7.5.13

Hemingway: Cuentos

Qué se va a decir de Hemingway, a estas alturas.

Sabe Dios cuántos posts sobre libros he empezado diciendo eso.

Poco leo; solo el catálogo de IKEA, una y otra vez . Pero aun así estoy a punto de acabar este volumen de cuentos.

No solo me han gustado mucho, sino que me han impresionado. Yo, en realidad, aparte de El viejo y el mar y algún relato suelto, no había leído nada de él. Ahora dicen que sus novelas no son gran cosa, que lo valioso son sus relatos; no lo sé. Pero, como seguro que alguno de ustedes está en mi caso, aprovecho: lean sus cuentos.

No voy a repetirme diciendo lo que influirá la traducción. A mí me parece que lo hace, y mucho. A veces el lenguaje me parece tan raro que no puedo evitar achacarlo a eso, a un mal traductor. Pero bueno, eso, que no quiero volver con el sempiterno debate.

Mientras los leía, estas semanas, he pensado qué era lo que hacía especiales estos relatos. Por qué me estaban calando tanto, independientemente de que el tema fuese conmigo o no (por cierto, ha sido chocante leer por primera vez relatos sobre toreros, en los que también por primera vez se contaba qué piensa, qué siente, qué mira un torero antes y durante la corrida, y que sean obra de un norteamericano; me han parecido muy interesantes). Y creo que es por lo absolutamente creíbles que son.

Hay veces en que uno lee un relato magnífico sin dejar de saber que se trata de un relato. Muchas veces. En los casos extremos, uno puede estar ante un ejercicio técnico que a mí, personalmente, no me dice nada; pero aunque no se llegue a eso, hay buenos relatos (y malos muchos más, claro) que no nos permiten olvidarlo. Con estos, en cambio, creo que no he sentido eso nunca (se me viene una sola excepción a la cabeza; un relato, por lo demás, buenísimo): todo era de verdad, todas las historias eran ciertas y alguien me las estaba contando, todas las situaciones eran reales y alguien me las describía. Todo era cierto.

¿Es, digamos, menos literatura, entonces? Claro que no; todo lo contrario. Es tan buena literatura que consigue eso; consigue ponerte la vida delante, en unas páginas; de tal manera que llega un momento que incluso aunque el tema ni te vaya ni te venga lo que estás haciendo es algo excepcional. Es la literatura llegando al fondo, alcanzando lo que en mi opinión (y como ya he repetido mil veces) es su mayor logro: enseñarte otra vida, una vida, la vida, y hacértela vivir más.

Lo cual siempre está bien.

La vida sigue, esa y la otra, todas. Y estoy tratando de que siga bien. Es importante intentarlo, pararse a cuidarla.




6 comentarios:

  1. Pues creo que ha llegado el momento..con lo que me estás contando, los voy a "atacar"..Hasta ahora no he encontrado el momento de leerlo, por haber leído bastante sobre él, y porq es uno de los favoritos de mi padre..es como la caja de galletas o botella de cava, q guardas, pero no te comes/bebes, esperando que llegue su momento.
    Por otra banda, nunca he compartido la idea de que los cuentos son un género chico. Comparto la de que una mala traducción lo fastidia todo.
    Me alegro de verle por estos lares, Sr. Portorosa.

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  2. Y yo de verte a ti, Alma :)

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  3. Pues yo leo para eso, para conocer otras vidas, porque soy un cotilla nato y las vidas contadas de los vecinos de mi barrio-pueblo no me bastan.

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  5. Tomo nota. Seguro que se aprende tela, leyendo a este tipo.

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