor,... ahora llevamos la cadenas, si me apura hasta en verano.

    Ah! y la mejor manera de perderse en la capital es seguir las indicaciones. A mi me pasa hasta en la ciudad de la Torre de Hércules.

    Suerte para los resultados

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  7. Gracias, 1730.

    Pero sepa usted que sería tontería llevar luces de repuesto, en mi caso, dado mi desconocimiento absoluto de cualquier aspecto de la mecánica del automóvil que vaya más allá de comprobar la presión de los neumáticos, echar agua al limpiaparabrisas y mirar el aceite (fíjese que considero que estas cosas son mecánica; con eso le digo todo): sería incapaz de cambiárselas. De hecho, no sabía ni cómo se abría el capó (que conste que no era mi coche, ¿eh?).

    Buenos días.

    El palabro es "psycidi", que es algo así como un suicidio mental. Pero no vamos a hablar de politica.

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