26.9.10

Clases de Religión

1. Ya comenté una vez que mis hijos van a clase de Religión, aunque a mí me gustaría que no fuese así.

- La profe de Religión nos explicó la historia de Adán y Eva; que habían sido los primeros hombres, y que luego se fueron al infierno por comer una manzana de un árbol donde estaba el demonio.
- ¿Os dijo que veníamos de Adán y Eva...?
- Sí.
- Mira, lo de Adán y Eva no es verdad. Da igual que uno crea o no crea en Dios: el Hombre no apareció así; la ciencia ya sabe cómo es, que procedemos de otras especies, como todos los animales.
- ¿Que venimos del mono? Eso ya nos lo dijo, pero que Adán y Eva eran los primeros hombres.
- Pues no. No venimos del mono; somos sus parientes, más o menos. Pero, en cualquier caso, lo de Adán y Eva no es verdad, no aparecieron dos personas de repente. Eso es solo un cuento y no lo puedes creer, aunque creas en Dios.


Y me quedo pensando en que Utah está más cerca de lo que pensamos.

2. Ayer comimos los tres en casa de una amiga, con dos niñas marroquíes que llevan en España un año y medio. No comen carne, ninguna, a no ser que haya sido sacrificada de acuerdo con el rito musulmán (confieso que creía que lo del sacrificio especial era solo cosa judía; que el Islam solo prohibía la carne de cerdo).

- ¿Y por qué H. y A. no comen carne?
- Porque su religión se lo prohíbe. ¿Qué te parece?


Paula pone una cara que más o menos quiere decir que le parece de locos.

- Absurdo, ¿no? Bueno, pues todas las religiones, incluida la nuestra, la de aquí, tienen cosas así de absurdas, prohibiciones y reglas que no tienen ningún sentido.


Profe de religión, 1 - Yo, 1.

24.9.10

Sincronicity

Sigo con los Diarios de Uriarte. Ayer me estaban gustando bastante, y hoy mucho.

Escribe Uriarte un par de veces sobre cómo en los buenos libros siempre encontramos algo sobre nosotros, porque siempre hablan de las pocas cosas importantes para cualquiera en la vida. Si llevamos la afirmación un poco (o bastante) más allá, supongo que podríamos decir que en todo cuanto nos rodea encontramos siempre algo sobre nosotros y lo que nos ocurre. Y ya nos metemos en camisas psicológicas de once varas.

El caso es que nos hablaba ayer Taliesín sobre sincronicidad, y hete aquí que poco después leo en el libro cómo el autor, en un viaje, se pregunta para qué sirven unas pequeñas construcciones que ve en unos naranjales, y elucubra al respecto; y esa noche comienza una novela que transcurre en Nueva York, en la que un señor de Florida, que tiene allí unos naranjales, cuenta exactamente qué son esas cosas que él ha visto.

Esto pasa mucho cuando lees, y es bastante asombroso. Lo explicarán las leyes de la estadística, pero da la impresión de que se ha producido un efecto telepático que otorga a la lectura un aura casi mágica.

Y yo me quedo con el doble rizo de la sincronicidad sobre la sincronicidad, o algo así.

En otro orden de cosas, como diría un periódico, me gustó leerle esto:
¡He estado en tantos museos donde lo más excitante que he visto ha sido el culo de alguna visitante!

Porque me acordé de mí en el Prado:
Con ambos en línea, tiene mayor poder de atracción un buen culo que Las meninas.


23.9.10

Ritorno

He terminado el curso 2009-2010. Espero ahora ilusionado el siguiente paso.

Acabó en Madrid, donde, como siempre, me sentí de maravilla: amigos (sobre todo amigos), gente distinta y otras formas de llenar el tiempo.

Me leyeron el Tarot. Pregunté si alguna vez me iba a sentir satisfecho profesionalmente. En resumen, la respuesta fue que no, porque a mí el trabajo (cualquier trabajo) no me interesa. La lectura no es que venciera mi incredulidad, pero el... ¿tarotista? me impresionó por su perspicacia y su agudeza para el análisis. Me hizo pensar mucho.


Estoy leyendo los Diarios de Iñaki Uriarte y me están gustando bastante.

Entre otras cosas interesantes, dice una que me ha sorprendido porque me he dado cuenta de que a mí también me ocurre:

He llorado muchas veces en el cine, pero nunca leyendo una novela.

Y me encanta leer; más que el cine, seguro. Pero parece que leyendo es más fácil mantener una distancia, que uno lee desde fuera, que por muy enfrascado que esté en la lectura no llega a olvidar que es el lector; mientras que una película, sin necesitar ser una obra maestra, puede llegar a resultar mucho más verosímil.

Tal vez hay ejemplos más claros de esta diferencia, como el miedo o, sin duda, la risa.

Aprendo también una frase estupenda de Mencken, aplicable hoy todavía a ciertas formas de vivir la moral:
Puritanismo: el obsesivo miedo a que alguien, en algún lugar, tal vez sea feliz.

Por cierto, si uno busca Iñaki Uriarte en Google, lo segundo que aparece es el blog de Ernesto.


16.9.10

Paul

Tiene que costar mucho, mucho, aceptar que fuiste aquel chico que compuso y cantó Yesterday, y que ya no lo eres ni volverás a serlo.

10.9.10

Enfrascado

Llevo unos 40 días, desde que acabó julio, estudiando casi sin parar. Bueno, estudiando no, por fortuna (me daría algo, a estas alturas), sino haciendo trabajos para varias asignaturas.

Aunque desde que empezó septiembre Paula y Carlos están otra vez conmigo, solo paso las mañanas y las noches con ellos (estoy de vacaciones de nuevo, hasta el próximo lunes), y por las tardes trabajo a marchas forzadas; unas siete horas diarias dedicadas a leer y escribir.

Y compruebo hasta qué punto me absorbe, ocupa casi toda mi atención y consume mis energías. Y eso que me gusta y, a pesar del atracón, estoy disfrutando bastante. No se trata de esfuerzo, ni de sacrificio, ni de tiempo, sino de implicación y, digamos, monotemización intelectual. Lo tengo siempre en la cabeza e incluso me cuesta hablar de otras cosas; al menos con adultos.

Y supongo que escribir, o componer, o pintar, o cualquier actividad de ese tipo provocará unos síntomas parecidos. Igual que un puesto de trabajo que exija ese grado de implicación personal y de concentración.

Esto para mí es excepcional, pero hay gente que vive así.

¿Cómo afecta a sus relaciones personales?