Táboa Redonda: no se queden ahí parados
No se aburran. Y no aburran.
Algo que contar
En la escena final de “Regreso al futuro”, Martin McFly se reencuentra con su novia, emocionado tras su aventura temporal. Para ella no ha ocurrido nada anormal, y le comenta que ni que llevasen una semana sin verse; y él le contesta que eso es exactamente lo que pasa. Entonces la abraza y, efectivamente, desde ese momento para ella nada es igual.
De acuerdo, una referencia más actual: al comienzo de “Breaking Bad”, cuando la esposa del protagonista ni siquiera sabe que está enfermo, y mucho menos que ha robado en el laboratorio de su instituto y decidido cocinar metanfetamina, él llega a la cama, donde hasta ese momento la actividad sexual era francamente pobre y, por así decirlo, deprimentemente mecánica, y tiene una explosión de libido que a ella no le resulta ni mucho menos indiferente. Capítulos más tarde, las emociones que Walter sigue viviendo en secreto se traducen en un cambio de actitud de consecuencias muy notables sobre su vida marital.
¿Y ustedes? ¿Qué emoción despiertan ustedes? Cuando llegan a casa, o quedan con su pareja o comen con sus hijos, ¿tienen algo que contar?
No vean en esto una invitación a iniciarse en la senda del crimen. Ni siquiera una propuesta de viaje en el tiempo. Pero piensen cómo esas experiencias, vividas a solas, hicieron que sus protagonistas, de repente, tuvieran algo interesante que aportar. De hecho, los convirtieron en personas interesantes.
Aunque lo de los hijos no es ninguna tontería (al fin y al cabo, a nadie le conviene añadir, a las dificultades inherentes a una relación con un adolescente, el hecho de ser un coñazo), centrémonos en la pareja, para bien o para mal la piedra angular de nuestra satisfacción diaria. Como nos queremos tanto, pasamos juntos todo el tiempo que podemos: vamos a los mismos sitios, hacemos las mismas cosas, hablamos con las mismas personas, vemos las mismas películas, leemos las mismas chorradas en Facebook y nos prestamos los libros. Y el resto del tiempo, trabajamos. Es decir, que o se dedica usted a algo apasionante, como investigador de asesinatos en serie, psiquiatra de asesinos en serie o asesino en serie, por ejemplo, o cuando acaba su jornada laboral todo lo que tiene que contar se mueve entre el cotilleo banal y la rutina soporífera. ¿Y espera que le hagan caso? ¿Que lo miren con arrobo y, al acabar, lo o la abracen con indisimulada admiración e irrefrenable deseo?
Ofrezcan algo. Vayan ustedes solos ahí fuera, vivan un poco, sálganse del guion, mantengan el misterio, descubran algo para luego poder contarlo. Pero traten de ser interesantes, por el amor de Dios. Háganlo por sus seres queridos, por sus compañeros de oficina, por el camarero y, sobre todo, por ustedes mismos.
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Una situación aceptada, aunque sea inhabitual o distinta de otros, evita alguna frustración que otra. O dicho de otra manera evitemos el análisis o comparación con otros seres con mejores condiciones, y seremos más felices y, con mejores resultados para nuestro "ego".
ResponderEliminarCosa difícil o imposible si siempre estamos analizando o tratando de ser el mejor padre o hijo, casado o soltero... y tener "algo que contar" o no "tener algo que contar..."
Algunos casados buscaron la felicidad y, más tarde..., hallaron el divorcio. Incluso hoy, tienen una nómina o pensión compartida, con "alguien" que le ha abandonado. Entonces mejor le fuera ser soltero, y evitaría esa triste situación...
En una palabra evitemos el psicoanálisis personal, y evitaremos frustraciones... Y admitamos ser "como somos y no otra cosa".
No todos podemos tener un padre, o hijos. Ni los casados ser solteros o viceversa, en este caso necesario un ministro del Señor que oficie matrimonio y santifique el amor con el sagrado vínculo matrimonial.
No todos tendremos, empleo, o dinero suficiente. Y no vamos a ser infelices o frustrados por ello, ni tener una úlcera de estómago labrada por una profunda frustración, evitémoslo, teniendo un profundo "conformismo" .
Un soltero sin mujer y sin hijos e incluso sin novia, que vive consigo mismo, al llegar a casa, no debe de hablarle a la mesa o la silla, o a la sartén. Un jubilado que acabó su etapa laboral y no tiene compañeros laborales... no debe frustrarse o deprimirse.
Un raro ser que no tiene teléfono móvil y que no se asoció a FaceBook, que alguno hay, no deber sentirse frustrado... o minusvalorado -efectivamente mejor salirse del guión-, que no pasa nada, y no somos más interesantes por ser distintos, da igual.
Y la vida va a transcurrir, lo mismo para unos que para otros, y un día a todos se acabará, mejor ser felices y sin frustraciones por carecer de esto o aquello, hasta entonces: cuando acabemos dentro de una caja mortuoria que ese es el destino de todo ser humano...
Me gusta mucho tu comentario, Manolo.
EliminarDetrás del tono desenfadado del articulo no debe entenderse una defensa de conseguir bienes materiales o dinero para viajar e ir a fiestas o expediciones. En realidad, para salirse del guión muchas veces llega con elegir bien los paseos, las lecturas, los amigos o en qué pensar (también a solas).
Yo conozco a un jubilado que vive solo, que no tiene FB ni móvil, y que cuando trabajó conmigo era una persona realmente interesante con quien daba gusto hablar. Y ahora creo que incluso escribe comentarios de mucha enjundia.
Un abrazo.
Sobre todo por uno mismo... eso es lo más importante.
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