Damas y caballeros, he de decirles que el pasado jueves Madrid me brindó el inmenso placer de conocer a Calamidad (y a su chico y magnífico anfitrión, Paquete) y a Xavie, dos de mis más queridos personajes blogueros, que finalmente, y en contra de lo que se empeña en asegurar el segundo, resultaron existir.
Delante del teatro Español, en la plaza de Santa Ana, y después de hacer el tiempo durante una hora dando paseos por aquellas calles, aguardé por Calamity, nervioso e impaciente. Nervioso por el temor de no estar a la altura del personaje que ella conocía y esperaba encontrar, e impaciente por ver en persona a la que desde mi llegada a internet me ha acompañado con su alegría y su cariño.
La sensación era extrañísima y totalmente nueva para mí, y les aseguro que el encuentro fue, para los dos, emocionante: éramos aquellos, así; sí, lo éramos, sólo tuvimos que hablar un poco para reconocernos.
De la mano de Paquete fuimos a tomar una cerveza y a cenar. Yo estaba muy cómodo, y muy contento, y charlábamos sin parar (bueno, unas más que otros...).
Y, cuando elegíamos el postre, llegó Xavie.
Xavie es para mí el autor de uno de los blogs más interesantes y mejor escritos que conozco. Y descubrí que es, además, un personaje; un personaje literario creado por la interesantísima persona que conocimos aquel día, que ha cogido una parte de sí misma y nos muestra qué es capaz de hacer con ella.
Quizá alguno de ustedes, con más experiencia en este mundillo, haya vivido una situación parecida a ésta, para mí inaudita: estar con unos desconocidos, y conocerlos; estar con una personas que no has visto en tu vida, y comprobar con cada frase, con cada comentario, cuánto saben de ti y cuánto sabes tú de ellos. En realidad, me pregunto cuántos amigos de los convencionales me conocen tan bien.
Y eso se notaba no sólo en la conversación, que giraba en torno a intereses confesados por escrito, en la que aludíamos a referencias comunes, y que hacía evidente nuestra sintonía; también se podía comprobar en el afecto que, sinceramente, vi entre nosotros. Al abrazar a Cal y al darle la mano a Xavie, les aseguro que estaba saludando a unos amigos, y que me sentí correspondido.
Lo pasé muy bien, lo pasamos todos muy bien, creo. No sé decirles más que estuvimos, después de cenar en La finca de Susana, en un par de sitios de la zona de Huertas. Y que hablamos sin parar; de blogs, cómo no, y de literatura, de ciudades, de trabajo, del Metro, etc., etc.
Quedamos en volvernos a ver, por supuesto. Y la próxima vez esperamos contar además con la presencia del polifacético Rythmduel, que el otro día no pudo acudir.
Y con la de quien, de ustedes, esté por estas latitudes y se anime.