Me acuerdos (III)
Me acuerdo de los pasos de mi abuela, cada vez más lentos y cada vez arrastrando más los pies, acercándose por el pasillo para abrir la puerta.
Me acuerdo de su olor cuando nos daba un beso al arroparnos, y de cómo nos decía que estirásemos las piernas y nos las frotaba por el frío.
Es un acierto, esta idea de "me acuerdos", tal como la realizas tú.
ResponderEliminarUn abrazo
Se me olvidaba: a John Berger sí lo conozco, he leído una trilogía sobre Europa (Puerca tierra es el título del primero, si no me equivoco), y algunos más, entre ellos uno sobre fotografía que releo a menudo. Me gusta mucho, lo que dice y cómo lo dice.
EliminarUn abrazo
Es curioso pero cuando mis abuelos estaban ya mayores venían a pasar unos días a Covas cuando empezaba el verano y de todos los cambios que esto implicaba el que se me viene con más fuerza a la memoria es el del olor , un olor diferente , a anciano.
ResponderEliminarB.
Me encanta el olor de los viejos, desde niño. Lo que me viene de perlas porque estoy ya cerca de la frontera de empezar a serlo.
ResponderEliminarUna buena serie, Porto.
Yo me acuerdo muchisimo de mi abuelo y de su olor...
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarQue conste que no era el de mi abuela un olor a anciano (de hecho, cuando pasaba esto en realidad no lo era tanto), sino el suyo propio, a cosas de la cocina, a alguna crema...
José Luis, yo leí, que me acuerde ahora, "Un hombre afortunado", sobre un médico rural en Gales (creo), y me encantó.
Yo recuerdo TANTAS cosas que ya no quiero ni acordarme de algunas.
ResponderEliminarMe está encantando esta serie. Reflexiones cortas, precisas, momentáneas...pero dejan tanto en que pensar!!!!
ResponderEliminarEl futuro ensaya en la memoria...
ResponderEliminarEso nos pasa a todos, don Micro. Yo hay cosas que prefiero olvidar.
ResponderEliminarGracias, XEIA.
¡Lector! Lector, cuánto tiempo... Veo que sigues vivo blogueramente hablando; no tenía ni idea. Me alegro mucho de volverte a ver.