Muchísimo
Publicado en el suplemento Táboa Redonda del domingo 05.03.18 |
Muchísimo
"Cuando
yo tenía nueve o diez años, mi tío me contó, un día que cenó en casa, que al
Sol le quedaban unos cinco mil millones de años para apagarse, y que cuando lo
hiciese también se acabaría la vida que pudiese quedar en la Tierra. Era
profesor de Biología y le gustaba que le atendiese. El pobre no supo qué hacer
cuando vio que de repente me ponía a llorar, desolado.
No
recuerdo cuántas veces pensé en la cama, de niño, que mis padres, como todo el
mundo, se morirían algún día. Pensaba en ellos, sentados en la sala como
estaban en ese instante, y entonces imaginaba que desaparecían para siempre y
nunca más los veía. A partir de ese momento, alternando recuerdos suyos con
escenas de aquel hipotético futuro, entraba
en caída libre hasta que al rato aparecía en la sala llorando. Ellos
trataban de tranquilizarme, con poco o
ningún éxito. Creo que únicamente el hecho de verlos, de tocarlos y tenerlos
delante normales y corrientes me sacaba de aquella pesadilla.
Hace
un par de semanas, mi hijo y yo estábamos viendo “Cosmos” y precisamente hablaban
de eso, del tiempo que le queda a la Tierra antes de que el Sol se convierta en
una gigante roja y la funda. Al cabo de un rato noté que temblaba y vi que
estaba llorando. Yo ya sabía por qué, pero le pregunté qué le pasaba: “Que tú
algún día te vas a morir, y yo te voy a echar muchísimo de menos”.
Le
dije que no se preocupase, que para eso faltaban como mínimo cientos de años.
Pero ese “muchísimo” me llegó hasta el mismo fondo del alma, porque lo dijo con
tal énfasis que vi o quise ver en él todo lo que siento yo: la insoportable,
insoportable e inconsolable tristeza de perder a alguien que quieres, cuando lo
quieres así.
No
se puede tranquilizar sobre eso. Porque, ¿qué puedes decir? ¿Que no es para
tanto? Sí lo es, claro que lo es. ¿Que tiene razón y en realidad la suya es la
reacción más lógica? O que va a llegar alguien a su vida que hará que esa pena
suya de ahora por mí no sea nada, en comparación con el nuevo miedo que
sentirá.
Solo
cabe mentir. A veces le digo que nosotros no nos vamos a morir, y aunque los
dos sepamos la verdad nos quedamos mejor. Mentir y dar cariño para que se
olviden, para que no lo piensen. Como nosotros.
Mi
amigo Ricardo es más optimista que yo, a pesar de que haya decidido no tener
hijos para no perpetuar este desastre de especie. Le cuento todo esto y me dice
que, probablemente, que nos echen de menos sea lo más parecido a que nuestra
vida tenga sentido, la mejor o la única prueba de que hemos valido la pena."
* * *
Qué precioso, qué cierto!
ResponderEliminarGracias, muchas gracias.
ResponderEliminarCuando María tenia 4 o 5 años de repente descubrió la muerte. Paseábamos por la calle o veíamos la tele y derepente estaba llorando, le preguntábamos qué le pasaba y decía "que os vais a morir". Su padre le decía "no, hombre, eso no va a pasar". Yo le decía "para eso queda muchísimo, muchísimo, primero tenemos que hacernos viejos". Se acostaba y al cabo de un rato la oíamos llorar y cuando íbamos era por lo mismo, pensaba que ibamos a morirnos.
ResponderEliminarAhora ya no llora pero es algo que las dos tienen muy presente. Lo saben pero ahora lo tienen interiorizado y ya no lloran. Creo que es mejor saber que puede pasar, que va a pasar a vivir en un limbo. No sé.
Un post más que interesante. Y me alegro de que Molinos, con la que he tenido alguna relación, también esté aquí. Cumpliré sesenta años el lunes que viene. Nada extraordinario, si no fuera porque pienso a menudo, en contra de los consejos de mi mujer, en mi muerte. Por otra parte nada extraño.
ResponderEliminarEn fin, un saludo sin más intención
Los hijos deben la vida a un acto amoroso generativo más o menos igual para todos. A veces falta uno de los integrantes en el proceso vital de desarrollo en esa vida naciente... y sin embargo la protección materna puede superarlo sin mayor inconveniente -mi padre, de Lugo y con una Cruz de Hierro de la División Azul, no se casó- y yo crecí y llegué a la vejez en su ausencia. De ahí ese afecto y cariño materno, que acompañó toda mi vida. Y que me alegre todo acto de celebración y ayuda a la MUJER, celebremos también el 8 de marzo Día Internacional de la MUJER todos los días del año durante nuestra vida.
ResponderEliminarDurante la postguerra de Franco, hubo unas ayudas estatales de protección a las familias.
Recuerdo de mi niñez familias de hasta 15 hijos que disfrutaban esas ayudas estatales de premios a la natalidad.
Recordamos el “Cheque Bebé” del presidente Zapatero. Hoy envidiamos las ayudas en los países nórdicos.
Hubo una famosa envasadora de gaseosas formada por la firma industrial "Los 15 Hermanos", y sus botellas de ¡CRISTAL auténtico! y con un ingenioso tapón articulado con una frisa de goma, que acompañaba a la botella en toda su existencia, hoy en la "invasión plástica" serían bienvenidas por la sufrida Naturaleza esas botellas retornables de cristal...
Formidables Blogs -como el suyo- los siguientes:
ResponderEliminar-Despelleje Oscars 2018:
http://www.cosasqmepasan.com/2018/03/despelleje-oscars-2018.html
-Viejo: _
http://ideasyfragmentos.blogspot.com.es/2018/02/viejo.html
-¿Por qué buscamos los padres adoptivos? :
https://madredemarte.wordpress.com/2018/03/01/por-que-buscamos-los-padres-adoptivos/
Nota: Mi vejez procede de mi natalicio 12 años después del inicio de la incivil guerra del ferrolano Franco. Ha unos días celebré mi inicio vital acontecido el penúltimo día de febrero del bisiesto año de mi nacimiento en igual ciudad que el dictador golpista.
ResponderEliminarVéase página del blog del profesor Baldomero Rodríguez conmemorativo de la fecha:
http://profebaldomero.blogspot.com.es/2012/04/proclama-de-franco-al-inicio-de-la.html
Qué tema más interesante traes esta semana, la muerte…
ResponderEliminarAún recuerdo que, no sé de qué manera, me puse a hacer cálculos de niña con las edades de mis padres y me percaté, sin que nadie me lo dijera (ni contradijera), que más o menos a los cuarenta era muy probable que estuviera ya sin familia, o sea, sola. Aunque la fecha se me antojaba lejana entonces, lo estuve pasando muy mal durante bastante tiempo. Lo cierto es que no me equivoqué ni en un año con mi previsión.
Si me permitís, os voy a recomendar un libro para vuestros hijos pequeños. Es de mi amiga Marta Sanmamed y es maravilloso. Habla sobre cómo afrontar el tema de la muerte con los niños y para los niños: Cipariso.
¡Besos grandes!
C.
Lo buscaré. Gracias, Cal.
ResponderEliminar(Oye, esta noche me voy a la capital. No irás tú de nuevo, ¿no?)
Porto, no te lo vas a creer: ayer mismo regresé de Madrid. Y lo peor es que estas semanas ya no puedo moverme de aquí, por mucho que me apetezca volver a irme :-(
ResponderEliminarSé de buena tinta que vas a ir al Bremen el miércoles. ¡Disfrutadlo mucho! Echo infinito de menos a los bremenautas en las distancias cortas (menos mal que siempre nos quedará el whatsapp, el que no se consuela…).
Un beso muy fuerte y aprovecha tus días por la capi, que siempre hay cosas interesantes que hacer.
C.
¡Ooohhh!
ResponderEliminarLo haré.
Muchos besos.