Pasos de cebra
Qué gran logro de la civilización que unos signos en el suelo hagan que el fuerte respete al débil. Pero qué ridículo (y confieso que no poco irritante) quien, andar pausado, mirada al frente y gesto displicente, cruza con cara de creer que todo el mérito ha sido suyo y estar saboreando en ese momento las mieles de un triunfo personal.
(Y después también hay algunas señoras que, por motivos que se me escapan, cruzan con agresividad, retando a los conductores. Y si van con una amiga, y aunque tú hayas frenado y las hayas dejado pasar como está mandado, oyes cómo le dicen ¡Que pare, vamos hombre!)
Bien visto. El que se lo salta no tiene que aguantar la reprimenda de los que cruzan.
ResponderEliminarHay otro tipo que, al menos, se da bastante por aquí. Suelen ser hombres mayores por lo que propongo que les adjudiquemos el arquetipo "jubilado". Se detienen para cruzar y te ORDENAN que pases. Tú, ya detenido, haces un gesto amable y esbozas una sonrisa. INSISTEN: que pases. Finalmente dices que no, que debes parar y dejar cruzar al peatón. Entonces hacen un gesto indefinido, TE ORDENAN QUE PASES DE UNA PUTA VEZ, se supone que para poder cruzar ellos y miran para otro lado. Arrancas, desesperado. Es entonces cuando desde la esquina opuesta ves al guardia que levanta la mano y hace un gesto, inequívoco esta vez, para te apartes a un lado junto al bordillo. Te detienes, se acerca, bajas la ventanilla, saluda y pregunta: "¿No ha visto usted el paso cebra?"
En ese momento, por el retrovisor, compruebas que el jubilado cruza tan pimpante haciendo frenar bruscamente a un coche que no lo había visto y ha estado a punto de merendárselo en el paso cebra. El jubilado exhibe una sonrisa que se ve, ya lo creo que se ve,desde esa distancia.
Un abrazo.
Muy bueno, Porto. Genia, fpc.
ResponderEliminarNo es que la forma de cruzar la calle nos defina, aunque para psicoanaliarle a uno todo sirve, pero sí hay algo de tauromaquia o más bien Minotauromaquia, en ese enfrentarse el hombre al tráfico, pues el tráfico es la horda de seres híbridos, mitad humanos mitad montón de chatarra y plástico.
En todo caso, me permito aportar un tipo más, que me horroriza y escandaliza sobremanera: la señora con cochecito de niño. Una persona que cruza con aire desafiante exponiendose a sí misma, se la puede considerar imbécil desde luego, pero no cobarde. Ahora, si a quien expone es al cochecito del bebé (que suponemos no está vacío) como diciendo, "si no paras tu conciencia te torturará incluso en el infierno", la bajeza de esa acción revela un tipo de persona cuyo interior me aterra plantearme.
Reconozco haber evocado varias veces la escena de las escaleras de Odessa, con el carrito cayendo no ya de escalón en escalón, sino de línea en línea del paso de cebra, y llegando al final sólo gracias a un milagro. Otras escenas de la película se las reservo mentalmente a la que empuja el carrito.
Bueno, veo que he abierto la puerta de todo un mundo de manías e impaciencias.
ResponderEliminarTambién yo conozco esos dos tipos. Y en el de la persona (casi siempre hombres, y casi siempre mayores, es verdad) que te deja pasar a veces se entra en un diálogo de manos dando paso, cabezas negando y pequeños acelerones que me parece de lo más peligroso, porque al final ya no sabe uno qué hacer, ni cuándo.
Eso de la silla de niño lo he visto y oído yo muchas veces: "Ya parará..."; y yo pensando, "¿Y si no, joder? ¡Ponte tú delante!"
En fin, era una tontería que había pensado escribir varias veces, y me alegro de que os haya gustado.
Balcius, esa Z de menos en psicoanalizarle le da otro sentido a la palabra. ¿Ha sido a propósito?
Un abrazo a los dos.
Soy peatona, confieso, eso ya es una manía. Cuando llego al paso de cebra, estúpida de mí, miro con fijeza al coche que se acerca, como si fuera a poder transmitir al conductor (por telepatía, supongo, no sé...) mi deseo de cruzar sin contratiempos.
ResponderEliminarTambién soy miope, asi es que vaya usted a saber a qué miro...
Creo que a partir de ahora, buscaré semáforos... ;D
Beso, Porto.
¿Quién no es peatón? Aunque parece que los hay que piensan que son un bando, y que los de dentro de los coches otro; y viceversa.
ResponderEliminarQue conste que yo espero hasta que el coche para del todo; y, si ya está parado cuando llego a cruzar, espero a que me mire, y sólo empiezo a pasar cuando estoy seguro de que es así.
Un beso, Respirando.
En algunas pasos de cebra de mi ciudad instalaron semáforos en los que sustituyeron el muñequito en verde por un contador, suponemos que de segundos. Al principio 'concedían' 20 segundos y como hubo quien se quejó del poco tiempo, ahora cuando se enciende la pantallita marca 24. Contemplar a quiénes sí y a quiénes no se atreven a cruzar cuando sólo quedan disponibles 6, 5 o 4 segundos para los peatones es un ejercicio que invita también a la reflexión acerca del buen estado físico que tienen algunos o, mejor, que creen tener. Puedo prometer y prometo que ese ejercicio daría también para más de un tratado de psicosociología. Un abrazo.
ResponderEliminarY no te digo a los que dejas pasar (aun no sé por qué siempre mujeres) mientras hablan por móvil, y a medio pasar paran para terminar aquella conversación tan trascendente.
ResponderEliminarjajaja, un disfrute la lectura de todos y es que en habieno temas tan candentes sobre la miseria humana, no me digais que resultan mil veces más atractivos que el "sexo"
ResponderEliminarLa verdad es, que cuando vas al volante aprecias estas cosas y cuando vas de peatón las contrarias, en fin supongo que así somos, aunque lo cierto es que el despotismo chulesco de ciertos peatones ( que si encima eres nena al volante ya para que te cuento..) a veces me descubre una paciancia infinita... como veis todo son ventajas :)
ResponderEliminarAh, pero aquí tenemos al autóctono chulo madrileño, que se lanza al paso de peatones cuando viene un coche. Y afronta con descaro al conductor diciéndole con la mirada "como me atropelles y me mates, te vas a enterar del paquete que te van a meter, oye"
ResponderEliminarO el "usted no sabe con quien está hablando"
ResponderEliminarEn Madrid, un día, al coger un taxi y ver que, como la mayoría de sus colegas, no ponía el intermitente antes de cambiar de carril, le pregunté alucinado si aquello era una costumbre.
Dijo que no, que si lo ponía le impedían el giro, que mejor pillarlos por sorpresa.
Entonces recordé las regatas en mi tierra, bueno... mejor decir mar. Se lo comenté, y riéndose respondió:
Ve caballero, en todos sitios se cuecen habas.
¡La leche!
Y... magnífico tema.
Que muera la crispación!!!!
Como peatón empedernido (no tengo coche), he sufrido la chulería de tantos conductores que aceleran en los pasos de cebra "porque les da tiempo a pasar" sin atropellar al que ya ha iniciado la aventura de cruzar. O los que pasan cuando ya está en rojo. O los que sólo paran cuando va a cruzar una chica. Las ciudades, amigos, son de los peatones.
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo: son y deben ser de los peatones. Lo cual no es óbice para que haya peatones un poco cargantes.
En mi ciudad, es literalmente de los peatones, que prescinden de pasos de cebra y en las calles del centro cruzan dónde y cuándo quieren. Pero bueno, que conste que a mí no me molesta; y que yo soy peatón mucho más a menudo.
Abrazos a todos.
Aquí una híbrida...y además con coche híbrido.
ResponderEliminarHay malos conductores y malos peatones.
El caso que cuenta fpc, me ha pasado varias veces...sin multa.
Pienso que un mal conductor, es un mal peatón.
Hay algo que me enfada mucho, los padres que cruzan las calles corriendo con niños pequeñitos para esquivar un coche.
No es por presumir, me considero una buena conductora y una magnífica peatona y chulapa de Madrid.
Saludos
Yo estoy al 100% con los peatones, cargantes o no. Porque he visto demasiadas animaladas y porque desgraciadamente he sido testigo de un atropello causado por un descerebrado que creía que lo de "paso de cebra" era una forma de desfilar.
ResponderEliminarMe da igual que el peatón tenga aire chulesco o se demore más de lo debido. Una desatención o imprudencia mías lo pueden, directamente, matar. Y sí, a menudo cruzar resulta una hazaña de la que ufanarse y presumir.
Y para chulas, la lunera...
Podría ser un comentario a tu entrada, pero al final he decidido escribirlo en mi blog. Te animo -os animo- a que pases por mi casa. Un abrazo para todos, en especial, claro, para el dueño de este señorío con quien, aunque él no lo sepa, desayuno cada mañana.
ResponderEliminarMi comentario, vaya por delante, pretendía ser una crítica estética, estética nada más; no nos pongamos tremendos, pues, Rythm.
ResponderEliminarPor lo demás, no se pierdan el post de Ismael. Abarca más. Y dice bien: extrapolando comportamientos que uno ve (cuando no protagoniza) en nuestra plácida cotidianeidad, cabe preguntarse qué no haríamos en caso de crisis, qué atrocidad no estaríamos dispuestos a cometer o como mínimo a consentir con tal de salvar... el culo.
Abrazos y besos, a elegir.
Mientras te leía pensaba en el mismo peatón que Balcius. Me pone enferma esa gente que asoma el cochecito por el paso de cebra y te mira desafiante. Un motivo más para padecer silletofobia (que alguien prohiba las silletas en los probadores de las tiendas!!)
ResponderEliminarLo siento, ya me callo.
Besos.
Besos, Princesa.
ResponderEliminarAh, Ismael, me alegro de lo de compartir desayunos. Un abrazo fuerte.
Pues pido disculpas porque supongo que decir que el post de Ismael Rozalén me ha parecido complemento perfecto a "Pasos de cebra" en este post, igual no está ni medio bien pero no he visto la manera de poner comentario alguno en el otro y aún no se bien como funcionan todas las digamos normas tácitas de como comportarse en un blog, así que, me atrevo y hago el comentario.
ResponderEliminarExcelente y por qué no divertido retal de lo cotidiano Ismael.
PD. Portorosa, disculpas
Nada de disculpas. Allí no se admiten comentarios, no es que tú no hayas sabido dejarlos.
ResponderEliminarBienvenidos los elogios ajenos, aquí.
Buenos días.
Que bien que vivo en un país donde no hay tal agresión por ninguna parte. Donde si te ven a lo lejos venir se paran y te esperan hasta que hayas pasado. Que regalo señores, ahora que recuerdo como se vivía ahí donde cruzar era una aventura.
ResponderEliminarYa veo que hay toda una sociología del paso de cebra, y también una psicología de los que pasan a pie y de quienes lo hacen en cualquier tipo de vehículo.
ResponderEliminarHace un tiempo, de pequeña, mi hija me preguntó por qué no pintaban otros dibujos más..., más... ¿divertidos?, ¿distintos?, ¿menos geométricos?, añadí. Imaginativos, de colores, me dijo, como los que hace Ágata Ruiz de la Prada.
un tercer tipo es el cura-martir, que cruza sin mirar.
ResponderEliminarY cruza sin mirar no por despiste, sino con seguridad, sonriente, feliz de saber que, si lo atropellan, irá derechito al cielo.
Conclusión: cuando veas que un cura cruza la calle apresurado, como el resto de los mortales, mirando previamente si se acerca algún vehículo a motor, o es un cura rojo o acaba de pasarlo muy bien.
Vaya, anónimo, no había tropezado nunca yo con ese tipo de cura.
ResponderEliminarGracias.