La lluvia no es cursi
"En esta época del año, algunos
días los amaneceres son espectaculares. Por encima de los montes de la otra
banda de la ría las nubes se van enrojeciendo hasta llegar, algunas mañanas, a
cubrir casi todo el horizonte de una especie de mar ondulado del naranja al
rosa. A veces a la Naturaleza se le va la mano. Cualquiera que pintase ese
cielo sería un hortera. Y sin embargo
ahí están, compruébenlo ustedes mismos. Y no podemos culpar a nadie. Supongo
que no puede haber exceso si no hay autor.
Es muy difícil decir en un texto
que llueve sin resultar cursi. Pero creo que escribir bien consiste, en parte,
en conseguirlo. En que, igual que ver llover una tarde en la calle nos parece
natural, leerlo lo sea. Algo así decía García Márquez (lo cuenta José Donoso en
“Historia personal del boom”) que le pasaba en una época de bloqueo, cuando
escribía “Cien años de soledad”, ni más ni menos: “Escribo que hace calor, y no
hace”. Lograr que lo que uno dice sea cierto. Lograrlo sin forzar, sin pedir un
ejercicio de fe ni confianza, sino llevando hasta allí al lector, como quien lo
lleva a un soportal de Santiago a ver la lluvia.
Solo he leído una novela de John
Banville, “El intocable”, y una de las razones por las que me decepcionó fue la
cantidad de “como si” que había. Todo era como si, todos se comportaban como
si, se vestían como si y se sentaban como si; todos los cielos, los sonidos,
las sonrisas y las luces eran como si alguna otra cosa. Además de lo cansino
que resultaba, yo creo que cuando uno tiene que explicar tantas cosas es que no
las está sabiendo decir.
Porque de lo que trata la
literatura es de cómo se dice algo. Cómo, no qué. Es la forma, el medio, lo que
define un arte y lo distingue de los demás y de lo que no lo es. Y ese medio,
en este caso, son las palabras: cuáles se escogen y dónde se ponen. Por eso la
discusión forma o contenido es absurda. Se puede, sin duda, hablar de
literatura con o sin contenido, pero nunca sin forma. El mensaje, luego, puede
que coincida con el de una película; o que algún haiku diga lo mismo que “La
Ilíada”. Es la forma de transmitir el sentimiento, y no otra cosa, lo que
distingue un nocturno de Chopin de una rima de Bécquer, y es la forma lo que
consigue que llegue a nosotros. Lo que consigue que veamos ese cielo, oigamos llover
o haga calor."
* * *
Diario El Progreso de Lugo núm. 35.476, suplemento nº 52 de Táboa Redonda; cierto es el título de cabecera por Ud. elegido, y muy necesaria para la Agricultura y siempre bienvenida tras un verano sumamente cálido y seco como el recién finalizado.
ResponderEliminarEsperemos que este otoño pronto lo remedie, y surjan al fin las necesarias lluvias para la Agricultura y para la vida humana…