Diario esporádico de vacaciones: 1ª espora
Hasta ayer, miércoles, no estrenamos la playa ni el mar.
Hasta ahora no había hecho calor; algo que objetivamente limita las posibilidades de estar aquí pero que a mí no me importa demasiado, sobre todo estando acompañados.
Llegamos a Vicedo el domingo, los niños y yo. Aquí nos esperaban M y su hijo C. Es la primera vez que estamos los cinco juntos unos días. Mañana ya se van (nosotros seguimos aquí hasta el 31), y ha sido estupendo. Ha sido también la primera vez que Paula y Carlos nos han visto dormir juntos. Yo estaba un poco nervioso, pero, como de costumbre, las posibles complicaciones solo existían en mi cabeza, y para ellos todo ha sido, aparentemente, absolutamente normal. Estoy muy contento también por eso.
El baño de ayer no fue aquí en nuestra playa, sino en la de Bares. Después de equivocarnos los días anteriores con dos sitios en O Barqueiro, habíamos comido, al fin, muy bien en el chiringuito de Xilloi (sardinas a la plancha, croquetas, ensalada, zorza y pastelón de bonito; y atendidos por una camarera muy amable), y decidimos ir enfrente, donde veíamos sol. Por el camino, cuando los árboles nos dejaban ver el mar el color del agua nos deslumbraba, como casi siempre en esta ría. En la playa estaba tan limpia y transparente que mientras nadaba lo único que veía era mi sombra perfectamente dibujada en la arena del fondo.
El lunes me llegó por correo mi calificación en el trabajo de investigación, el que he hecho este año. Fue una gran alegría, que ayuda a recompensar el esfuerzo de tantas horas y me anima aun más de cara a la tesis.
Anteayer fuimos a Viveiro a ver Cars 2: trama demasiado difícil para los niños más pequeños (que supongo que son los únicos que tienen interés en ver una película de coches que hablan), y por momentos aburrida; los niños se movían, empezaban a hablar, a atender a otras cosas... Un chasco; no se la aconsejo, padres y madres.
Nieve, de Pamuk, me ha durado 75 páginas (o se las he durado yo a ella), que además he tardado en leer casi dos semanas. Otra decepción. Ni me estaba pareciendo en absoluto interesante, ni, sobre todo, me ha gustado el estilo (no sé cuánto influiría la traducción, en este caso al gallego). Y he empezado Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez, comprada a Javi en La Independiente hace unos meses, aconsejado por Lara.
En una tarde ya llevo cien páginas. Creo que está muy bien escrita, y está resultando impactante. Pero por el momento es un libro de los que me deja mal cuerpo (NáN ya había avisado de la incomodidad con la que se podía empezar a leer). Un libro donde todo el mundo parece ser un hijo de puta; y cuando digo todo el mundo quiero decir el mundo entero. Debo de haber tenido una infancia excepcional, y excepcionalmente feliz, y puede que las que creo conocer lo hayan sido también; porque lo cierto es que no puedo reconocer esa realidad donde las cosas horribles son horribles, y las demás, también; donde los que actúan mal, actúan mal, y los que actúan bien solo disimulan. Una niñez de selva triste. Y una adolescencia de supervivencia, en la que nada parece librarse de una sordidez que no deja ninguna esperanza.
De todos modos, esto poco tiene que ver con su calidad literaria. O sí tiene, pero a su favor. Me está gustando, y no creo que la vaya a olvidar fácilmente. Solo espero, por Pablo G., que no sea demasiado autobiográfica.
Aquí, de regreso a las infancias inmediatas, los tres niños juegan mucho y bien, y están entusiasmados con esta situación. Ahora los dos pequeños, después de una mañana de playa que comenzó con un paseo y un baño ¡ya a las nueve!, duermen la siesta animados por la idea de que hoy cenamos fuera, en Viveiro. Yo escribo viendo el mar y el faro; un bote está a los calamares, justo enfrente.
Mañana se van. Los echaremos de menos. Pero me alegro de tener por delante todavía tantos días.
Qué bonito...y cierto, yo también lo he vivido: lo que se vive como normal, para ellos es normal.
ResponderEliminar¡Qué bien! ¡Y qué (sana) envidia! Que sigáis disfrutando mucho de las vacaciones.
ResponderEliminarlos niños ven pocas cosas como raras , sino les damos motivos los adultos para que lo hagan.
ResponderEliminarQue envidia(sana) disfrutar de esa maravillosa playa y de eso de vacaciones ( este año creo que tampoco me toca recordar como eran).
Unbesazo , mas bien ,5 besazos
Hola Portorosa, sinceramente, cada vez me creo menos lo de la silla, que bién te lo montas!!!. Jejeje, me alegro mucho que todo vaya rodado, ahora a disfrutar de las vacaciones, y con respecto a los niños, no puedo estar más de acuerdo, no tienen prejuicio alguno, somos nosotros los que sin quererlo, a veces le transmitimos los nuestros y nuestras propias inseguridades. En resumen, que me alegro que lo estes pasando tan bién y que no te dé tiempo a usar la silla nada más que para comer.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y a disfrutar de las tras merecidas vaciones, que día a día, he visto que te las has ganado a pulso
Me alegro de que esta primera convivencia como "familia mecano" esté funcionando tan bien. ¡¡Y sigo verde de envidia por el entorno natural (como ya le dije a ella).
ResponderEliminarEso sí: cuando vosotros volváis, nos vamos nosotros.
http://madredemarte.wordpress.com/
Besos y abrazos a todos.
ResponderEliminarGracias por lo de merecidas, Guille. Tú, que me ves con buenos ojos.