[Política]1. Estamos en este punto (pese a todas las incertidumbres, miedos y lógicas precauciones el mejor en el que hemos estado nunca) gracias a la política antiterrorista de los sucesivos gobiernos españoles.
Todo ha contribuido, comenzando sin duda por la labor de todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, y continuando con la colaboración de Francia en los últimos años, las controvertidas pero efectivas medidas políticas (que han sido fundamentales, sobre todo, para dar un varapalo tremendo a la financiación etarra, mimada por cargos públicos y corporaciones municipales afines) y el funcionamiento de la Justicia.
Y (yo también) creo que la magnitud del daño producido por el terrorismo islamista y la consiguiente reacción general de horror e indignación de nuestra sociedad han influido, restándole algún apoyo social a ETA y haciendo que incluso entre los suyos la idea de matar resultase cada vez más intolerable.
ETA, si finalmente no se echa atrás, habrá hecho todo esto, y lo que le queda por hacer, porque está contra las cuerdas. Y contra las cuerdas la hemos puesto entre todos; unos actuando, otros aguantando, y todos sufriendo.
No hay generosidad por su parte en este cambio de actitud, ni sensatez, ni remordimientos ni mucho menos arrepentimiento; hay necesidad.
2. ¿Y si esta política antiterrorista ha sido efectiva, por qué hay que negociar?, ¿si ahora estamos tan cerca del fin, por qué no seguir igual hasta acabar con ellos?. ¿Acaso negociamos con los demás delincuentes, con el resto de los asesinos, con los violadores o los ladrones?Porque ETA, como toda organización terrorista asentada (y por supuesto a diferencia de cualquier otra clase de criminal), tiene una base social que la apoya, la alimenta, la esconde y le proporciona miembros. No importa que ellos sean una banda mafiosa, unos extorsionadores profesionales o unos asesinos que por algún trauma infantil necesitan sentirse poderosos en la plaza del pueblo o en la taberna; la cuestión es que hay más de cien mil personas que se creen las patrañas que les cuentan.
Y eso significa que, por mal que esté, por atada de pies y manos que el Estado la tenga, no hay final de ETA si ETA no decide disolverse y desaparecer. No hay final definitivo de ETA si éste no es (pongan aquí muchas comillas) "voluntario".
De lo contrario, podremos reducir su capacidad de daño, podremos ponérselo muy difícil, y podremos hacer que cada vez nos afecte menos, pero no que deje de existir; por cada terrorista detenido o muerto aparecerá alguien para sustituírlo, en cualquier momento podrán atentar de un modo u otro, no cesará la violencia callejera, podrán continuar amenazando, nunca desaparecerá el peligro de nuestras vidas y el problema persistirá.
3. ¡Pero negociar es bajarse los pantalones, es hacer que les salga rentable, es claudicar!No la negociación de la que estamos hablando. Por mucho que el entorno de ETA lo presente como una oferta suya, por mucho que pretendan hacer creer (a los suyos) que será una negociación entre iguales, esto no es más que un forma de abandonar sin quedar en evidencia (ante los suyos, insisto). En mi opinión, gracias a la lucha de estas décadas, y debido en parte a los cambios sociales que hemos vivido, el terrorismo independentista vasco ha llegado a un punto en el que lo único que puede negociar son las condiciones de la rendición, ni más ni menos.
Da igual, pero el hecho es que vamos a hacer concesiones.Desde luego, si se negocia... se negocia. Es verdad que no va a consistir sólo en preguntar la hora y el lugar donde van a entregar las armas. Habrá modificaciones (por otra parte, lógicas desde el momento en que sea lícito pensar que ETA no existe) en la política penitenciaria, y (y esto puede ser lo más doloroso) habrá medidas de gracia en lo que a penas se refiere, estoy seguro.
En la negociación hay, en mi opinión, dos límites: el primero, que ninguna de las concesiones suponga que el terrorismo ha salido rentable, que ha alcanzado alguno de sus teóricos (teóricos, ojo; los que les prometen a sus huestes) objetivos, que absolutamente nada haga pensar que el terrorismo da frutos; y el segundo, que dichas concesiones no supongan un atentado contra la justicia.
Pero todo lo que sea más suave que lo que marca la ley, todo lo que no sea que se les juzgue y se les encarcele según corresponda, es un atentado contra la justicia.Yo creo que, en el mejor de los casos, tendremos que tragarnos sapos y culebras. Pero que también en esto hay grados, y que no es lo mismo tener en cuenta arrepentimientos que levantar las penas a quien tiene delitos de sangre.
Tendremos que tragarnos sapos y culebras, pero esperemos que nuestros gobernantes sepan hacerlo bien.
4. ¿Y qué hay de la negociación política?En mi opinión, hacer eso sería conceder al terrorismo lo que (supuestamente) pretendía, reconocer que al menos en parte ha tenido éxito; y, por tanto, sería inadmisible.
Pero yo me creo lo que el gobierno ha repetido hasta la saciedad: que no la habrá.
Distinta veo la actitud de Ibarretxe y su mesa de partidos. Su propuesta me parece muy precipitada. No dudo que tendrán que hablar de muchas cosas, que el encaje del País Vasco en España no es un tema ni mucho menos zanjado; pero creo que todo eso deberá venir de la mano de la vida política normal (ah, por cierto, HB se legalizará de nuevo, eso por descontado; y yo lo veo inevitable y lógico), poco a poco y conforme la sociedad vasca vaya siendo capaz de opinar y actuar con libertad, y que en ningún caso debe ni siquiera sugerirse la relación entre esa evolución política y la posibilidad del fin de ETA. Por eso, desde fuera y sin saber qué pasa en el País Vasco y qué piensa la gente allí, me parece que éste no es en absoluto el momento de una iniciativa como ésa.
5. ¿Y las víctimas? ¿Qué pasa con las víctimas?Si ETA hubiese matado, por ejemplo, a mi padre, estoy convencido de que desearía la muerte de todos los terroristas y de todos cuantos los apoyan, empezando por Otegui; y tal vez, si me viese capaz, intentaría matarlos yo mismo.
Creo que las víctimas han de ser tenidas en cuenta exactamente del mismo modo en que se tienen en cuenta las de cualquier otro crimen. Se les protege, se les intenta resarcir (tarea imposible, por desgracia), y se les apoya. No se les pregunta qué se debe hacer.
6. ¿Entonces, qué va a pasar?Y yo qué sé. Ojalá estemos de verdad ante el principio del fin, y nuestro gobierno lo haga bien y todo sea parecido a lo que he dicho aquí.
Pero creo que incluso en ese caso pasarán años antes de que la vida sea normal en el País Vasco. El miedo, la intimidación, la indefensión ante la amenaza y el terror, la falta de libertad, no se curan de un día para otro. Pero si esto va por buen camino al menos el factor más determinante dejará de condicionar todo, y la sociedad tendrá la posibilidad de abrirse y dejar que entre aire limpio (la responsabilidad de todo el nacionalismo vasco en esa limpieza, en esa normalización, me parece enorme; depende más de ellos que de nadie).
Volviendo al gobierno, he de decir que, a diferencia de lo que a tantos les ocurre, me tranquiliza que Zapatero sea el responsable último en estos momentos. Sin quitar ningún mérito a los anteriores presidentes (por ejemplo, me parece que Aznar era el idóneo para tomar la difícil decisión de ilegalizar a Batasuna y acosar financieramente al entorno de ETA), creo que él es el más adecuado para intentar acometer este (esperemos) definitivo paso.
7. ¿Y no va usted a hacer ninguna mención al PP, para darle vidilla a los comentarios?No sé, no sé...
Sinceramente, no puedo creer (me resisto a considerar esa terrible posibilidad) que ningún político español (herriko-taberneros aparte, por supuesto) no esté deseando el fin de ETA; ni siquiera Acebes y Zaplana (es brooooooma).
Ahora bien, no me cabe la menor duda de que saben que, como todo esto salga de verdad bien, tienen oposición para rato.
8. Epílogo:
Demasiadas cosas pueden torcerse, demasiados actores pueden no estar a la altura de las circunstancias (hablo de los nuestros, que de ellos, de los encapuchados, nada espero; todo lo harán obligados). Será difícil y llevará mucho tiempo, e inevitablemente causará dolor. Y más todavía en el País Vasco, donde las heridas no se cerrarán en años.
Pero por favor, que los creyentes recen; porque ninguna noticia podría ser mejor que el fin de ETA.