Táboa Redonda: El tomate hacendoso
Publicado en el suplemento Táboa Redonda del domingo 03.12.17 |
El tomate hacendoso
"Mientras espero a mi hijo en el
conservatorio leo números atrasados de un suplemento cultural. Porque es francamente
bueno y para ver si, de paso, me inspiro. Leo sobre Rilke, sobre Lutero,
Nothomb, Radiohead, Chimananda Ngozi Adichie, Van Morrison, Alfred Jarry, la
novela rusa, Karen Blixen, Cheever o Marx. Hasta aquí, todo normal. Lo que no
lo es tanto, y a ustedes les parecerá baladí pero a mí me flipa, es que en ese
suplemento escribo yo.
Y esto lo considero algo carente de toda
importancia y, al mismo tiempo, ilusionante hasta parecerme increíble.
La semana pasada aprendí lo que es un
MOOC: curso gratuito masivo (sic) online. Y estoy haciendo uno de la
Universidad de California en San Diego sobre el proceso de aprendizaje. Llevo
más de la mitad y todo está siendo bastante interesante. Todo, hasta que he
llegado al tema de la procrastinación (o sea, la tendencia a ir postergando,
casi indefinidamente, las tareas que no gustan) y la herramienta básica para
combatirla: la técnica del pomodoro. O tomate. Que me pareció una chorrada.
No sé ustedes, pero yo procrastino
bastante. De siempre. El proceso es muy simple, y lo explico mucho más
sencillamente que la UCSD: no me apetece algo y lo retraso hasta que ya no tengo
más remedio que hacerlo porque, si no, no me da tiempo. Llevo toda la vida así
y sobre esa práctica he asentado mis trayectorias académica y profesional con
relativo éxito. Y de hecho, hace poco lo asumí al fin, en un acto de madurez:
deja ya de luchar y engañarte –me dije-, y espera hasta que el agobio de la
urgencia consiga lo que tu voluntad no puede; si, total, es lo que va a pasar…
Pero llega el pomodoro y me propone un
remedio. Consiste en ponerse un reloj de cocina en forma de tomate, para que
suene a los veinticinco minutos, y trabajar ese rato. La explicación tiene que
ver con que uno ha de centrarse en el proceso y no en el producto, para hacerlo
más llevadero.
¿Es o no una chorrada? Pues resulta que
esta mañana lo he probado tres veces, ¡y ha funcionado! He adelantado un
trabajo absolutamente anodino y pesado. Y eso que mi móvil no tiene forma de
tomate.
Lo curioso de mi procrastinación, en
cualquier caso, es que también puede afectar a cosas placenteras. Como por
ejemplo a estos artículos. Yo lo llamo ser vago. Por eso estoy aquí, en este
vestíbulo, rodeado de madres e instrumentos, ya de noche, escribiendo."
* * *
El pomodoro funciona. Yo he escrito mi libro así, no había manera de centrarme en serio hasta que lo probé, con la misma poca fe que tú y conseguí adelantar muchísimo.
ResponderEliminarVoy a ver si me cunde esta mañana.
El pomodoro me gusta en ensalada...por lo demás,no he procrastinado en mi vida.Y quiero probar:dejar para mañana, abandonarme....
ResponderEliminarMuy gracioso
ResponderEliminarEsa figura “procastinadora” se le endosa a un conocido político gallego por sus adversarios, que critican su inacción, dejadez o vagancia y, con la que, mientras él espera sin tomar ninguna acción, los otros se van rindiendo por cansancio o desesperanza.
ResponderEliminarSin embargo, a veces como en el caso catalán, se le enquista, no funciona y se le agrava, obligándole a tomar la tardía y peor solución del ciento cincuenta y cinco…
Tremendos Blogs de deliciosa lectura –como el suyo- en las páginas a continuación indicadas:
ResponderEliminarhttps://madredemarte.wordpress.com/2017/12/07/la-huerfana-que-adopte-en-uganda-ya-tenia-una-familia/
http://lascincoestaciones.blogspot.com.es/2017/12/pajaricos.html
http://www.cosasqmepasan.com/2017/12/lecturas-encadenadas-noviembre.html ilustrado con maravilloso gráfico de tema otoñal.