18.7.14

Vicedo: segundo día

Marta trabaja hoy y mañana, y se va a las seis, cuando está empezando a amanecer. Yo me vuelvo a la cama hasta que los niños me despiertan.


Hoy hemos ido por primera vez a la playa, y por primera vez me he ido a nadar. Lo he contado tantas veces que me parece que no queda nadie por saber lo que ese baño supone para mí. El caso es que he estado unos quince minutos solo, lejos, buceando, dejándome mover por las olas, subiendo y bajando; como en éxtasis. Como todas esas veces, la sensación es extraordinaria: me vacío de todo lo que me sobra y me lleno de belleza y de paz. Suena cursi pero es exactamente así.


Niebla en Cañoles

Comemos fuera (la dueña de la Bodeguita del Puerto, que cree que escribo -hace unos años alguien descubrió el blog y la cosa se ha distorsionado-, quiere saber si es mío un relato sobre ellos que les ha llegado a las manos; la sensación que me produce la mera posibilidad durante ese momento de confusión me hace pensar muchas cosas...), saludamos a gente, vemos la lancha de Camilo, ya en tierra definitivamente, vuelve Marta, van a la playa y yo leo arriba y, a última hora, cuando el sol ya se pone, bajamos a darnos el último baño.




2 comentarios:

  1. ¡Qué envidia más estupenda me estáis dando, Porto! No sé la cantidad de años que cedería por tener un par de veranos seguidos así, con paz, tranquila. :-D ¡Disfrutad muuucho mucho!

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  2. No suena cursi, suena super bien, suena a felicidad...

    Elena.

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