31.5.15

45

Hoy he cumplido cuarenta y cinco años.




Cuando cumplí cuarenta no tuve ninguna crisis. De hecho, me parecía que entraba en una etapa interesante, donde definitivamente quedaba atrás el desesperado intento de continuar siendo joven de los treinta.



Confieso que este cumpleaños me impresiona un poco más, porque me acerca a los cincuenta, que me impresionan bastante. Me empiezo a hacer mayor, creo. Pero bueno, la vida.



Esta mañana Marta y los niños no me dejaron levantar hasta que tuvieron todo listo: regalos por toda la casa (centrados en la nueva faceta pictórica, sobre todo) y velas para soplar al final. Fue muy bonito y me sentí muy contento.



El deseo que pedí fue seguir así.


20.5.15

2666

Como casi no leo, he tardado meses, pero ya he acabado 2666, de Bolaño.

Me ha parecido una obra maestra.

No voy a intentar analizarla, porque al final repetiría lo que leo en todos lados (es una mezcla de varias novelas, cada una en su estilo y con su tono, que forman un conjunto magnífico), pero ha sido leer gran literatura. Yo creo que este libro es ya un clásico, y lo será.

Y aunque puede que sea injusto (hacia el dolor de quienes lo perdieron y hacia él mismo), frívolo o, sencillamente, tonto, da todavía más pena que se muriese tan joven, el pobre.


11.5.15

De dinosaurios en Asturias

Este puente hemos ido los niños, su madre y yo a Asturias, en un viaje que era un regalo para Carlos y que giraba en torno al tema dinosáurico.

Nos quedamos en una casa en Lastres, y desde allí nos movimos por la zona y un poco más: Gijón, Colunga, Ribadesella, Cudillero, Tapia... Todo precioso y muy cuidado, aunque un poco turístico de más.

Lastres
 



El paisaje asturiano (y habla un gallego que cree vivir en un sitio privilegiado) es alucinante. Parece un jardín bien diseñado, con su alternancia de prados y árboles. Y ver picos nevados desde una playa es fantástico. Con respecto a Galicia hay (además de esos picos) una diferencia fundamental: casi no hay eucaliptos, ni todo lo que ellos conllevan; y se nota, se nota mucho. Y otra más, también achacable al hombre: no hay feísmo.

En Galicia hay mucho feísmo: casas habitadas pero sin terminar, casas terminadas que te hacen desear que no lo estuviesen, galpones de bloque cuyo interior le habría parecido caótico a Diógenes, alrededores de casas que son lodazales y tienen restos de una obra de hace veinte años, fachadas forradas de azulejo, añadidos a tración, y edificación nueva que ni se integra ni lo intenta, sino que atenta contra todo lo que la rodea. No solo hay eso, pero todo eso lo hay, y no hace falta buscar mucho. Y en Asturias, en el campo (no sé en zonas urbanas), por lo que había visto en anteriores ocasiones y volví a comprobar, no; nada: hay muchísimas casas tradicionales, y todas están arregladas, y la construcción actual pasa desapercibida, en el peor de los casos.

Las razones serán varias, pero seguro que todas tienen que ver con decisiones. Y no estamos comparando Suiza con Albania, económicamente. Y me dio mucha envidia.






En cuanto a nuestras visitas, el MUJA (Museo del Jurásico de Asturias) no tiene mucho que envidiar al Museo de Historia Natural de Londres (en el que estuvimos en verano) en lo que a dinosaurios se refiere: está francamente bien. Fuimos a ver unas huellas de dinosaurio, también; que te las tienes que creer, claro, pero que, si lo haces, impresionan, y mucho. Y lo más interesante para mí fue la cueva de Tito Bustillo, donde después de andar casi 1 km bajo tierra te plantas delante de unos dibujos que hicieron unos hombres hace unos 10.000 años... A mí me pareció increíble. Y a Carlos le encantó todo, que era de lo que se trataba.


Carlos en una huella
De lo mejor del viaje fue un paseo por el pueblo que di un día, antes de cenar, con Paula. Estuvimos más de una hora charlando. Ya bastante en serio. Para algunas cosas (importantes) Paula es muy madura; siempre lo ha sido.




Ha estado muy bien.