Estudio
Muchos años después... ayer volví a estudiar a una biblioteca.
Supongo que mi edad y el hecho de que por primera vez en mi vida estoy estudiando por placer (no así con placer, que eso ya lo había hecho antes, que conste) me convertían en una excepción en la sala de estudio. Pero como para mí los excepcionales eran todos los demás, no se lo creerán, pero buena parte del tiempo se me fue mirando para ellos.
Estudiar, en parte, es duro.
Que sí. Olvídense por un momento de que eran jóvenes e insensatos, y de los atractivos innegables, que no necesito recordarles, de la vida de estudiante. La sombra acechante de los exámenes, la recurrente constancia de la propia niputez, ese toro cogiéndote una y otra vez pese a los propósitos de enmienda, etc., suponen una considerable presión. Por no hablar de las oposiciones: la insoportable rutina diaria que tiene, como solitario faro guía en un horizonte muy lejano, una apuesta a una sola carta.
Ayer había de todo: los aplicados (aplicadas, más bien), la subrayadora de boletines (escalofríos, me entraban, sólo de verla), el que iba tirando, y el que en dos horas y media debió de pasar la página una vez, y que cada dos minutos se recolocaba, muy dispuesto él, se sentaba derecho y se ponía a ello con un renovado ímpetu que le duraba unos treinta segundos, hasta que por ejemplo una uña se convertía en un objeto de un interés y un misterio hasta ese momento insospechados.
Y todos, todos ellos/nosotros, levantando la cabeza como un resorte al menor ruido, atendiendo con agradecimiento y una curiosidad infinita a cualquier distracción, y recibiendo con un júbilo íntimo y conmovedor el anuncio del cierre de la sala.
Me gustó mucho.
Y más me vale, porque es lo que me toca este mes.
No tuve la suerte de estudiar fuera de casa y digo suerte por la envidia que me daban mis amigos de la infancia que se pegaban la vida padre así que tampoco sé lo que es estudiar en una biblioteca, pero si quieren les digo cada imperfección de mi habitación en casa de mis padres.
ResponderEliminarDe su relato, Sr. Porto, deduzco que mucho, mucho no ha estudiado: ni sin obligación ni con placer ni ná... Ahora, el experimento sociológico en la "ligoteca" seguro que dio más de sí de lo que apenas esboza: muchas chicas, usted llamando la atención (por lo inusual, digo) y dedicándose a observar a todo quisque... ¡Córtese un poco si le da por mirar los culos! Cuidado no lo vayan a confundir con una suerte de pervertido de los que dejan anónimos en los buzones... ;-D
http://unhombresentadoenunasilla.blogspot.com/2009/04/experimento-sin-conclusiones.html
Saludos desde la irónica realidad.
Bueno, es que yo estaba con el portátil, con la parte de redacción de un trabajo, y eso da mucho margen para mirar a todos lados, mientras uno piensa o hace que piensa.
ResponderEliminarGracias por el consejo.
Buenos días.
no se lo creerán, pero buena parte del tiempo se me fue mirando para ellos.
ResponderEliminarJajajaja no lo dudaba.
Hoy no echan nada en la telé. Igual me voy a la biblioteca a ver que ponen. Si la encuentro.
ResponderEliminarUn abrazo Porto
Pasé por esa situación hace poco, ya sabe, Portorosa.
ResponderEliminarEra una mirona. Mi primera impresión fue que estaba rodeada de juventud y belleza. Belleza masculina, no lo voy a obviar. Lo mejor de los jóvenes (a casi todos les pasa, creo yo) es que no se dan cuenta de lo guapos que son.
Ahora, de ligoteca nada. En la biblioteca creo que no se mira con ese objeto. Es más bien curiosear, como cuando ojeas estanterías de... de electromecánica.
Mi peor enemigo eran los libros. Esos sí me rodeaban. Recuerde: no se siente al lado de estanterías que contengan literatura. Vaya... a la electromecánica.
Pues yo lo echo de menos, fíjese. Llevo dos años sin estudiar y lo echo de menos. Sobre todo la sensación, tras un mes de trabajo más o menos, de estar intelectualmente agudo, de ir a velocidad de crucero y ser capaz de leer apuntes a una velocidad pasmosa.
ResponderEliminarComience por las lecturas y los trabajos y deje la memorización para el final, cuando el cerebro ya esté habituado. Ya verá como cuando termine la época se tira usted dos semanas sin saber muy bien qué hacer con su tiempo libre, a pesar de haber imaginado miles de planes cuando estaba frente a los libros.
Abrazo y ánimo,
X.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPor cierto,
ResponderEliminarYa sabe que está usted invitado (cómo no, si es usted uno de los miembros virtuales) y que esperamos verle por aquí.
No obstante, reitero mi invitación formalmente:
http://ideasyfragmentos.blogspot.com/2009/07/sabado-11-presentacion-del-bremen.html
Abrazo,
X.
No era mi lugar preferido de estudio, demasiadas distracciones, demasiado poco mío. Los lugares grandes no me invitan a estudiar, me invitan a la divagación y a las posibilidades creativas del pensamiento. Las pocas veces que he estado en una biblioteca recuerdo, eso sí, haber descubierto que me miraban y haber gozado con ello.
ResponderEliminarEn el relato del libro, hago referencia a todo el tiempo que pasaba en la biblioteca. Tanto, que cuando los polis malos de aquellos tiempos antiguos fueron a detenerme, ni siquiera pasaron por casa: lo hicieron directamente en la biblioteca.
ResponderEliminarEs una de las cosas que más añoro, fíjate: esas inmersiones continuas durante uno o dos meses. Y que luego vengan de fuera y te juzguen. Esto no es una tontería, aunque es un infantilismo: trabajar y que te den desde fuera el resultado de tu trabajo anima mucho. Eso lo he perdido para siempre en la vida, dejándolo en la realidad; es decir, en la inseguridad de si lo habré hecho bien.
otro cosejo.
ResponderEliminarEche un vistazo a la totalidad de lo que tiene que estudiar.
haga una lista-esquema de los temas.
es pura psicología. Se creerá que le va a sobrar el tiempo.
luego, tómese un café tranquilamente, pensando que sabe lo que hace, que controla el tema, que no es para tanto.
Y mientras piensa, con esa mirada de suficiencia...
siga mirando culos.
Buenos días.
ResponderEliminarLo de mirar, Europa, supongo que conforme aumenta la diferencia de años con la media, va a más (miras más, y sólo lo haces por contemplar).
Yo, por suerte, ahora no tengo que memorizar nada. La verdad es que me molestaría; creo que me parecería perder el tiempo. Ahora tengo mucho que leer (que se me da bien), comprenderlo (ya un poco peor), procesarlo (flojeo), pensar (...) y escribir (juzguen ustedes mismos). Supone tiempo, pero es mucho más ameno y agradable, para mí.
Pero el ambiente de estudio me gusta. También me sienta bien.
El esquema ya lo hice, Morelli, y vi que "no daba hecho"...
(Con respecto a Madrid, Bremenianos, me temo que no voy a ir: me encantaría, bien lo sabe Dios, pero precisamente porque quiero estudiar y el viaje supondría dos días menos, prefiero quedarme. En fin, otra vez será.)
como bremeniano, lo entiendo perfectamente. Además ya sabe que, salvo yo, son unos borrachuzos: la perdición de Occidente. Así que contando las resacas y molestiuas estomacales... por lo menos 4 días perdidos.
ResponderEliminarIba a escribirle porque me sentía un poco culpable del haberle forzado públicamente.
En el siguiente no tendrá excusa, porque será autor y eso obliga a mucho.
De culpable nada, NáN, sólo faltaría. Benefactor, en todo caso.
ResponderEliminarY el siguiente, en su caso, sin excusa, por supuesto.
Gracias de nuevo, y un abrazo.
Gema dijo:"Las pocas veces que he estado en una biblioteca recuerdo, eso sí, haber descubierto que me miraban y haber gozado con ello."
ResponderEliminar¿De verdad se dan cuenta? ¿También cuando les miran el culo? ¿Qué sienten?
Saludos desde la irónica y curiosa realidad.
gozo.
ResponderEliminarY si las miran cuando están robando un libro, mi gozo en un pozo.
Pues ánimo, a mí también me toca estudiar hasta diciembre. Compaginarlo con el trabajo es bastante complicado, nada que ver cuando sólo había que estudiar...qué tiempos aquellos!Besos.
ResponderEliminarUn beso, Princesa. Me alegro de verte.
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