11.9.12

Tan cerca

Después de conocer decenas de casas de turismo rural, desde que hace ya doce o quince años empezaron a ser una opción habitual, resulta que la más bonita que he visto estaba aquí al lado.








Estoy leyendo Jerónimo e Eulália, una novela de la portuguesa Graça Pina de Morais que compré hace casi dos años en Braga, durante una visita que recuerdo maravillosa. Entonces escribí:
Y estuvimos en una librería magnífica, que además era una de las más acogedoras que he visto. Se llamaba Centésima página, y creo que por primera vez en mi vida le pedí al librero que me aconsejase qué comprar. Me disculpé por mi ignorancia sobre la literatura portuguesa, pero él pareció darse por satisfecho con que hubiese leído algo. Me recomendó, y compré, A Sibila, de Agustina Bessa-Luís, y Jerónimo e Eulália, de Graça Pina de Morais. Dos novelas de dos mujeres; para él, las dos grandes escritoras portuguesas del siglo pasado. Veremos qué tal.

Llevo aproximadamente una tercera parte y me está entusiasmando. Es una novela introspectiva, lenta, que se para a menudo a describir un paisaje, un ambiente, igual de lentos e intimistas. Transcurre en una aldea, O Brejo, a la altura de Figueira de Foz pero en el interior, y los protagonistas son dos personas soñadoras e inadaptadas, un joven que intenta empezar a vivir y una mujer extraña que nunca lo ha conseguido.

Me hace mucha ilusión, además, estar leyéndola en portugués. Imaginaba que sería capaz, pero no que me resultase tan fácil.

Les dejo unas cuantas frases. Tienen que ver, respectivamente, con M, con mi madre, con Taliesín y con Jesús Miramón:

Mis padres se amaban y, lo que es más raro, se admiraban mutuamente. Había, siempre, una expresión de sorpresa entre ambos.

 ¿...sentir sin causa aparente un miedo horrible de un mal imprevisible? Se llama angustia, eso.

Hasta que se quedaron flotando en la luz grandes copos de nieve. La vida parecía un acontecimiento tangible, próximo y real.

¡Descubrí el único motivo, la única angustia que me ha devorado siempre! ¡La vida pasa, Joaquim! ¡Es increíble!



Una casa junto al castillo de Andrade, una escritora portuguesa. A las dos me han tenido que llevar.

Tan cerca, a veces, todo lo que queremos.




16 comentarios:

  1. Esta entrada es encantadora, me llega muy dentro. La escribes de una forma tan tangible, próxima y real que las palabras van cayendo como grandes copos de nieve flotando ...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Hombre, muchas gracias. Me alegro mucho.

    Además, yo creo que a ti lo portugués te toca la fibra sensible :)

    Otro para ti.

    ResponderEliminar
  3. Venia a decir lo mismo que taliesin...siempre consigues transmitir calma y paz y tranquilidad..de mayor quiero ser como tú.

    Besos!

    ResponderEliminar
  4. No sabes lo que me sorprende, eso, Moli.
    Conmigo mismo el resultado no es siempre tan bueno :)

    Besos para ti también.

    ¡Y no te pases con lo de la edad!

    ResponderEliminar
  5. Bof. Qué sitio. Cuando sea Rey del Universo pondré la corte (secreta) allí.

    ResponderEliminar
  6. A mí, además de copiar a mis predecesores, me haces venir ganas de leer lo que lees, de ir donde vas...

    ResponderEliminar
  7. Las hamacas desperdigadas por la finca (inmensa), bajo los árboles o alrededor de una mesa, eran el sumun, don Micro. No hacía falta nada más para sentirse protagonista de una película inglesa de época.

    Qué bien, Madre. Lo que ocurre es que ese libro no sé si lo hay traducido. Yo he buscado por encima y no lo he encontrado.

    Besos y abrazos.

    ResponderEliminar
  8. ¡Es verdad, es increíble!

    :-)

    Gracias y un abrazo, Porto.

    ResponderEliminar
  9. De Agustina Bessa Luis hay al menos un libro traducido. Lo recuerdo de casa de mi madre, aunque no lo leí, y no recuerdo tampoco el título... En portugués creo que no me atrevería.

    Besos

    ResponderEliminar
  10. ¡La casa tiene una pinta increíble!

    A mí la primera frase me resulta un poco contradictoria: ¿Es posible el amor de pareja sin admiración?, ¿sería amor? Yo creo que la admiración va implícita y lo que me sorprende es que le sorprenda que se admiren.

    Beso gordo

    ResponderEliminar
  11. Era increíble, Mary. Y el desayuno, tanto por lo que te ponían como, sobre todo, por el sitio, también.

    Para mí la admiración siempre ha formado parte de lo que quería sentir por mi pareja. Y seguro(porque en algunas cosas nos parecemos bastante, tú y yo) que para ti también. Pero no creo que sea algo general, que todo el mundo sienta (es más, te digo que la psicoanalista me había aclarado precisamente eso: que ni mucho menos todo el mundo busca alguien que le parezca admirable).

    Por otra parte (y me temo que en esto me parezco más yo a Graça), creo que lo que primero le sorprende es que se quieran.

    Beso.

    Buenos días.

    ResponderEliminar
  12. Y el gato. Un sitio donde un gato duerme tan plácidamente sobre una piedra al sol,tiene que ser un centro de poder y bienestar. Los gatos son los que más saben de eso.

    ResponderEliminar
  13. Pues no había uno, sino dos, ambos siameses, que de vez en cuando se movían casi imperceptiblemente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé por qué siempre buscamos cosas bonitas tan lejos y nos perdemos las que tenemos cerca.Algún día tendré que ir a esa casa.
      Besos,B.

      Eliminar
  14. Tugismo gural:

    http://elpais.com/diario/2002/08/05/ultima/1028498401_850215.html

    :-D

    ResponderEliminar
  15. Siempre hay algo de eso. Está claro que nunca una casa rural fue así; o al menos que mis antepasados rurales no las vieron ni en sueños. Pero bueno, qué no transformamos a nuestar conveniencia...

    Te la aconsejo, B., te la aconsejo.

    Buenos días.

    ResponderEliminar