Táboa Redonda: Las penas, con Bach
Publicado en el suplemento Táboa Redonda del domingo 26 de marzo de 2017 |
Las penas, con Bach
"No es ya nada original referirse a Bach, a la música de Bach, como
una prueba de la existencia de Dios. Con el argumento de que algo tan
maravilloso debe de tener un origen, o al menos una inspiración, divinos, autores
tan dispares como Goethe, Coetzee o Cioran, entre otros, han escrito algo al
respecto. En concreto, el jovial rumano dejó dicho que “… Dios le debe todo a
Bach. Sin Bach, Dios sería un personaje de tercera clase. La música de Bach es
la única razón para pensar que el Universo no es un desastre total. Sin Bach yo
sería un perfecto nihilista". No está mal.
Este domingo pasamos un buen día del padre. Yo, el más afortunado,
simultáneamente como padre e hijo; recibiendo y dando regalos, felicitando y
siendo felicitado. Comimos todos juntos y fue muy agradable y alegre. Hasta que
la alegría se resintió un poquito cuando mi padre –a cuyo lado parezco un viva
la vida; y no sé si también lo parecería Cioran- nos puso la música que quiere
que suene en su funeral. Es un aria para soprano de la “Pasión según San
Mateo”, de Johan Sebastian; la que lleva por título “Erbarme dich, mein Gott”
(“Ten piedad, Señor”). Y es preciosa.
Pero, sorprendentemente, aquello enfrió un pelín el ambiente.
Raros que somos. Hasta el punto de que la sensación no se me fue del todo y esa
noche me acosté más bien triste. Mientras escuchábamos la música pensaba en ese
futuro y espero que lejanísimo momento, y en que probablemente entonces
recordaría la tarde de aquel domingo en el que fuimos felices. Y me decía a mí
mismo que aquello no era malo, que no muchos pueden consolarse de la muerte y
de la pérdida con recuerdos así. Pero, a pesar de todo, sabía y sé no era más
que eso: un consuelo.
Un amigo mío suele decir que aquí, de lo que se trata, es de
perder con estilo. Porque la verdad es que, acabar, siempre acaba mal, ¿no?
Incluso si uno es el chico de la película y sabe que no va a morir hasta el
final, cabe la posibilidad de estar protagonizando un drama, con todo lo que
eso conllevaría. Así que sí: esto, como mínimo, acaba mal. Y lo único que nos
queda es aprovechar, mientras. Aprovechar esta única oportunidad.
Y algo que puede ayudar es escuchar a Bach. De vez en cuando. Porque,
aunque sepamos que vamos a acabar perdiendo, no es lo mismo abandonar la cancha
a cero que irse con bastantes puntos en nuestro marcador. Los puntos de cada
momento de alegría que hemos vivido."
* * *