![]() |
Publicado en el suplemento Táboa Redonda del 29.01.2017 |
Doc
"No es solo que me lo haya quitado
de encima. Eso también sería cierto si no hubiese podido seguir, o si hubiese
decidido dejarlo, o incluso si alguien me lo hubiese regalado. Pero no es eso.
Es mucho más.
Hoy, para variar, voy a hablar de
mí.
La semana pasada fuimos a Madrid.
Pasamos mucho frío y algunos nervios, dormimos poco, comimos bien, bebimos
bastante y compartimos unas cuantas horas en una compañía maravillosa, que algo
así como una vez al año nos recibe con un cariño que no cesa.
Porque fui a la capital a
defender mi tesis doctoral. La tesis de un doctorado que comencé
aproximadamente en 2008 y que, con un parón de dos años por el medio, me ha
costado seis años de trabajo real y ocho enteros de obsesión.
Varios motivos o, mejor dicho, varios
objetivos me llevaron en su momento a tomar la decisión, y la mayor parte a
estas alturas ya se han cumplido, por el mero hecho de haber estudiado y haber
obtenido el título. Otro está por ver. Y me alegro, me alegro de haberlo hecho,
incluso aunque no llegue a sacarle ningún provecho material (léase profesional)
a la cosa: me he sentido activo, ha sido intelectualmente exigente, he
aprendido mucho, etc. Y lo de doctor mola bastante. Pero me ha costado
muchísimo; mucho más de lo que al principio me imaginaba. Supongo que hacer una
tesis con dedicación exclusiva tiene su parte dura, la asfixia de no ver más
que eso; pero hacerla a base de tiempo libre ha supuesto un esfuerzo terrible,
un ejercicio de voluntad como probablemente no había conocido antes. Tanto, que
por primera vez en mi vida académica estoy orgulloso de mi trabajo con
independencia del resultado.
Durante estos ocho años, en los
que en ningún momento me he sentido libre del todo porque siempre tenía algo
pendiente, porque, lo hiciese o no, siempre debía trabajar, más de una vez he
dudado de mí mismo. Más de una vez me he preguntado si podría terminar, si
acabaría aquello, si sería capaz. Por eso la alegría y el enorme alivio que
siento, y que me hacen caminar a un palmo del suelo y pensar con una sonrisa
tonta qué me apetece hacer la próxima media hora, no vienen solo de la losa que
he soltado. Vienen de mucho más. De mirar atrás, recordar tantos malos ratos,
tantos enfados y disgustos, tantas tardes de tantos agostos, tantas madrugadas,
tantas sobremesas cortadas, tantos fines de semana encerrado, tanto papeleo, tantos
miles de páginas llenas de notas y tantos momentos de desmoralización, y
pensar: he sido capaz, al final he sido capaz."
* * *