29.11.12

The call of the wild

Mear en el campo, al aire libre, me encanta.

Para mí es una experiencia sugerente y evocadora, y desde luego especial; un paréntesis en el que me siento otro, con otra vida, transportado a otra época remota y desconocida.

Sobre todo si en lugar de hacerlo contra un árbol o cualquier arbusto lo hago sin nada delante, mirando al mar o en medio de un campo, por ejemplo. Es una vuelta a la Naturaleza (donde por otra parte nunca he estado). Como un atavismo que despertara en mí instintos latentes.

Es de lo poco que nos queda por hacer, lo que aún podemos contestar cuando nos llama la selva.

22 comentarios:

  1. Pues hacer de vientre, ni te cuento. Salvo que te pase lo que a un amigo mío, que hace años estábamos en Peñalara y se fue detrás de una peña a deponer. Resultó que no era detrás, sino delante, y cuando estaba en plena labor, acertó a pasar por allí un colegio de monjas al completo, con innumerables treceañeras la mar de interesadas en lo que estaba ocurriendo.

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  2. Eso que dice usted no se presta, sin embargo (y es una clara desventaja), a los horizontes abiertos.
    Salvo en el caso de su amigo, parece...

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  3. Ese que estaba defecando era Quevedo y las monjas al verlo exclamaron: ¡Qué vedo! A lo que éste exclamó a su vez: ¡Si seré famoso que hasta por el culo me reconocen! Sí, sí, lo sé: es un chiste malísimo, pero es mi comentario, y no mucho peor que los vuestros por cierto. Y ya que estamos de anécdotas, el título de tu post, Portorosa, es igualito que esta película
    http://www.imdb.com/title/tt0026164/
    que fue traducida al castellano como “La llamada de la selva “, que no estaría mal como traducción salvo porque la película se desarrolla en Alaska.

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  4. A palabras "necias, oidos sordos!!!


    Un suplicio no poder "orinar en un adecuado "puesto.


    Pues... denle GANAS!!


    Feliz Aire Libre!!!

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  5. ¿Quién es el escatológico ahora, eh? ¿Quién, eh? ¿Eh?






    :-)

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  6. Como comprenderás, he pensado en ti, Jesús.

    :-)

    Pero yo no paso de aguas menores, ¿eh?

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  7. Jesús, mira, ya tenías argumentos para hacerme callar:

    http://unhombresentadoenunasilla.blogspot.com.es/2009/11/extrano.html

    :) Buenos días.

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    1. ¡Es verdad, y además el título del enlace es "extrano", ja, ja!

      Un abrazo.

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  8. Debe existir un atavismo guardado en algún lado que nos incita a marcar el territorio, no cabe duda.

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  9. La selva nos reclama constantemente y la fantasía de la vuelta a la Arcadia es una de las formas que la humanidad ha ensayado en nuestra cicilización. A mi no me convence mucho. Si nos paramos un poco, podemos darnos cuenta que para un habitante de la Arcadia, la libertad es algo sin sentido. En realidad, el sentimiento de libertad nace, solo cuando la hemos perdido. Es decir a la altura, más o menos, de nuestra salida del jardín del Edén. Volver al “lago azul” es, en realidad una añoranza de nuestra perdida inocencia.

    En todo caso, Porto, en tu entrada se vislumbra una dosis de golfería que me hace pensar en otra de las fantasías de libertad que es más común y ensayada en nuestra cultura: la transgresión. Y eso me lleva a contar una anécdota que mi abuelo materno me relató hace bastantes años. El protagonista es un quevedo ferrolano de principios del siglo XX, llamado Prosper. Este hombre vestía capa y sombrero de copa y era un culto graciosillo, temido por los ciudadanos bienpensantes.

    Un domingo, día de paseo matinal por el cantón de Molíns, estaba acuclillado Prosper y con un palo pintaba en el suelo números, haciendo una operación matemática que parecía no salir. Los ciudadanos se paraban, se preguntaban y llegaron a hacer un círculo a su alrededor, escuchando las quejas y esfuerzos sonoros con los que Prosper se debatía con el problema. Hasta que al fin proclamó que ya tenía la solución. Los curiosos que habían seguido todo el proceso, obviamente le preguntaron por la misma. Entonces, Prosper se levantó y declaró: este es el resultado, señalando con el palo una cagada aún humeante.

    ¿No me negarás que Prosper había sentido la llamda de la selva?

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  10. Bueno, bueno, bueno..me parto.

    Darle misticismo a mear en el campo..lo que me faltaba..pero vamos, que os pasa a todos..

    para mi también hay un pelín de exhibicionismo..algo del tipo " sal y que te de el aire y te vea el mundo"

    XDDD

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  11. No sé si para todas, pero mucho me temo que lo de mear al aire, para la mayoría de las mujeres, es más un suplicio que otra cosa.

    La llamada de la selva, personalmente, lo asocio más a correr o a nadar desnuda. (Bastante más sugerente que lo de mear, no me digan...)

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  12. Para vosotras, pues será como para nosotros lo que decía Pcbcarp: ahí no hay horizontes lejanos no sensación de libertad.
    Pensé en lo de nadar, pero creo que eso solo sería posible en invierno, por la soledad. En verano, casi cualquier playa está, si no urbanizada, civilizada.
    Puede que haya un punto de exhibición, pero yo no lo veo así. Como cierta transgresión, sí, tal vez; pero sobre todo es una sensación de \"no hay normas porque estoy solo y he vuelto a la Naturaleza\".


    Besos y abrazos.

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  13. Bueno... la sensación es como de "sin padres", sí. Por cierto, que lo que yo decía al principio tiene su aquél en primavera-verano, claro está. Cuando tienes que hacerlo en diciembre en medio de una ventisca porque ya no te queda otro remedio, la cosa no tiene ninguna gracia. Por cierto, que otro conocido mío estaba el hombre en el Himalaya por los aledaños del K-2, tuvo que acuclillarse y cuando finalizó y trataba de
    cerrar apresuradamente la cremallera del mono que llevaba... se le había congelado y no pudo cerrarla: casi tienen que amputarle las nalgas. ¡Huy! perdón, perdón. Ya me callo. ;)

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  14. En Los Monegros, y en más sitios, pero en Los Monegros también, es posible hacer todo eso en cualquier época del año y la probabilidad de que te vea alguien es muy baja, aunque no tan baja como la de hacerlo frente al mar. Ahora hace frío, de todas maneras. Me ha gustado tu entrada, creo que por idílica, pero eso también es la realidad. Me viene a la cabeza la realidad de la que habla Rajoy, no sé por qué. Hay muchas realidades.

    Un abrazo

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  15. Iba a decir "jajaja"...pero os poneis todos muy trascendentales..asi q comento 2 veces:
    1.- Las risas venían porque leí "The call of de WIND" y después "Mear en el campo (...)" y me sugirió otra historia, tb escatológica, y q puede pasar si meas de campo y hace viento...pobres zapatos...
    2.- De acuerdo con "Filla", a mí me da libertad bañarme en el mar desnuda...y no es tan difícil ;)y menos en la costa lucense :))

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  16. Estoy con Filla y con Alma..bañarse en bolas en el mar es una pasada...mear en el campo no tiene ninguna gracia, ni da sensación de libertad ni de vuelta a los orígenes ni nada de nada..

    ...pero bañarse desnuda...eso es una maravilla...

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  17. Yo es que nunca me he bañado desnudo sin que hubiese más gente en la playa; y así no es lo mismo.
    Tengo que probar en la costa lucense, que oportunidades no me faltan (por cierto, Alma, que pretendo pasar allí este puente).

    Con respecto a vosotrAs, insisto: ¿cómo va a dar sensación de libertad hacer nada en cuclillas?

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  18. No me lo creo...nunca? nunca en la playa? solo o en compañía, q tb tiene su gracia...yo podría hcer una "guía de viajes"...
    Porto, tu mismo, igual este puente no es el mejor momento, pero...(jeje) Nosotros vamos as Fragas do Eume, Monfero, con nuestros amigos de Ferrol.
    Filla, Moli...nos creamos un "grupo whatsapp"???
    Besos

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  19. Sí, me he bañado desnudo; no, nunca estando solo en la playa.

    Pásalo bien por aquí. Yo trataré de pasarlo bien por ahí.

    Buenos días.

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  20. Sentir el peso cálido.
    Girar
    previsora la vista, y saber
    que no hay nadie.
    Agacharse. Enrollar
    el vestido, dejar en las rodillas
    la mínima blancura
    de la tela, su felpa
    y el fruncido que abraza
    la cintura y las ingles.
    Mojar
    con el chorro dorado,
    tibio y dulce la tierra
    tan reseca de agosto, el desamparo
    sutil de las hormigas en la hollada
    palidez de los henos.
    Mezclar
    su fragancia espumosa con el verde
    vapor denso de mayo, sus alados
    murmullos, la espantada
    carrera de los grillos.
    Y en invierno, elevar
    un aliento de nube
    caldeada, aspirando el helor
    de hoja fría del aire.
    Orinar
    era un rito pequeño
    de dulzura
    en el campo.

    Juana Castro (Fisterra)

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  21. Jobá, Gema, pues sí que hay cosas y sensaciones detrás. Qué bien.

    Buenos días.

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