19.3.17

Táboa Redonda: Geografía y tiempo

Publicado en el suplemento Táboa Redonda el domingo 19 de marzo de 2017


Geografía y tiempo




"Hace un tiempo comentaba yo, a propósito de un viaje a Madrid que tenía pendiente, que parecía mentira que hoy en día no pudiésemos ir por correo electrónico; que tuviésemos que seguir trasladándonos físicamente de un sitio para otro.

Pero la verdad es que en esta época de virtualidad, en la que quienes vivimos en la burbuja, o en la burbuja de dentro de la burbuja, llegamos a creer que todo es posible y hasta fácil, de vez en cuando se agradece un poco de física.

Y eso es algo que consigue la geografía, que nos trae de vuelta al suelo, a lo material, a lo concreto y a todos sus impedimentos y dificultades y esfuerzos. Uno coge el tren o el coche y enfila hacia cualquier destino mesetario y, antes y después de atravesar los montes, tiene horas y horas para ralentizar el ritmo. De repente hay espera, intervalos, y pasa el tiempo entre una cosa y la siguiente.

Y mucho más si lo que uno decide es andar. De mis experiencias en el Camino de Santiago, lo que más recuerdo, además de las ampollas (que no deja de ser lo mismo)  y de mirar a la gente de los coches con el mismo asombro con que los indios precolombinos miraban a los españoles a caballo, es lo que tardábamos en dejar de ver, por ejemplo, un árbol. Aparecía a lo lejos, pequeño, y se iba acercando hasta que estaba a nuestra altura. Y se pasaba una hora a nuestro lado. Y luego todavía podíamos mirar atrás y seguir observándolo quieto a lo lejos. Había un espacio y un tiempo que recorrer, en los que ese árbol estaba. Nada que ver con un árbol en Instagram; y ya no hablemos de un tuit de árbol. Aquello era cualquier cosa menos temporal, y mucho menos fugaz. Había un árbol con el que convivíamos buena parte de nuestra jornada. Y era sorprendente. Y bonito y reconfortante.

Aquí, entre nosotros, cada vez más el verdadero lujo es el tiempo. El tiempo libre, desocupado, sin trabajo ni obligaciones; ni siquiera las que asumimos un día por gusto y han acabado siendo un compromiso más, de los que nos empujan desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche sin que nos enteremos de qué coño hemos hecho. Por eso necesitamos parar en algún momento. Simplemente parar y no hacer nada, ni siquiera entretenernos. Nada salvo, quizá, mirar alrededor y ver qué pasa cuando nos quedamos quietos y nos callamos un rato."

* * *

4 comentarios:

  1. O tempo, un luxo necesario.

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  2. Número 35.635 de El Progreso de LUGO - Táboa Redonda nº 73 del domingo 19 de marzo del 2017
    Al cesar el trabajo renumerado (con ayuda pecuniaria gubernamental o sin ella) se recuperan todo el tiempo que antes ocupaba un mínimo de ocho horas laborales varios días a la semana. Esto es algo que le sucede a diario a un jubilado, es como volver a ser Adán en el Paraíso Terrenal y dedicarse sólo al ocio y a las ocupaciones agradables o a complacer a Eva o a ser padre todos los días y no sólo el 19 de marzo (San José) día del Padre.

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  3. Corrección al comentario aanterior, donde díce renumerado, léase remunerado. Esto es algo de lo que disfrutan los privilegiados que tienen trabajo "remunerado".

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  4. Te leí el domingo y vuelvo hoy. Tienes más razón que un santo: no hacer nada, eso es lo que me gusta e incluso a veces puedo hacerlo. El tiempo, el aire limpio y el agua transparente, esos parecen ser los lujos del futuro, que no creo que vea.

    Sobre el Camino de Santiago, la mejor idea era no tener nada que hacer en todo el día más que andar.

    Un abrazo

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