Publicado en el suplemento Táboa Redonda del domingo 30 de abril de 2017 |
Desde el tren
"Despedirse
de vez en cuando es bueno. Para echarse de menos y -por qué no- para descansar.
He conocido bastantes matrimonios que atribuían su longevidad y buena salud al
hecho de separarse periódicamente por motivos de trabajo. Sé que esa moneda
tiene otra cara, pero creo que en ese caso no es más que un catalizador, y no la
causa. Ya decía Domenico Modugno que la distancia es como el viento: apaga el
fuego pequeño pero enciende el grande.
Leo
en el andén de la estación de tren de Coruña, esperando. Me voy unos días a
Madrid. Oigo un ruido a mi derecha y miro, y veo que por una puerta lateral ha
entrado desde la calle un globo rojo. El aire lo empuja, se acerca botando,
cruza las filas de asientos y sale por el otro lado sin que nadie lo toque.
Ayer
comimos en Santiago, en la calle, rodeados de casas con galería bien
rehabilitadas, donde creo que no me importaría nada vivir. Lo único bueno de no
haber estudiado en Compostela es que no es posible haberse hastiado. Hoy, desde
el vagón, veo que sus alrededores están atestados de chalés. En demasiados, un
alienígena deduciría que el habitante es el coche, a juzgar por el lugar de
preeminencia que se le deja en la finca. Al parar el tren se me sienta un
hombre al lado. Le huele el aliento. Me pongo los cascos pero no sirve de nada:
confirmo que se trata de sentidos distintos y que el olor sigue ahí.
En
algún lugar entre Ourense y León pasamos cerca de un embalse, y el reflejo del
sol en el agua hace que parezcan escamas doradas. El concierto para violín de
Mendelssohn le da un toque apasionado a cualquier paisaje. Más adelante,
Castilla, ese misterio. Me gustaría probar cómo es vivir aquí. Y me pregunto
por qué un pueblo junto al mar parece menos perdido que el mismo pueblo en
medio de la llanura; pero sin duda para mí es así. No es lo mismo salir en
lancha que en tractor. Estos sitios de la Meseta son la estampa de la soledad,
y tengo la impresión de que, paseando por ellos, uno puede llegar hasta la
última calle del pueblo y ver delante el vacío. Aunque seguro que Delibes no
estaría de acuerdo. Hay que saber mirar. La población dispersa, en todo caso, garantiza
que ninguna casa sea la última.
Llego
a Chamartín. La cotidianidad por teléfono cobra otra importancia. Despedirse de
vez en cuando es bueno, para no dar por sentado lo que tenemos, para que la
costumbre no lo haga invisible, para no olvidarnos de que podría no estar."
* * *
Castilla es desolación, es soledad, es la nada. No es una impresión tuya, un pueblo cerca del mar y rodeado de verde está en algún sitio, está acogido. Un pueblo en medio de las llanuras castellanas, rodeado de sequedad y vacío apenas existe. Es espantoso.
ResponderEliminarAh y el tren es maravilloso.
ResponderEliminarBesos, Moli.
ResponderEliminarCada semana escribes mejor, Porto. Un abrazo.
ResponderEliminarJo, muchas gracias, Jesús.
ResponderEliminarEn serio: puede parecer un intercambio de fórmulas de cortesía pero, como creo que lo dices porque lo piensas, para mí es verdaderamente importante, y te doy sinceramente las gracias.
Es un placer. Un abrazo.
Muy bien por ese su viaje a la madre de todas las provincias de España, que deseamos haya sido feliz y satisfactorio. Congratulamos esa su admiración y fraternal cariño con la capital, similar a la de aquel “gallego de Ferrol que nos gobernó y arrejuntó con mano de hierro durante unos 40 años, hasta su muerte en esa capital de las Españas.
ResponderEliminarMuy posiblemente y gracias a ese “gallego de Ferrol” los capitalinos cuando quieren insultar gravemente citan esa ofensiva palabra: ¡gallego…!
Y debemos tomarla como una orgullosa admiración hacia todos los gallegos de Ferrol.
Casualidades en el diario: si retrocedemos en la lectura de esta Táboa Redonda N.º 79 a la página 4, Don Javier Nogueira comenta el libro de Lino Camprubí “Los ingenieros de Franco.” Y que Ana Torroja de Mecano, era nieta de Eduardo Torroja, el ingeniero más famoso… léase el resto en el libro de Lino Camprubí, de 320 páginas por 21,90 euros.
Me ha gustado mucho, esa es la verdad, como a Jesús. Ayer vi de cerca y casi paralelo a la carreterra, el "canfranero", un tren llamado a desaparecer, me temo. Veremos.
ResponderEliminarSólo me atrevo a recomendarte un enlace, no hace falta decirlo todo:
http://www.docutren.com/HistoriaFerroviaria/Alicante1998/pdf/71.pdf
No he dudado un momento en (inevitable o malsana curiosidad) en seguir el vínculo arriba indicado, que nos descarga el archivo “71.pdf”.
ResponderEliminarPero no conforme he ido a la madre o padre del .pdf la web de “docutren.com” y ahí he brujuleado por toda los vínculos hasta llegar a Trepadores de poste de carril y en La opción de descargar ficha informa de un enlace “editdocument1437379165336.df - LibreOffice Draw - LibreOffice 4.3.7.3.3-2el6”
Eso me hizo recordar el LibreOffice que había tenido instalado. Y sin dudarlo lo he vuelto a instalar.
Es un programa freeware, gratuito y no requiere pago alguno, ni licencia, no hace falta piratearlo y que no tiene nada que envidiar al Microsoft Office. Sigan el consejo y hagan igual que “docutren.com” e instálenlo puede convivir en el computador con el de Microsoft Office. Una vez comparen decántense por el que quieran o sigan con los dos en dualidad en el computador...
Entre otros temas el tren parece ser importante en la generación del 98. Pero también, ahora que lo recuerdo, Tony Judt habla del tren.
ResponderEliminarY ya para terminar, he rizado el rizo con el archivo “71.pdf” referente a El Ferrocarril… (Juan Carlos Ponce) abierto con el recién instalado LibreOffice en la versión actual 5.3.2.2 (64bit) más reciente que la de “docutren.com”
ResponderEliminarCasi me hace caer de la silla al ver como lo muestra LibreOffice 5.3.2.2. Bendito este día en que accedí al vínculo arriba a Ud. indicado.
LibreOffice muestra al margen izquierdo las 13 páginas del archivo .pdf que cómodamente se lee tras aplicar el zoom deseado de lectura más cómoda y placida para mis 9 dioptrías, aunque uso lentillas, pero en el ordenador unos lentes de menor graduación con el filtro de luz azul “eyezen” de rebaja 50 euros en la óptica durante la reciente campaña de promoción y que limita el daño ocular y son más cómodos para la visualización de la pantalla del computador.
El padre Google cómo siempre acude en auxilio y abruma con una inmensa catidad de información en sus enlaces.
ResponderEliminarResulta que Tony Judt (Londres, 1948) es de mi edad, pero además hallé el vínculo del Heraldo de Aragón:
http://www.heraldo.es/noticias/aragon/2017/01/15/de-viaje-tren-mas-antiguo-espana-1153343-300.html
Léase el artículo y sobre todo los comentarios que no tienen desperdicio.
En esta casa venimos de pueblos de esa Castilla y de la otra. Y te juro que hay vida ahí. A pesar del paisaje.
ResponderEliminarLa verdad es que no lo dudo. Es solo que no sé verla, supongo. Digo lo de Delibes porque cuando leía sus descripciones me parecían increíbles, de tan variadas.
EliminarMuchos besos.
Porto, a mí también me parece que cada día escribes mejor.
ResponderEliminarSiempre tus relatos me hacen recordar muchos pensamientos que hacía tiempo que no tenía. Hubo una época en la que todas las semanas me trasladaba en coche a la meseta, y tenía sentimientos parecidos. Pero creo que de esto ya hemos hablado....
Me provoca una sonrisa eso que escribes de que un pueblo junto al mar parece menos perdido que el mismo en la llanura....